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Октябрь
2024

Qué tienen en común la UE y Cristobal Colón

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El llamado descubrimiento de América es uno de los grandes hitos de deshumanización. Aquellos pueblos indígenas no eran ni bestias ni animales, pero fueron tratados como tales e incluso peor

Colón no descubrió ningún mundo nuevo. Colón se encontró con unos territorios que eran desconocidos para él y los españoles, pero aquellas tierras y sus habitantes no necesitaban ser descubiertos, porque nunca estuvieron escondidos ni perdidos. Como dice Edmundo O’Gorman, América simplemente no pudo haber sido descubierta porque América no existía, fue inventada. En 1492 no se produjo el encuentro de dos mundos, lo que lo que hubo fue una invasión que llevó a la colonización, al expolio, al genocidio. Colón pudo haberse limitado a señalar cuál era el lugar de aquello que denominó América en el mapa del mundo y dejar en paz a los habitantes de aquellas tierras. Pero no, tenía otros planes más propios de un pirata que de un navegante.

El descubrimiento de América es un invento, un cuento. Es el relato de los vencedores sobre los vencidos. La versión triunfalista de los conquistadores que acalla las historias de explotación, sometimiento y asesinatos de hombres y mujeres indígenas que perdieron su cultura, fueron despojados de la riqueza de su tierra y expulsados de sus casas, de su lugar propio en el mundo. Lo desconocido fue interpretado por los españoles como disponible para hacer con aquellas personas lo que les diera la gana. El llamado descubrimiento de América es uno de los grandes hitos de deshumanización. Aquellos pueblos indígenas no eran ni bestias ni animales, pero fueron tratados como tales e incluso peor, como seres extraños e inferiores que solo merecían vivir si se bautizaban, dominados y cristianizados.

Ya lo dijo Gabriela Wiener en una entrevista en elDiario, “la esclavitud y el etnocidio se celebran en España como Día Nacional”. Hablemos de colonización en vez de descubrimiento. Hablemos de la esclavitud sobre aquellas vidas que la mirada europea no comprende y le son desconocidas. Las vidas de todas las personas migradas que llegan a nuestras fronteras y son expoliadas de su dignidad y de sus derechos porque no son lo suficientemente humanas como para ser protegidas por las leyes que queremos para nuestras hijas e hijos cuando migran a Inglaterra, a Alemania o a Estados Unidos. Las leyes son nuestras y los derechos que hay en ellas también, deben pensar en la UE cuando se acuerda un Pacto Migratorio que trata y dispone de las personas como si fueran de su propiedad. 

El Pacto migratorio no es más que un ejercicio del poder colonial, del racismo, el machismo y el clasismo que destilan las políticas europeas que buscan controlar las fronteras en base a criterios económicos y mercantiles, en base a un modelo de seguridad nacional que solo vela por los intereses neoliberales de quienes explotan a las personas migradas. Hay quien quiere regular el esclavismo con la política migratoria europea y trata de hacer una clasificación social inaceptable desde la lógica de los derechos humanos y el respeto a la vida de las personas que migran. 

La España que no quiere “ser padre de la xenofobia” (palabra de Pedro Sánchez) pide que se acelere la aplicación del Pacto migratorio de la UE que endurece las condiciones de llegada y abre la puerta a no aplicar los instrumentos internacionales de derechos humanos. Un Pacto que la extrema derecha, con cada vez más poder en los países e instituciones europeas, tacha de insuficiente porque les gustaría hacer políticas de deportación masiva al estilo Meloni. Se apoyan para ello en la difamación de las personas migrantes con la retórica racista y de odio, como la que protagonizó Orban hace unos días, el aliado de Vox. Es la misma difamación que sufrieron (y sufren) los pueblos indígenas que fueron exterminados por los españoles hace más de 500 años. Violadores, terroristas, amenazas contra la cultura y los valores occidentales… o ellos o nosotros. Mentira. A la UE, al igual que Cristóbal Colón, solo concibe un mundo posible y es el suyo, el de los hombres blancos y religión católica.