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Retos y oportunidades del mercado laboral en México

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Experto en Derecho Laboral de Santamarina y Steta.

En los últimos meses, hemos visto cómo el mercado laboral mexicano ha dado señales de alerta. Desde la caída de más de 626 mil empleos en agosto, según INEGI, hasta el reciente reporte del IMSS que indica que septiembre cerró con la cifra más baja de empleos formales en los últimos 15 años, es evidente que atravesamos un momento crítico. No obstante, lejos de enfocarnos solo en lo negativo, es fundamental analizar las causas, pero también las oportunidades que se presentan ante nosotros.

La reducción de empleos formales y el incremento de la informalidad son síntomas de una problemática más profunda: la falta de creación de empleos que estén alineados con las necesidades de una población económicamente activa que no ha dejado de crecer. Mientras el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador generó 2.2 millones de empleos formales, la población activa aumentó en 5.5 millones, lo que significa que más de tres millones de personas no pudieron acceder a empleos formales. Este desajuste no es solo un problema de cifras, sino de estabilidad laboral y calidad de vida para millones de mexicanos.

La informalidad sigue siendo una realidad para un porcentaje elevado de la población, con consecuencias que afectan tanto a los trabajadores como a la economía en general. La falta de prestaciones, seguridad social y estabilidad limita las posibilidades de desarrollo de millones de personas, y aunque las cifras formales son preocupantes, debemos mirar hacia las alternativas y soluciones que permitan mejorar esta situación.

En este contexto, debemos reconocer las áreas que aún generan empleo y presentan oportunidades de crecimiento. La manufactura, por ejemplo, sigue siendo uno de los sectores más resilientes, creando más de 388 mil empleos en agosto, mientras que el sector restaurantero también mostró señales positivas. Estos ejemplos nos demuestran que hay sectores que, pese a las dificultades, continúan apostando por la formalidad y la creación de puestos de trabajo. Nuestro desafío radica en identificar y replicar este tipo de modelos en otros sectores.

Sin embargo, no podemos perder de vista que el reto mayor es fomentar un crecimiento sostenido y generalizado del empleo formal. El empleo formal no solo brinda estabilidad y prestaciones, sino que es fundamental para la sostenibilidad económica del país. Es aquí donde la colaboración entre trabajadores, empleadores y gobierno resulta crucial. Debemos generar políticas públicas que impulsen la formalización laboral y la creación de empleos de calidad. Esto no solo implica mejorar las condiciones para quienes buscan trabajo, sino también facilitar el acceso de las empresas a mecanismos que les permitan generar empleo de manera sostenible, es decir, no ver al sector empresarial como un ente contrario a los intereses de la población y del gobierno, sino todo lo contrario, es un sector que, a través del empleo, con un marco legal que dé certeza y que promueva el emprendimiento, debe generar bienestar y permeabilidad social.

En este sentido, también es importante hablar de la iniciativa para reducir la jornada laboral a 40 horas semanales. Aunque la propuesta tiene una intención positiva, debemos asegurarnos de que se contemple a todos los actores involucrados. La reducción de la jornada puede representar una mejora en la calidad de vida de los trabajadores y en su productividad, pero su implementación debe ser cuidadosa para no desincentivar la creación de nuevos empleos. Es necesario un análisis profundo que tome en cuenta las particularidades de cada sector y que permita un balance entre los derechos de los trabajadores y la viabilidad económica para los empleadores.

El empleo en México se enfrenta a un momento decisivo. Las cifras recientes pueden ser preocupantes, pero también son una llamada a la acción. El futuro del mercado laboral depende de nuestra capacidad para adaptarnos a las nuevas realidades y encontrar soluciones que promuevan el desarrollo de empleos formales y de calidad. Es momento de redoblar esfuerzos y mirar hacia delante, trabajando juntos para fortalecer el pilar más importante de nuestra economía: el trabajo digno y bien remunerado. Significa dejar del lado la tan socorrida y mal utilizada “lucha de clases”.