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«Quien repite curso, en muchos casos, lo hace porque es víctima de un sistema educativo incapaz de detectar sus dificultades»

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Abc.es 
«Son mejores los colegio concertados que los públicos», «En España, la educación está fatal», «Las nuevas generaciones vienen cada vez peor»... Estas, y otras similares, son afirmaciones que suelen salir de boca de muchos en cualquier conversación familiar, con los amigos o compañeros de trabajo. Sin embargo, no son ciertas. «Las creencias sobre el sistema educativo actúan de manera similar» a lo que pasó en 1998 cuando se dijo que las vacunas causaban autismo a raíz de una publicación en 'The Lancet', explican Daniel Turienzo y Jesús Rogero en 'Educafakes' (Capitan Swing). Ambos autores señalan que «a menudo, nuestras opiniones se basan en argumentos y datos falsos o que solo muestran una parte de la realidad. Estas opiniones carentes de un fundamento lógico o empírico sólido suelen difundirse a través de los medios de comunicación y las redes sociales, de modo que llegan a ser aceptadas por diversos sectores». Turienzo, maestro y profesor universitario, y Rogero , investigador y profesor de sociología, revisan en este libro cincuenta mitos, falsas percepciones o prejuicios desde una argumentación sólida basada en investigaciones. -Tras leer las primeras páginas del libro, un nudo s e me hace en el estómago y pienso: 'Somos unos ignorantes'. ¿Por qué? Jesús Rogero (JR) : Es normal tener esa sensación porque en el libro tratamos de desmitificar algunas creencias que muchas veces hemos asumido de manera natural y forman parte de nuestra idea sobre la educación y la sociedad. Es el momento de la historia en el que tenemos acceso a más información, pero quizá también en el que es más difícil alcanzar una visión fiel de lo que ocurre. Y esto pasa también en educación. Este es un ámbito muy complejo y solemos tener información incompleta e insuficiente para formarnos un juicio sólido. En lugar de profundizar, muchas veces extraemos conclusiones precipitadas que acaban formando parte de nuestro sentido común, pero que no son ciertas. O, al menos, no del todo. -Según contáis, nada es lo que parece. ¿Por qué? ¿Cómo es posible que hayamos llegado hasta aquí? Daniel Turienzo (DT) : Las visiones erróneas sobre la educación proceden de diferentes tipos de sesgos. Uno de estos sesgos viene de generalizar nuestra propia vivencia personal en el sistema educativo, muchas veces con poco acierto, o porque refuerzan nuestras propias visiones políticas. Otras 'fakes educativas' son difundidas por personas o grupos que tienen intereses particulares en que el sistema educativo sea percibido de una determinada forma. -Hablemos de los estudiantes. Por vuestra experiencia, y teniendo en cuenta que los españoles no están tan mal como se piensa, ¿qué diferencia a las generaciones de hoy con las de hace 15 o 20 años? Porque se supone que las nuevas generaciones 'son más vagas' o 'ni siquiera saben quién fue el primer Presidente del Gobierno de nuestro país'. JR : Pensar que los jóvenes de hoy son más incultos que las generaciones anteriores es una constante a lo largo de la historia. Ya Sócrates se quejaba de que la juventud de su época estaba mal educada y despreciaba a la autoridad. Cuando evaluamos los indicadores disponibles respecto al acceso al sistema educativo, el progreso en el mismo o los resultados de la educación no hay datos que sustenten esa decadencia cuando se observa a todo el alumnado en su conjunto. Lo que sí hay es un cambio social, político y tecnológico que está afectando a la capacidad de reflexión y discusión de toda la población, pero no sólo a la de los jóvenes. Cuando se exponen las carencias de las generaciones actuales raramente se somete a otras anteriores al mismo examen. -Hay adolescentes muy enfadados con el sistema educativo. No entienden por qué tienen que saber analizar una oración 'porque eso no me va a valer de nada en el futuro'. Demandan otra formación, otra manera de enseñar… ¿Qué se puede hacer? ¿Qué decirles a estos jóvenes que se sienten frustrados? DT : Nuestras respuestas son las de manual de padre: que comprendemos su frustración, pero que a veces tienen que aprender cosas que solo en el futuro entenderán su utilidad. Y que habrá cosas que no les serán útiles directamente, pero les servirán para aprender a pensar mejor. Pero es cierto que tenemos un currículum que convendría repensar en algunos aspectos. Tenemos que asumir que el currículo de la educación básica nunca será capaz de cubrir todas las necesidades formativas que tendrá el alumnado a lo largo de su vida, por lo que debemos fomentar un aprendizaje más profundo, duradero y transferible a diferentes situaciones. -El último estudio Aladino, presentado recientemente, revela que la obesidad y el sobrepeso infantil están relacionados de manera directa con el nivel de renta de la familia. ¿Influye también en el aspecto educativo? ¿Cómo? JR : La situación social y económica de las familias es uno de los aspectos que más condicionan la trayectoria educativa. Por ejemplo, el abandono educativo temprano se multiplica por ocho en las familias que tienen muchas dificultades para llegar a fin de mes, en comparación con las que tienen muchas facilidades. Hay muchos mecanismos que dificultan el avance del alumnado desfavorecido. Uno es, precisamente, la salud. Es mucho más probable que este alumnado tenga más problemas físicos y mentales, mayor estrés familiar, peor descanso, etc. Y también menor acceso a refuerzos privados o extraescolares de calidad, menor apoyo de sus padres en las tareas escolares, etc. Lógicamente todas estas circunstancias afectan al aprendizaje y son elementos que no tienen nada que ver ni con la capacidad del alumnado, el esfuerzo o sus propias decisiones. Es algo externo que debemos tratar de compensar. -A los adolescentes y jóvenes se le sigue hablando de la cultura del esfuerzo. Y que, si al empezar en el mercado laboral, se limitan a trabajar solo 8 horas, 'lo llevan claro'. Resulta que los resultados académicos no dependen sólo del esfuerzo y talento individual. ¿Qué hacemos? DT : Los resultados académicos sí dependen del esfuerzo y del talento individual. Ambos son aspectos importantes. Pero pensar que son los únicos es una falacia peligrosa porque implica olvidar que la clase social es mucho más relevante. Solo reconociendo la importancia del origen social en los resultados seremos capaces de diseñar un sistema educativo que compense las desigualdades. Es decir, un sistema en el que un mismo esfuerzo y talento conduzca a similares resultados, independientemente de la procedencia de cada alumno . Para ello hay que desarrollar políticas que tienen que ver, sobre todo, con aumentar los recursos educativos, especialmente para el alumnado vulnerable, y reducir la segregación escolar por cualquier circunstancia. -¿Y el que repite curso es porque…? JR : Habrá que ver cada situación, pero, en muchos casos, quien repite curso lo hace porque es víctima de un sistema educativo incapaz de detectar sus dificultades tempranamente y ponerle los apoyos y medios necesarios a tiempo. Es una medida que puede ser eficaz en determinados casos, pero no como una política que afecta a más del 20% del alumnado a lo largo de su vida escolar. Es importante, preguntarnos si podemos recurrir a otras acciones como refuerzos, acompañamiento, tutorías en pequeños grupos, etc. que sean más eficaces. -Hoy, los títulos académicos no son útiles para encontrar un buen trabajo. Habría que diferencias entre sectores, ¿no? Todos tenemos a nuestros alrededor gente con menor titulación que trabaja en mejores condiciones que un universitario cuyas condiciones son menores. ¿O no? DT : Sin duda, hay muchas diferencias en la empleabilidad y condiciones de trabajo en función de la titulación universitaria, pero los datos indican inequívocamente que, en términos generales, titular en la universidad mejora las opciones en el mercado laboral. Es decir, en conjunto podemos afirmar que a más formación hay más probabilidades de encontrarse empleo y va asociado a una mayor remuneración. -En el capítulo 'Recursos y financiación de la educación', analizáis diferentes creencias. ¿Cuál es la mayor lacra educativa en nuestro país y por qué? ¿Tendría solución? JR : Destacaríamos tres lacras: una es la injusticia y pérdida de riqueza económica y social que supone que el alumnado más desfavorecido no progrese académicamente. La segunda, relacionada con la anterior, son los intolerables niveles de segregación escolar del alumnado por origen socioeconómico, por origen geográfico y por capacidades, por lo que suponen de pérdida de cohesión social y calidad democrática. Y la tercera, la privatización en todos los niveles educativos, que conduce a una sociedad más desigual, fragmentada y en la que tu origen social influye mucho más en tu trayectoria escolar y laboral que tu esfuerzo y tu talento. -La educación es gestionada por los responsables políticos. La sociedad podrá estar de acuerdo o no con las medidas que tomen pero, ¿realmente los políticos velan por la educación de las nuevas generaciones? No sé si las familias pueden hacer algo al respecto. DT : Ahí no podemos decir otra cosa que «depende». Hay responsables políticos que están más concentrados en defender los intereses privados de determinados grupos sociales, económicos y religiosos que en garantizar el derecho a la educación de todo el alumnado. Y hay otros que sí tratan de avanzar en este derecho. No obstante, debemos asumir la responsabilidad que nos compete a todos en la educación de las nuevas generaciones, no solo a través de un voto responsable, sino también implicándonos en la construcción colectiva de nuestras escuela, siendo un buen ejemplo de ciudadanía, respetando los derechos de la infancia etc. -¿Cuál crees que es el 'educafakes' que más ha calado en las familias y que poco favor les hace si de verdad velan por una buena educación de sus hijos? JR : No sabemos si es el que más ha calado, pero creo que pensar y transmitir a nuestros hijos que hoy el sistema educativo es mucho peor que hace unas décadas es bastante dañino . Tenemos un sistema educativo sólido, con profesionales muy formados y que funciona razonablemente bien si lo comparamos con países de nuestro entorno. Transmitir que la educación de hoy es un desastre, aparte de una falacia, genera desánimo y desafección entre el profesorado, las familias y el alumnado. Y esto no es ser autocomplaciente, sino reconocer que España ha avanzado mucho educativamente en las últimas décadas. A partir de ahí, hay muchísimo que mejorar, pero el exceso de tremendismo puede ser muy perjudicial.