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Октябрь
2024

El ahora o nunca de la reinvención de las empresas españolas

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Abc.es 
En el largo viaje de transición hacia una economía digital, descarbonizada y resiliente, como es el rumbo que ha marcado la Unión Europea, nuestras empresas se la juegan. La denominada revolución 4.0 transformará por completo nuestro tejido productivo, nuestro modelo económico y nuestra sociedad, planteando nuevos retos que también serán grandes oportunidades para que España tome posiciones en mercados globales (por ejemplo, ya somos una referencia en renovables a escala mundial). Y al calor de los fondos Next Generation, será también una ocasión única para superar males endémicos que lastran nuestro país como la baja competitividad, la escasa inversión en I+D+i, la falta de talento para cubrir miles de vacantes tecnológicas, el poco peso de la industria en el PIB nacional o el déficit digital que todavía presentan buena parte de nuestras pymes. La transformación se está produciendo a un ritmo acelerado marcado por el rápido desarrollo tecnológico, ahora a velocidad de vértigo con la irrupción de avanzadas tecnologías como la Inteligencia Artificial y la computación cuántica, en las que además España está muy activa. Y todo en un contexto geopolítico difícil. Tras el Covid, llegó la guerra en Ucrania, la crisis energética, la subida de tipos de interés, la inflación... Y ahora al estallar el polvorín de Oriente Próximo se añade más incertidumbre a un escenario ya de por sí incierto. Digitalización y descarbonización son los motores que impulsarán esta profunda transformación y el crecimiento económico. Y España cuenta con buenos engranajes para ponerlos en marcha con el combustible que proporcionan los 140.000 millones de euros de los fondos europeos. Entre nuestras fortalezas, podemos presumir de ser una potencia europea y mundial en renovables (solar y eólica) y un referente en hidrógeno verde, el santo grial de la transición energética. Y el Informe de la Década Digital 2023, de la Comisión Europea, nos deja muy bien parados. Sobre todo reconoce el esfuerzo que ha hecho nuestro país por avanzar en el proceso de digitalización con unos objetivos muy ambiciosos que están recogidos en la Agenda España Digital, la hoja de ruta para nuestra transformación digital. El progreso en digitalización ha sido notable, incluso destacamos en algunos indicadores por encima de nuestros vecinos: somos excelentes en conectividad. La cobertura de redes de alta capacidad alcanza el 96,3%, la de 5G es del 92,3% y la fibra óptica llega al 95,2% de los hogares y empresas, muy por encima de la media europea (78,8%, 89,3% y 64% respectivamente). Además, el 66,2% de la población española cuenta con competencias digitales básicas frente al 55,6% de la europea. Tenemos más servicios públicos digitalizados que los demás países de nuestro alrededor: el 84% están disponibles online para los ciudadanos (el 79% en nuestro entorno) y el 91% para las empresas (85%). Y tampoco nos quedamos atrás en el uso de las tecnologías disruptivas: el 9,2% de las empresas españolas ya ha adoptado soluciones de IA frente al 8% de las europeas. Es una tecnología que crece un 9,3% anual en España, casi cuatro veces que la media del continente (2,6%). El informe resalta además las iniciativas que estamos poniendo en marcha para avanzar en innovación. Una de nuestras prioridades es impulsar una industria de semiconductores y microelectrónica. Ya hay proyectos para que se instalen aquí fábricas de chips y centros de I+D para impulsar nuevas generaciones de microprocesadores avanzados. El documento destaca nuestro interés por desplegar una potente red de centros de datos, levantar un sistema nacional de computación cuántica y crear las condiciones favorables para que crezcan y maduren empresas de base tecnológica, es decir construir un fuerte ecosistema de startups que puedan convertirse en unicornios. Pero tenemos importantes retos por delante. Uno de nuestros mayores esfuerzos debe estar enfocado a acelerar la digitalización de las pymes y micropymes, que se están quedando rezagadas y representan el 99% del tejido empresarial español (son 2,9 millones y emplean a once millones de personas). Es cierto que el 60,5% de las ellas tiene al menos un nivel básico de intensidad digital, es decir más que la media europea (57,7%), pero no vamos al mismo ritmo que nuestros vecinos. Las pymes europeas crecieron en digitalización un 2,6% anual mientras que las españolas en dos años solo llegaron al 0,7%. A esa velocidad hay muchas dudas de que se consigan las metas planteadas. «Queda un largo camino por recorrer para que en 2030 el 90% de las pymes cuente con un nivel básico de intensidad digital, como es el objetivo», cree Pilar Roch, directora general de Ametic, la patronal de la industria digital en España. Y tampoco la digitalización penetra en todas las esferas de la pyme. Por ejemplo, solo el 40% utiliza factura electrónica (el 39% en la UE), que será obligatoria en 2026, y solo el 29,6% tiene venta online (un porcentaje bajo, aunque estemos 10 puntos por encima que la media europea). «También la adopción de servicios en la nube es uno de nuestros puntos débiles. Solo el 27,2% de las empresas utilizan estas tecnologías, por debajo del 38,9% de la media europea. Además, el crecimiento en la adopción de la nube es del 0,4% frente al 7% en la UE», destacan CEOE. «Se han hecho muchas inversiones destinadas a la digitalización del 'front' en las pymes, por ejemplo para tener páginas web o canales de comunicación digitales. Pero aún queda por hacer una trasformación más profunda digitalizando procesos y automatizando tareas, integrando sistemas, así como usando el análisis de datos disponibles como ventaja competitiva», afirma Roch. Lo que sí reconocen las patronales es el impulso que ha dado a la digitalización el Kit Digital: poco más de 3.000 millones en ayudas para que 676.000 pymes puedan obtener hardware, software y servicios de consultoría. «Se habrán consumido en torno a 2.000 millones, y habrá alcanzado a más de 476.000 pymes y autónomos. A pesar de algunas dificultades iniciales en el momento de su lanzamiento, lo cierto es que se trata de un programa que ha gozado de una buena acogida por parte de las empresas, en gran medida, por la operatividad en su diseño y ejecución por parte de Red.es», dice la CEOE. Y prueba de ello es que el pasado junio Red.es lanzó el programa Kit Consulting para asesorar y acompañar a las pymes en su transformación digital. Otorga bonos de 12.000, 18.000 y 24.000 euros para las que contraten estos servicios. «En apenas tres meses desde su lanzamiento, 8.500 pymes ya han pedido la ayuda», detalla Roche. Otro desafío es la falta de especialistas en TIC. Estos profesionales suponen el 4,4% de la población ocupada en nuestro país, cifra inferior a la media de la UE (4,8%). «Es el talón de Aquiles para exprimir eficazmente la oportunidad tecnológica y alcanzar nuestros objetivos de digitalización», afirma Roch. Pero, según datos de Ametic, el 90% de la empresas han tenido dificultades para encontrar talento cualificado a sus necesidades, «debido a la alta demanda y a la rápida evolución tecnológica», comenta. «Estos profesionales -continua- deben aumentar en más de 1,39 millones para cumplir con los objetivos de la Comisión Europea: que representen el 8% de la masa laboral en 2030. Necesitamos perfiles de todo tipo, pues la tecnología se está introduciendo en todas las áreas operativas de una empresa», dice Roch. «Toda la población laboral necesita renovarse, reciclarse y formarse en nuevas herramientas digitales», advierte Ricardo Palomo, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo y director de la Cátedra Cepsa-CEU Green Digital. Existen perfiles muy críticos que son acuciantes para las empresas y que no consiguen cubrir. «Hay necesidades en ciberseguridad, computación, programación y sistemas», asegura Roch. Lo confirma CEOE. Y pone como ejemplo los datos que proporciona el estudio Cybersecurity Workforce 2024. Este informe estima que España cuenta con más de 187.000 profesionales de la ciberseguridad, «pero sigue habiendo un déficit de 73.200. La importancia de atender este reto resulta fundamental en un contexto en el que aumentan los ataques a la ciberseguridad y en el que el cumplimiento normativo, tras varios años de intensa producción legislativa, supone un auténtico reto para las empresas, especialmente aquellas de menor tamaño», valora CEOE. Y las previsiones apuntan que la brecha de talento se incrementará en los próximos años. «El impacto de la digitalización y la evolución tecnológica avanza a mayor velocidad de lo que lo hace la adaptación de la plantilla y la inversión en aprendizaje y desarrollo de las nuevas 'skills' requeridas. Si consideramos datos del Foro Económico Mundial, se estima que un 23% los puestos cambiarán en los próximos tres años. Eso quiere decir que casi una cuarta parte de los puestos de una organización van a cambiar (unos desaparecen y otros serán nuevos) y los que permanecen van a requerir nuevas capacidades y habilidades (un 44% de las habilidades van a cambiar), por lo que el impacto en la fuerza de trabajo actual es muy relevante», estima Cristina Hebrero, socia de People & Change de KPMG en España. Tampoco terminamos de despegar en innovación. Contamos con una de las tasas más elevadas de la OCDE en cuanto a jóvenes con titulación superior (48,7% frente a 46,9%); somos la undécima potencia mundial en producción científica, pero ocupamos el puesto 16 en el ranking de innovación de la UE. Estamos entre los países moderados en innovación. Un lugar que no se corresponde con nuestro potencial económico. De hecho, hay tres países con menor renta per cápita (Estonia, Eslovenia y República Checa) que obtienen una mayor puntuación que la nuestra en ese ranking. Y eso que la inversión española en I+D creció (un 12%) en 2022 por octavo año consecutivo, alcanzando los 19.325 millones de euros, el mayor registro de la serie histórica. Supone el 1,44% de nuestro PIB, «lejos de la media de la UE que se sitúa en el 2,3% del PIB y aún más lejos de países que lideran el ranking en gasto en I+D (Bélgica, Suecia, Austria y Alemania) con niveles del 3%», apuntan desde la CEOE. Así se hace difícil cumplir el objetivo de la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación que establece una inversión en I+D sobre PIB del 2,12% en 2027. «Uno de los principales desafíos es la necesidad de incrementar la inversión en tecnología e innovación para mantenerse competitivos en un mercado global en constante cambio», asegura la patronal de los empresarios. Para alcanzar esas metas y fomentar la innovación existen dos piezas clave: «La colaboración público-privada es fundamental», recuerda Ricardo Palomo. Y hacer efectiva la transferencia de conocimiento desde universidades y centros de investigación a las empresas. «No se hace bien el enganche. Unos por no saber venderse y otros por no ser receptivos. El ecosistema está bien dotado con universidades, centros de investigación de alto nivel y somos muy buenos en determinados sectores como 'biotech' y renovables. Y se ha desarrollado un ecosistema de startup digital y dinámico que está atrayendo inversiones internacionales y generando innovación», indica Palomo. Las startups son las que aportan las soluciones más disruptivas para abordar los desafíos de la sociedad. Son la llave de la innovación. «El ecosistema español de startups dio señales de su creciente madurez durante 2023. Se hizo patente la presencia de inversores con un perfil más profesionalizado y una mayor valoración económica de las compañías tecnológicas. Nuestro país ocupa la séptima posición en cuanto a inversión Venture Capital recibida, lejos aún de los tres mercados líderes (Reino Unido, Francia y Alemania), pero por encima de países como Noruega, Dinamarca o Italia. No obstante, tenemos dificultades para crear unicornios frente a otras zonas geográficas como Estados Unidos y Asia», valora Roch. Nadie duda de que en este proceso de transición también es una oportunidad para acabar con males estructurales de nuestra economía. «La tecnología y la digitalización pueden aumentar la productividad en todos los sectores, la IA permitirá ganar competitividad en un mercado global, la transición a la Green Digital puede ayudar a revitalizar la industria manufacturera», asegura Ricardo Palomo. La descarbonización da pie a que se desarrolle un potente sector industrial. «Si fabricamos cosas que estén relacionadas con la demanda de materiales, dispositivos y componentes que exige la transición y la descarbonización tendremos una oportunidad para evitar la dependencia de fuera y seguir haciendo industria pero una nueva, moderna, actual y en línea con lo que va a demandar el mercado», sugiere Ricardo Palomo. El objetivo es que la industria tenga un peso del 20% en el PIB en 2030. Hoy nuestras fábricas aportan el 11,4%. «La descarbonización es una palanca de competitividad e industrialización», también cree Luis Atienza, presidente de Argo Capital y ex presidente de Red Eléctrica. «No se trata de poner parques eólicos sino de generar cadena de valor para esas inversiones. De nada sirve que los paneles solares y turbinas se fabriquen en China. Es importante tener la cadena de valor de la producción del vehículo eléctrico, de las baterías, de los motores, de las bombas de calor...», añade. Es el otro reto de la transformación: conseguir una economía libre en carbono para frenar el cambio climático. Y en ese proceso de descarbonización, España juega con muy buenos ases: las renovables. Somos potencia en energía eólica y fotovoltaica, referentes en hidrógeno verde y no perdemos el rumbo con incipientes tecnologías de almacenamiento en baterías o desarrollando biocombustibles para descarbonizar el transporte, por ejemplo. «Tenemos una posición privilegiada», asegura Atienza. «Siempre hemos destinado un 3-4% (hasta un 6%) de nuestro PIB a pagar importaciones de energía. Ahora tenemos nuestro propio recurso y además ventaja competitiva», indica. Aún así tenemos tarea pendiente, considera este experto. «Hemos avanzado mucho en descarbonizar la oferta -explica- pero tenemos también que descarbonizar la demanda. Y esto se hace a través de la electrificación de buena parte del transporte, del consumo doméstico, residencial y comercial... Y empleando también combustibles sintéticos para sustituir los fósiles por ejemplo en la industria. La electricidad representa el 25% de todo el consumo de energía en España que todavía se hace a base de gasolina, gasoil y gas natural. Por eso tenemos que descarbonizar la demanda». Así, con luces y sombras, las empresas españolas transitan y se hacen fuertes en el vertiginoso viaje hacia una economía digital y descarbonizada.