¿Es momento de desregular las patentes en Argentina?
En los últimos años, Argentina ha experimentado un retroceso notable en materia de innovación, un fenómeno que no puede comprenderse sin analizar la regulación vigente de los derechos de propiedad intelectual, particularmente las patentes. Mientras que nuestros vecinos han fortalecido sus políticas para mejorar la competitividad y el dinamismo económico, Argentina sigue anclada a un marco normativo que, en lugar de promover el desarrollo, genera barreras para el crecimiento.
Argentina no siempre estuvo en esta situación. En 1864, el país promulgó su primera ley de patentes, posicionándose a la vanguardia de la protección de la propiedad intelectual en América Latina. Sin embargo, las Pautas de Examen de Patentabilidad implementadas en 2012 marcaron un punto de inflexión negativo. Estas normas establecieron criterios más estrictos para la aprobación de patentes, especialmente en sectores clave como el farmacéutico y biotecnológico. Aunque el objetivo inicial era proteger la industria local y garantizar el acceso a medicamentos más asequibles, los resultados han sido opuestos: la entrada de nuevas tecnologías se ha dificultado, y el número de patentes otorgadas ha disminuido.
La décimo octava edición del Índice Internacional de Derechos de Propiedad 2024, elaborado por la ONG Property Rights Alliance, muestra que Argentina está por debajo del promedio regional y mundial en términos de protección de la propiedad intelectual. Esto se refleja en la falta de incentivos para la innovación, las barreras burocráticas y un sistema de patentes que, en lugar de facilitar el desarrollo, lo complica. A su vez, esta nueva edición del índice, revela a través de un caso sobre Patentes Farmacéuticas en Argentina una caída alarmante en las solicitudes de patentes, especialmente en áreas tecnológicas avanzadas. Las empresas enfrentan serios desafíos para justificar sus inversiones en I+D en un entorno donde la protección de sus invenciones es incierta y el proceso para obtener patentes es lento y burocrático.
El sistema actual no solo ha fallado en su propósito de promover el acceso equitativo a medicamentos y reducir sus costos, sino que ha generado un efecto contrario. Las políticas restrictivas han reducido la cantidad de innovaciones en el sector, aumentado los costos de los medicamentos y afectado negativamente a los consumidores y al sistema de salud pública.
Otros países de Latinoamérica han adoptado enfoques más modernos y los resultados son claros: han avanzado significativamente en términos de innovación y competitividad al facilitar los procesos de patentabilidad y alinear sus políticas con los estándares internacionales.
El argumento para desregular el sistema de patentes en Argentina es evidente. No se trata de eliminar la protección de la propiedad intelectual, sino de crear un marco moderno que promueva el crecimiento económico y la innovación. Desregular las patentes no implica dejar desprotegidas las invenciones, sino ajustar las políticas para que sean coherentes con los estándares internacionales y las demandas del mercado global. Esto permitiría que Argentina se integre mejor en las cadenas globales de valor, facilitando la transferencia de tecnología y fomentando la cooperación internacional.
Si Argentina no toma medidas para desregular su sistema de patentes, corre el riesgo de quedar aún más rezagada en la carrera global por la innovación. La falta de incentivos seguirá limitando el desarrollo tecnológico y reduciendo nuestra capacidad para competir en un mercado globalizado. Además, las restricciones actuales no han logrado su objetivo de reducir los costos de los medicamentos, generando una mayor carga sobre el sistema de salud pública. Es momento de actuar. La desregulación de las patentes es el primer paso hacia un futuro más competitivo, próspero e innovador para Argentina.