¿Por qué las serpientes mudan de piel?
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La serpiente es un reptil enigmático, envuelto en miles de leyendas y mitos, que nos regala uno de los espectáculos más cautivadores de la naturaleza: su muda . Un proceso que, más allá de ser una simple renovación de la piel, representa una danza silenciosa de transformación, un renacer periódico que la vincula íntimamente con los ciclos de la vida. Quizás, solo quizás, la muda de estos animales es una manifestación inacabada de que la inmortalidad es posible. La muda de piel, o ecdisis, es un proceso biológico que experimentan todas las serpientes de manera periódica a lo largo de su vida. Un fenómeno que puede parecer extraño a primera vista pero que es esencial para el crecimiento y la salud de estos animales. Al igual que sucede con otros reptiles las serpientes no crecen de forma continua, su piel -compuesta por escamas- no se expande de forma natural y actúa de prisión. Y es que a medida que el animal crece su piel se vuelve pequeña y estrecha, limitando su movimiento y dificultando sus funciones vitales. Es precisamente este motivo el que hace necesario la muda: deshacerse de la piel vieja y ajustada para dar paso a una nueva, más grande y flexible. La piel de las serpientes es su primera línea de defensa contra el mundo exterior. Durante sus actividades diarias puede sufrir pequeños cortes, rasguños o infecciones, por lo que la muda les brinda la oportunidad de eliminar estas zonas dañadas y regenerar una nueva piel sana. Además, la piel vieja puede acumular parásitos externos, como ácaros o hongos. Al mudarla las serpientes se deshacen de estos organismos, reduciendo el riesgo de infecciones. En algunas especies, la muda puede estar relacionada con la reproducción: antes de aparearse o poner huevos, algunas serpientes mudan para asegurarse tener una piel sana y flexible que facilite estos procesos. La muda de piel es un proceso gradual que puede durar varios días. Durante este tiempo, la serpiente experimenta una serie de cambios, desde fisiológicos hasta de comportamiento. Se ha observado que antes de la muda la serpiente aumenta la producción de una enzima que separa la nueva piel de la vieja, al tiempo que sus ojos se vuelven opacos y su piel adquiere un aspecto lechoso. También se ha comprobado científicamente que cuando la serpiente está preparada para mudar suele buscar un lugar húmedo y seguro, deja de comer y se muestra mucho más irritable. A medida que la nueva piel comienza a formarse debajo de la vieja la serpiente se frota contra los objetos ásperos que encuentra a su paso para favorecer el proceso, el cual se puede prolongar durante varias horas. Al final la piel vieja se desprende de un único empellón, es como si la serpiente se estuviera quitando un calcetín que le oprime. A pesar de que este proceso es similar para todas las serpientes, la frecuencia de la muda varía según la especie, la edad y las condiciones ambientales. Se ha observado que las serpientes jóvenes mudan con mayor frecuencia que los adultos, ya que crecen más rápido; y que las temperaturas elevadas aceleran el metabolismo de la serpiente, aumentando la frecuencia de la muda. Por último, si el ambiente es demasiado seco la piel de la serpiente puede adherirse al cuerpo de la serpiente y dificultar el proceso de muda.