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Октябрь
2024

La singular historia del «barco fantasma» que se perdió en la Segunda Guerra Mundial y acaba de aparecer

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Abc.es 
«Los escaneos preliminares del radar revelaron que el Stewart está prácticamente intacto y que su casco, que permanece elegante e imponente, descansa casi en posición vertical sobre el fondo marino», anunciaba el comunicado publicado hace dos semanas por la Air Sea Heritage Foundation y Search Inc., las dos organizaciones involucradas en la búsqueda. «Este nivel de conservación es excepcional para un buque de su antigüedad, y lo convierte potencialmente en uno de los ejemplos mejor conservados de un destructor de cuatro apiladores de la Armada de Estados Unidos que se conoce», insistía. Aunque había permanecido en secreto, el sorprendente hallazgo se produjo dos meses antes, el 1 de agosto, a unos 110 kilómetros al noroeste de San Francisco. Un barco de la empresa de robótica marina Ocean Infinity había dejado caer al mar tres vehículos submarinos autónomos (AUV, por sus siglas en inglés), con forma de torpedo y más de seis metros de largo cada uno, que examinaron 130 kilómetros cuadrados de fondo oceánico. Descendieron más de un kilómetro de profundidad, hasta que detectaron un antiguo destructor que había combatido en la Segunda Guerra Mundial y que llevaba hundido en el fondo ochenta años. Lo que acababan de descubrir estos tres drones autónomos era ni más ni menos que los restos del conocido como «Barco fantasma del Pacífico», el único destructor que había combatido durante la Segunda Guerra Mundial en los dos bandos. Primero, en la Armada estadounidense, hasta que el buque se hundió tras un ataque por sorpresa de Japón , en la madrugada del 19 al 20 de febrero de 1942, en el Estrecho de Badung, cerca de Bali. Un año después fue recuperado del fondo del mar por los japoneses, que lo pusieron a su servicio durante los últimos compases del conflicto. Tras la rendición de los nipones, el buque volvió a manos de los americanos para vivir en relativa paz sus últimos meses de vida. Anteriormente conocido como USS Stewart o DD-224, el destructor ha permanecido en el olvido, exactamente a 1.036 metros de profundidad, en lo que hoy es el Santuario Marino Nacional Cordell Bank. «En las décadas siguientes, la historia del Stewart atrajo el interés de historiadores, arqueólogos y entusiastas navales, hasta el punto de que el redescubrimiento de sus restos se convirtió en una prioridad nacional para la exploración. Han tenido que pasar 78 años antes de que se haya vuelto a encontrar», explica el comunicado. El «Barco Fantasma» se encontraba envuelto en la espesa vegetación marina que había crecido en los alrededores y en su mismo casco. Salvo por eso, este destructor de 96 metros de eslora se encuentra prácticamente intacto, erguido sobre el fondo marino. Según informan, el hallazgo se produjo mientras esta empresa de robótica marina, que posee la mayor flota del mundo de vehículos submarinos autónomos, realizaba una demostración tecnológica. Los citados drones se usan para crear mapas del fondo del mar de alta resolución, un terreno importante no solo para el conocimiento de los océanos, sino también para la construcción de parques eólicos y plataformas petrolíferas en alta mar. Con el descubrimiento, estas flotas robóticas demuestran que también pueden ser herramientas importantes para los trabajos arqueológicos a altas profundidades. De hecho, cuatro años antes, Ocean Infinity ya ayudó a encontrar los restos del USS Nevada, otro viejo buque que había servido a Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y que se encontraba a casi 4,5 kilómetros de profundidad a 65 millas náuticas al suroeste de Pearl Harbor. Y lo mismo hizo en 2022 con el Endurance, que se hundió durante una expedición de Ernest Shackleton en 1915. De este último hallazgo dio cuenta ABC. El Endurance se había hundido en el intentó del explorador británico por ser el primer hombre en atravesar la Antártida. Según nos contó Javier Cacho, el único español que ha publicado una biografía sobre Shackleton, el buque rompehielos se encontraba en paradero desconocido desde entonces, a pesar de que muchas expediciones habían intentado dar con su paradero en las últimas décadas. La misma empresa que ha dado con el «Barco Fantasma del Pacífico» fue quien lo encontró a 3.008 metros de profundidad en el mar de Weddell . «Cuando vi las primeras imágenes del Endurance, casi rompo a llorar», reconocía Cacho emocionado a este diario. «Toda la historia del USS Stewart estaba excepcionalmente bien documentada», ha comentado Russ Matthews, presidente de la fundación sin fines de lucro Air/Sea Heritage Foundation y miembro también del equipo que ha realizado el hallazgo. «La única pieza de esa historia que no teníamos es el aspecto que el destructor pudiera tener hoy», comentó a 'The New York Times' este investigador que, en los últimos años, había intentado localizar las últimas coordenadas del barco en varias ocasiones. La búsqueda recibió un impulso final en abril, después de una reunión entre Matthews y Andy Sherrell, director de operaciones marítimas de Ocean Infinity. La empresa quería hacer pruebas con los citados drones, los de mayor tamaño que posee y al mismo tiempo y al presidente de Air/Sea Heritage Foundation se le ocurrió la idea de hacerlo intentando encontrar el USS Stewart. El éxito fue rotundo, poniendo fin a la historia de ocho décadas del único buque que combatió para los aliados y las potencias del eje. Este hecho hace del bautizado como «Barco Fantasma del Pacífico» un buque único, con una historia muy poco común dentro del marco de la Segunda Guerra Mundial. El 14 de febrero de 1942, se unió a la fuerza de ataque del almirante Karel Doorman para atacar a las fuerzas japonesas que avanzaban por la costa norte de Sumatra. Al día siguiente sobrevivió de milagro a los ataques aéreos perpetrados por los japoneses en el estrecho de Bangka y pudo retirarse. La suerte, sin embargo, no estuvo de parte por mucho más tiempo. Las fuerzas de Doorman se dispersaron cuando los japoneses desembarcaron en Bali el 19 de febrero, donde lanzó sus barcos contra el enemigo durante la madrugada del 19 y 20 de febrero en la citada batalla del Estrecho de Badung. El Stewart lideraba aquella ofensiva y fue alcanzado por los destructores japoneses. Sus botes fueron derribados, sus portatorpedos y su galera, alcanzados. El disparo más letal ocasionó un gran daño en su popa, por debajo de su línea de flotación, e inundó la sala de máquinas de gobierno. Sin embargo, el motor continuó funcionando y pudo regresar a Surabaya a la mañana siguiente. El Stewart entró en el dique seco el 22 de febrero. Cuando se elevó para intentar repararlo, parte del buque se deshizo como un azucarillo. Nada se podía hacer con él, puesto que el puerto comenzó a ser atacado de nuevo por los japoneses. Antes de que pudiera caer en manos del enemigo, los aliados decidieron detonarlos con una serie de cargas introducidas en el interior. Antes de que se hundiera, otra bomba de los nipones cayó en el centro del mismo barco. Su nombre fue borrado de la lista de la Armada el 25 de marzo de 1942. Lo que sucedió después es lo que convirtió a este destructor en una leyenda. Un año después, los pilotos estadounidenses comenzaron a informar sobre un buque de guerra estadounidense que operaba muy dentro de las aguas enemigas. Aquel barco tenía una chimenea japonesa, pero las líneas de su casco de cuatro tubos eran inconfundibles, pues eran idénticas a las del Stewart. Fue entonces cuando se empezó a hablar de «barco fantasma», hasta que se enteraron de que los japoneses lo habían reflotado en febrero de 1943 y reparado para volver a utilizarlo en la guerra, esta vez, como escolta para convoyes navales enemigos. El USS Stewart tuvo una segunda vida activa bajo la bandera japonesa hasta el final de la guerra, hasta que, en 1945, tras la rendición de Japón, la Marina de Estados Unidos recuperó el barco con la intención de devolverlo a su puerto de origen. Sin embargo, durante el viaje de regreso, el barco sufrió problemas mecánicos, obligando a la flota a remolcarlo hasta Guam y posteriormente hasta la costa de Estados Unidos. Todavía se conservan imágenes, como la que ilustra este reportaje, en la que se le puede ver entrando malherido a San Francisco. En una especie de funeral, el 24 de mayo de 1946 fue hundido y olvidado como objetivo de aviones de guerra en prácticas. En concreto, cinco cazas F6F Hellcat, que lanzaron contra él 18 cohetes y miles de proyectiles de calibre 50. El barco mantuvo su mística hasta sus últimos momentos, pues necesitaron más de dos horas de fuego incesante para hundirlo. En las décadas siguientes, la ubicación exacta de sus restos se perdió, convirtiendo su paradero en un misterio.