La herencia de AMLO será su cruz
Nos habíamos desacostumbrado a discutir políticas públicas; no es que el presidente López Obrador no las tuviera. Las tuvo en una modalidad muy elemental que implicaba más movilización que diseño, más recursos que evaluación, más política que técnica. El suyo fue un despliegue de acciones que le permitieran a su partido mantenerse en el poder, ganar la elección como lo hizo y terminar con niveles de aprobación gloriosos. Fueron distintos los elementos que le permitieron lograr sus objetivos: su instinto político, la consistencia de sus mensajes y los recursos que permitieron que los programas de transferencias se extendieran como nunca antes a grupos de población activos políticamente que no dudaron en retribuir las acciones del presidente. Está claro que nadie en su sano juicio quisiera alterar esta combinación de factores. La gran pregunta es si es sostenible, replicable o deseable. En las primeras acciones y decisiones de Claudia Sheinbaum veo un intento de quedarse con lo mejor de aquello, pero también reconocer los rasgos de la realidad que ya no aguantan más.
Y la realidad de violencia y crimen en el país ya no aguanta más.
Es por una cuestión de crisis humanitaria por la cantidad de vidas perdidas y lo que implica para víctimas indirectas.
Es por una cuestión de sobrevivencia del Estado que pierde territorios en manos del crimen y cuya autoridad es tan débil para hacer valer la ley que surge un mercado de protección paralelo que da pie al cobro de piso, la extorsión, que no es otra cosa que la compra de protección al mismo que amenaza con perpetrar violencia.
Es también un tema del desarrollo que se frena por el ambiente de incertidumbre que genera la ausencia de Estado y Estado de derecho en algunos espacios.
En el reciente anuncio de la estrategia de seguridad de este gobierno hay un señalamiento velado al gobierno anterior. El solo hecho de hacer explícito un plan ahí donde antes no lo hubo constituye un posicionamiento. Y en la manera en que se estructura la estrategia, se percibe que hay horas de trabajo y el propósito de hacerse cargo del problema.
La estrategia se articula en algunos ejes que tienen que ver con diagnósticos basados en evidencia e información, por eso hay un énfasis especial en el trabajo de inteligencia de distintas áreas del Estado mexicano y el propósito de fusionarlo. Hay apuntes relevantes sobre las capacidades que hay que desarrollar en policías y en el trabajo de investigación criminal y se plantean evaluaciones para dar seguimiento a la construcción y fortalecimiento de las mismas. Y como componente importante en la cadena de la justicia se menciona la judicialización exitosa de casos (paradójico en el contexto en que la justicia se desmantela en el país). En fin, es un planeamiento interesante que supera la sobre simplificación que AMLO hizo de los problemas públicos cada que sostenía que todo era culpa del neoliberalismo.
Así como con la seguridad, el gobierno de Claudia Sheinbaum irá haciendo sus propuestas para otros temas y necesariamente se irá desmarcando de su antecesor, porque en algunos ámbitos no hay continuidad posible. Porque la continuidad es el abismo. Pienso que en la medida que avance el sexenio, la presidenta irá reconociendo las limitantes a su proyecto que son herencia directa de su antecesor.
En el tema de la seguridad, aunque el proyecto que plantea tiene los elementos necesarios, el marco en el que aterriza es complejísimo. Porque el tema de la seguridad ha sido crecientemente habitado por militares y será muy difícil que el secretario de Seguridad pueda encabezar y dar forma a una estrategia cuando no cuenta con el mando de las fuerzas de seguridad. El traslado de la Guardia Nacional al Ejército ha despojado al Ejecutivo federal de la conducción de una estrategia como la propuesta, por más que se declare que la coordinación será absoluta. De la misma forma, el conjunto de reformas propuestas al Poder Judicial lo inhabilitan para ser la pieza que se necesita en esta estrategia. No habrán faltado ideas para darle forma a una estrategia de seguridad, sino instrumentos para ejecutarlas, porque el Ejecutivo entendido como el conjunto de instituciones que hacen política pública y proveen bienes públicos está muy mermado. Será la propia presidenta la que pague a costa de su propio proyecto lo que no pudo frenar a tiempo. Lidiar con ello será su cruz.