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Teatro para perderse en el laberinto de Cortázar

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Estamos en el año del 40 aniversario del fallecimiento de Julio Cortázar, pero no piensen que todo esto es una celebración ex profeso del mismo, sino que es pura «apetencia». Aquí no son necesarias las cifras redondas. Los Sanchis (padre e hija) y Natalia Menéndez no buscan excusas para levantar un laberinto en nombre del escritor argentino. «Ellos me inyectaron el veneno», asegura casi como con adicción una directora que reconoce que el primer pinchazo de 'Rayuela' no le «enganchó». Sí lo lograron sus relatos y su teatro, como el 'Adiós, Robinson' que «va a encantar a los que no lo conozcan», reconoce Menéndez.

Ella dirige 'Cortázar en juego', un espectáculo que «no engaña»: «Es puro juego». Creado a partir de los textos del autor, se propone en de la Abadía un viaje «lúdico, teatral y literario» a través de los mundos del escritor «con la fuerza expresiva de sus palabras, el atractivo de las historias, el enigma de sus personajes», presentan. Historias entrelazadas que surgen una de otra, «como en un juego de muñecas rusas»; historias cruzadas que buscan su propia correspondencia, como en el juego de la rayuela.

La trama se sitúa en la década de 1970, en la intimidad de una emisora de radio. Allí, Pablo Rivero y Clara Sanchis se multiplicarán en tantos personajes de Cortázar como puedan. Por supuesto que serán unos locutores de radio convencionales, pero también Robinson Crusoe y su esclavo Viernes; unos grafiteros que intentan sortear a la policía a través del amor; dos soñadores que se imaginan con sus amantes y otros soñadores que no saben explicar lo que sienten; un periodista que aporta «fake news»; una estrambótica conferenciante que alerta del peligro de la censura y la autocensura a través del absurdo de lo que significa una simple mesa; y unos hermanos que deben abandonar su casa porque la va ocupando el poder despiadado. «Un laberinto sin salida», afirman los autores de la dramaturgia, quienes no tratan de ocultar que «estamos perdidos». «Y nos parece bien».

Saben que el legado de Julio Cortázar es inabarcable. «Un manantial sin fondo donde es imposible dejar de descubrir todo tipo de joyas». Sanchis sénior y Sanchis júnior fueron los buceadores en esta antología que pasa por algunos de sus relatos ('Graffiti', 'Casa tomada'...) y por 'Rayuela', 'Manual de instrucciones', 'Ocupaciones raras', 'Papeles inesperados'... De la piscina de libros cortazarianos sacaron «perlas que pudieran poblar el teatro», apunta la directora madrileña.

También habrá voces invitadas, «sorpresas». «¡Cómo no vamos a tener sorpresas si dirijo yo!», bromea Menéndez. ¿Algún anticipo? «No», zanja entre risas. Lo que sí confiesa la directora es que 'Cortázar en juego' «se aparta de los convencionalismos, transgrede casi sin pretenderlo» y «se debate acerca del valor de la domesticación y lo que ella inventa; nos sitúa en el abismo de los supuestos avances o progresos tecnológicos, nos confronta en observar esas medidas innecesarias sobre peligros inexistentes y nos anima al deseo, al amor, a la amistad y al juego».

Las personas que habitan los textos de Cortázar saltan de las páginas para multiplicarse y transformarse «sin remedio, se licúan y se desfiguran porque tienen curiosidad, tienen una cierta esperanza, aunque sea arañada, salpicada o tropezada...». Menéndez se define como la soñadora del grupo, el resto pone la cordura: «Son más racionales». La ex del Teatro Español y del Festival de Almagro apuesta por la «fisicidad»: olfato, vista, oído, tacto... «Todo está aquí».

De lo que no se olvida Menéndez, por supuesto, es del lado pacifista del escritor. Desde que estalló la guerra de Ucrania, la directora no dejó pasar una rueda de prensa en la plaza de Santa Ana sin hacer alusión a un poema que estuviera relacionado con la paz. Hace meses que aquella etapa se terminó, pero no se puede decir lo mismo de los conflictos, por lo que continúa en su batalla de pregonar que un mundo mejor es posible: «Cortázar también habla de rebelarse a través del arte y, en eso, el amor es clave en su literatura. Por mi parte, yo no me voy a cansar y siempre voy a apostar por una estética no violenta. Necesito reírme con estos creadores».

  • Dónde: Teatro de la Abadía, Madrid. Cuándo: del 23 de octubre al 7 de noviembre. Cuánto: 24 euros.