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La magia de la ciudad del Sena cuando se acerca la Navidad

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«Solo hay dos lugares en el mundo donde podemos vivir felices: en casa y en París», Hemingway. Y es que, aunque parezca un poco exagerado, París posee una magia innegable capaz de hacer feliz a cualquiera que ponga un pie en sus calles.

Esa magia, siempre presente en la fascinante «Señora del Sena», se acentúa cada año conforme se va acercando la Navidad. En apenas tres semanas comenzarán a hacer acto de presencia las luces navideñas y los mercadillos que, con su calidez y encanto, embellecerán aún más las calles parisinas, así que, ¿no le tienta una escapada a la capital francesa en las fechas tan especiales que se avecinan?

Para todos aquellos que se animen a una visita a la ciudad durante el periodo navideño, hay varios espectáculos y experiencias que, sumados a la citada magia convierten a París en un destino único en esta temporada. Uno de los espectáculos más impresionantes es el encendido de las luces navideñas en los Campos Elíseos, una de las avenidas más famosas del mundo, que se convierte en un pasillo de luces que parece no tener fin.

Otro punto de interés navideño son los mercadillos que se desplegarán a mitad de noviembre. Desde el tradicional mercadillo de Parvis de La Défense, el más grande de todo París, hasta el más íntimo en Montmartre, pasando por el de Tullerías en el bellísimo jardín homónimo. En ellos, se pueden encontrar desde artesanías locales hasta delicias gastronómicas como las galletas bredele y el pan de especias, todo acompañado de un vino caliente para combatir el frío invernal.

La ciudad también brillará a través de sus famosos almacenes, como las impresionantes Galeries Lafayette, cuya decoración navideña cada año sorprende más. El espectacular árbol de Navidad que se instala en su interior es solo una parte de la experiencia: los escaparates de estas tiendas se convierten en auténticas obras de arte que vale la pena admirar, al igual que los de las numerosas boutiques locales repartidas por las calles parisinas.

Sí, sin ninguna duda durante la Navidad y las semanas previas, París se encontrará en todo su esplendor. Sin embargo, en estas fechas más allá de los atractivos navideños la urbe también «llama» al viajero con sus lugares emblemáticos y otros secretos.

Lugares emblemáticos y otros menos conocidos

Aunque es fácil dejarse llevar por la belleza de los lugares icónicos, como la Torre Eiffel, el Museo del Louvre o la Catedral de Notre Dame, visitas por supuesto imperdibles si es su primera vez en la capital, París esconde rincones menos conocidos que invitan a descubrir su faceta más íntima y tranquila.

Uno de estos tesoros ocultos es la Maison de Víctor Hugo, situada en la hermosa Place des Vosges. Esta antigua residencia del célebre escritor alberga objetos personales, manuscritos y recuerdos de su vida, ofreciendo una visión fascinante de su obra y su época. En invierno, la atmósfera acogedora de sus salas hace que la visita sea especialmente evocadora.

Otro lugar igualmente encantador es la Promenade Plantée, un parque elevado que recorre el antiguo viaducto ferroviario en el este de París. Menos conocido que otras áreas verdes, ofrece una caminata tranquila por encantadores senderos arbolados. Es ideal para desconectar del ajetreo de la urbe.

También poco visitado, pero igualmente cautivador, es el Musée Carnavalet, dedicado a la historia de París. Situado en el Marais, este museo, el más antiguo de la ciudad, alberga una increíble colección de objetos que narran la evolución desde sus inicios hasta la actualidad. La Biblioteca de Santa Genoveva, un verdadero tesoro escondido en pleno corazón del Barrio Latino, es otra visita que merece la pena hacer, especialmente si se es amante de la arquitectura.

Tras los pasos de Van Gogh: Auvers-sur-Oise

Por otro lado, a tan solo una hora en tren desde París se encuentra el encantador pueblo de Auvers-sur-Oise, famoso por haber sido el último hogar de Vincent van Gogh. Este pequeño pueblo, rodeado de campos y colinas, mantiene un aire rural que parece haber salido de una pintura impresionista, no en vano fue protagonista en varias de las últimas obras del célebre pintor.

Al visitar Auvers-sur-Oise se pueden explorar los lugares que inspiraron a Van Gogh, como la iglesia del pueblo o el famoso campo de trigo donde pintó uno de sus últimos cuadros. Además, el pueblo cuenta con el Château d’Auvers, un castillo del siglo XVII que actualmente alberga exposiciones sobre la vida de Van Gogh y el impresionismo.

No hay que perderse la Auberge Ravoux, conocida como la Casa de Van Gogh. En este rincón, restaurado y convertido en museo y restaurante en el que se sirven comidas inspiradas en la cocina regional del siglo XIX, se encuentra la habitación número 5, donde Van Gogh vivió sus últimos 70 días. Una habitación vacía, sin muebles, pero llena de una presencia invisible, casi palpable. Un lugar que envuelve de una serenidad y calma que eriza la piel.

Sin duda, el periodo navideño también transforma a Auvers-sur-Oise en un rincón encantador. Las luces navideñas adornan las calles empedradas, creando una atmósfera mágica que parece sacada de un cuento. El castillo se ilumina al anochecer, y en la plaza principal se instalan pequeños puestos navideños, donde artesanos locales ofrecen productos tradicionales y decoraciones únicas. Las pequeñas tiendas y cafés del pueblo decoran sus escaparates, invitando a los visitantes a disfrutar de una pausa cálida en medio del invierno.

El dúo perfecto entre el encanto rural de Auvers-sur-Oise y la magia parisina ofrecen una escapada irresistible. Una combinación única que regala a los que la hacen recuerdos muy felices.