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Siete santos españoles «con el estilo de servir»

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La Iglesia cuenta desde ayer con catorce nuevos santos, entre ellos, siete mártires franciscanos españoles. Francisco elevó ayer a los altares a este grupo de católicos en la eucaristía dominical que presidió en la Plaza de San Pedro. En su homilía, el Papa subrayó cómo el hermano Manuel Ruiz López y sus compañeros «fueron siervos fieles» que «sirvieron en el martirio y la alegría». En esta misma línea, se refirió a los otros canonizados, entre ellos, los italianos Giuseppe Allamano, fundador de los Misioneros de Consolata, y Elena Guerra, fundadora de las Oblatas del Espíritu Santo.

El pontífice enfatizó que «estos nuevos santos vivieron según el estilo de Jesús: el servicio». «La fe y el apostolado que llevaron a cabo no alimentaron en ellos deseos mundanos ni ansias de poder, sino que, por el contrario, se hicieron servidores de sus hermanos, creativos para hacer el bien, firmes en las dificultades, generosos hasta el final», explicó.

Julio de 1860

Conocidos como los mártires de Damasco, los siete religiosos españoles fueron asesinados en Siria junto a otro franciscano austriaco y tres laicos maronitas que se habían refugiado en el convento. Su muerte tuvo lugar en medio de una persecución contra los cristianos ejercida por los drusos chiíes en el Líbano se extendió también a Siria. En la noche del 9 de julio de 1860, el monasterio franciscano fue atacado y fueron masacrados por negarse a renunciar a la fe cristiana y abrazar el Islam. Sus cuerpos fueron enterrados en un nicho común y hoy se veneran en la iglesia conventual.

El Obispo de Roma vertebró su homilía en torno al Evangelio en el que Jesús de Nazaret insta a sus discípulos a ser «servidores» frente a los jefes que «tiranizan», rompiendo así con las aparentes ansias de poder de sus apóstoles. Francisco explicó ayer a los presentes en la plaza de San Pedro cómo Cristo «desenmascara lo que realmente desean: un Mesías poderoso, un Mesías victorioso que les dé un puesto de honor». «Y a veces en la Iglesia viene este pensamiento: el honor, el poder», lamentó el Papa.

Frente a ello, compartió como Jesús presenta «el Dios del amor, que se abaja para alcanzar a los humildes; que se hace débil para levantar a los débiles; que trabaja por la paz y no por la guerra; que vino para servir y no para ser servido». Por ello, apuntó que «los que siguen a Cristo, si quieren ser grandes, deben servir, aprendiendo de Él».

En esta misma línea, remarcó que el «estilo de Dios» es el servicio. «No olvidemos las tres palabras que hacen ver el estilo de Dios para servir: cercanía, compasión y ternura», comentó el pontífice, dejando a un lado los papeles. Justo después, apuntó que «Dios se hace cercano para servir, se hace compasivo para servir, se hace tierno para servir».

Sobre esta encomienda que lanzó a cuantos le escuchaban, Francisco aclaró que «no se trata de una lista de cosas por hacer, como si, una vez hechas, pudiéramos considerar que nuestro turno terminó». «Quien sirve con amor no dice: ‘ahora le tocará a otro’», comentó en un tono coloquial, para advertir de que «este es un modo de pensar como empleados, no como testigos». «El servicio nace del amor y el amor no conoce fronteras, no hace cálculos, se consume y se da», corroboró. Para Francisco, «el amor no se limita a producir para obtener resultados, no es una asistencia ocasional, sino algo que nace del corazón, de un corazón renovado por el amor y en el amor».

Concluida la misa, Francisco entonó el rezo mariano del ángelus. En la alocución que siempre suma a esta oración, se detuvo en la Jornada Mundial de las Misiones, conocida como el Domund, y que busca poner en valor la entrega de hombres y mujeres que han dejado sus países de origen para servir a los demás en los lugares más recónditos de los cinco continentes. «Sostengamos, con nuestra oración y con nuestra ayuda, a todos los misioneros que, a menudo con gran sacrificio, llevan el anuncio luminoso del Evangelio a cada lugar de la tierra», destacó. En esta última intervención, invocó «el don de la paz» para por «las poblaciones que sufren a causa de la guerra: la atormentada Palestina, Israel, Líbano, la atormentada Ucrania, Sudán, Myanmar y todas las demás».

Bolaños, con la mirada puesta en Canarias

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, encabezó ayer la delegación española en la canonización y tuvo un breve encuentro con Francisco antes de la misa. Según ha notificado Moncloa, ambos «han coincidido en la preocupación por la situación de las personas migrantes», ante lo que el ministro renovó la invitación al Papa a visitar las Canarias. En la recepción celebrada la noche anterior en la Embajada de España, Bolaños mostró su voluntad de «diálogo» para «alcanzar consensos» sobre la expulsión de los benedictinos del Valle de los Caídos y las indemnizaciones a las víctimas de abusos.