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Un escritor con coraje: Jack Martínez

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La lectura de la tercera novela del escritor Jack Martínez deja más de una impresión.

En primer lugar, en cuanto al aspecto literario, con Te he seguido el autor se posiciona como una de las principales voces de la narrativa peruana del nuevo siglo.

En segundo lugar, la novela deja una sensación extraña o siendo más preciso: ¿cómo están leyendo los editores la narrativa peruana de las dos últimas décadas? Martínez empezó su trayectoria en el 2014 con Bajo la sombra, publicada por la editorial independiente Animal de Invierno; en el 2016 entregó Sustitución, vía Planeta. Y el presente proyecto nuevamente con un sello independiente, con Dendro, que viene conformando un catálogo de autores sólido y coherente. En estos tres proyectos, Martínez obtuvo una buena recepción crítica. Lo natural hubiese sido que este último libro de Martínez siga en una editorial con mejor logística de distribución, pero no ha sido así. Este es un claro ejemplo de que en grupos editoriales como Planeta y Penguin Random House están pensando en las musarañas. Esta novela está muy por encima de las “maravillas” que vienen ofreciendo a los lectores.

La obra de Martínez se nutre de la experiencia biográfica, pero a diferencia de sus trabajos iniciales, en Te he seguido, el autor se desata:

“Mi primera novela, por ser una primera novela, es contenida en muchos sentidos. Era muy cerebral. Escribía como escritor y revisaba como crítico. Mi objetivo era que nadie diga que era una mala novela”, dice el también profesor de la Universidad de Hamilton (Nueva York). En esta novela, Martínez desarrolla una historia de amor y de amistad en un Perú aparentemente limpio de la violencia sufrida en los años ochenta. Sus protagonistas son jóvenes que empiezan a definir su vida entre el ambiente universitario de San Marcos y la periferia de la ciudad, como San Juan de Lurigancho, distrito en donde Martínez creció, tal y como ya lo ha declarado en otras entrevistas, pero lo que capta la atención no es el mundo representado, sino la furiosa y poética honestidad con la que cuenta las cosas.

“Tengo dos libros que han sido bien recibidos, pero en esta novela no me interesó contenerme, me interesó más liberarme, decir cosas que siempre he querido decir a través de la literatura, pero que he tratado antes en los otros libros de forrarlas, de maquillarlas muchísimo, casi hasta que desaparezca lo que quería decir. Quise que esta novela sea más emocional que racional. En la novela quise poner cosas que me han perseguido toda la vida”.

Hay, pues, en Te he seguido una aparente historia de superación, pero lo no que esperaba Javier, el protagonista, era que los verdaderos conflictos, los internos, fueran a manifestarse en las aulas universitarias.

“En la universidad, por ejemplo, me quedaba calladito cuando mis amigos hablaban de las bandas inglesas, son conflictos poderosos que quise plasmar en esta novela. La universidad puede ser un espacio de estimulación intelectual, pero hay otros aspectos que te afectan”, dice Martínez mientras sorbe un café.

Te he seguido, como ya dijimos, posiciona a Martínez, pero es también de esos libros que se escriben una sola vez.

“Me gustó mucho escribir esta novela. Antes les pasaba a algunos amigos lo que escribía, pero esta ocasión fue distinta. No se la mostré a nadie. Nadie la leyó hasta que estuvo impresa. No quería que las opiniones de mis amigos afectaran lo que estaba escribiendo. No quería que me bajen la intensidad de la escritura”.

La decisión se legitima en su consecuencia: a más de uno le gusta lo que relata Martínez.

Son los años noventa, el tiempo en que se fortalece la dictadura de Fujimori y que determinan a lo que es el Perú ahora. “Estamos en un momento en el que Fujimori estaba vendiendo todo al extranjero, estaba llenándose de dinero, trabajaba con el narcotráfico también, pero al mismo tiempo nace este discurso de Marca Perú, de que nos estamos yendo para arriba, que todo está mejor y que dentro de poco seremos un país de primer mundo. Pero, por otro lado, en San Juan de Lurigancho yo no tenía agua, ni desagüe”.

Pero, esta es la inquietud mayor: ¿por qué gusta esta novela? Al igual que su protagonista, el autor descubrió la fuerza de la poesía en San Marcos.

“Me alegra que lo hayas identificado. El título es un poema de Westphalen. La poesía es fundamental para mí. Conocí a Oswaldo Reynoso en la Villarreal y a Pablo Guevara en San Marcos”, señala Martínez mientras su mirada se fija en un punto perdido de la pared, como si escarbara en su memoria a la caza del dato, la escena. “Todos mis sentimientos han sido liberados en esta novela. La vida es paja, pero no todo es paja, esa es la verdad. Muchos escribían de lo paja que es la vida. Carajo, me dije, iré en contra de la tradición de mis contemporáneos”.

Lo dicho por el autor calza con una postura que mantenemos: paquetes narrativos los hay, tanto en Perú como en Hispanoamérica (basta ver las maestrías de escritura creativa y variantes).

Te he seguido posee el nervio y la valentía para contar sentimientos. No lo vemos en la narrativa actual por alguna extraña razón, quizá burguesa o acomodaticia con la tendencia editorial que busca autores (jóvenes la mayoría de las veces) que hagan eco.

“La literatura, la que importa, va por otro lado”.

Lean a Jack Martínez.