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Trump y Putin “hablaron siete veces” desde que el expresidente dejó el cargo

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"War" (Guerra), el nuevo libro del controvertido periodista estadounidense Bob Woodward ha vuelto a remover una de las heridas en el costado del expresidente Donald Trump: su estrecha relación con el líder plenipotenciario de Rusia, Vladimir Putin. El famoso editor asociado de "The Washington Post" asegura que los dos todavía mantienen “una relación personal”, a pesar de que el primero se encuentra de lleno en la campaña electoral para intentar acceder a un segundo mandato, y el segundo sigue inmerso en la guerra de Ucrania, que ahora es uno de los aliados estratégicos de Estados Unidos en el continente europeo.

En un extracto publicado el martes, Woodward cita, en condición de anonimato, a un asistente del círculo privado de Trump que le reveló que el candidato republicano ha conversado con Putin “hasta en siete ocasiones desde que dejó la Casa Blanca en 2021”, mientras las relaciones entre Washington y Moscú se deterioraban por la guerra ucraniana. Más aún, el periodista asegura que, a principios de 2024, Trump ordenó a uno de sus colaboradores “salir de su oficina en Mar-a-Lago porque quería mantener una llamada privada con el jefe del Kremlin”.

La obra estará en las librerías el próximo 15 de octubre, poco más de dos semanas antes de las elecciones, por lo que el campo demócrata está esperando con ahínco su publicación, la cual puede proporcionar nuevas revelaciones perfectas para ser utilizadas como disparos directos a la línea de flotación de la campaña del expresidente. De hecho, la candidata demócrata, Kamala Harris, ya ha aprovechado la oportunidad. “Trump fue manipulado durante una calamidad sanitaria en la que cientos de estadounidenses morían cada día. Todo el mundo estaba luchando por conseguir kits y él los enviaba a un dictador asesino para su uso personal”, dijo el martes en el programa de radio de Howard Stern, a propósito de otra de las revelaciones de Woodward.

El objetivo del libro es explorar en profundidad la compleja y controvertida relación entre Putin y Trump, sobre cómo sus agendas geopolíticas interactúan y la forma en que su relación influyó en la política global, y podría volver a hacerlo, si el candidato republicano vence en noviembre. Esta no es la primera vez que el periodista escribe sobre el expresidente. En 2018 publicó "Fear" (Miedo), y, en 2020, "Rage" (Rabia), los cuales ofrecen una visión interna del caos y los conflictos dentro de la administración Trump. Asimismo, Guerra explora cómo ambos líderes se utilizan mutuamente para alcanzar sus objetivos políticos. Sin embargo, Woodward arguye que mientras Trump siente admiración por el liderazgo totalitario del ruso, al que también ve como un aliado potencial, este lo utiliza para sus propósitos.

A través de entrevistas exclusivas con exfuncionarios de la administración Trump, así como diversas fuentes de la inteligencia estadounidense, el libro describe cómo la GRU, el servicio de inteligencia militar de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, el antiguo KGB, elaboró un perfil psicológico de Trump para explotar su vanidad, su necesidad de elogios y su disposición a rechazar las normas diplomáticas tradicionales. El objetivo: utilizar los halagos hacia el expresidente como arma contra Estados Unidos y hacer avanzar los objetivos geopolíticos de Rusia en Europa y Medio Oriente, los cuales incluirían decisiones sobre la política exterior de Trump para debilitar a la OTAN, así como su reticencia a imponer sanciones severas a Rusia.

Otra de las claves de Guerra es la investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 y 2020, la cual ha sido confirmada por Washington. Woodward va un paso más allá y proporciona nuevas pruebas y relatos de primera mano sobre las reuniones secretas, las operaciones encubiertas y el papel de los oligarcas cercanos a Putin en la política de Estados Unidos, incluyendo diversas reuniones privadas no divulgadas entre altos funcionarios rusos y miembros del círculo íntimo de Trump que, según el periodista, tuvieron lugar en varias capitales europeas e implicaron discusiones sobre acuerdos comerciales y compromisos políticos, sobre todo en relación con los esfuerzos de Trump por detener la ayuda militar a Ucrania.

Rápidamente, el equipo de campaña de Trump ha negado la mayor y describe los extractos del libro como “historias inventadas que son el trabajo de un hombre verdaderamente demente y trastornado, que sufre un caso debilitante de síndrome de trastorno de Trump”, según informó el portavoz de la campaña republicana, Steven Cheung, inventándose un nuevo término médico para aquéllos a los que considera enemigos acérrimos de su candidato. Woodward es uno de ellos, tal y como deja claro en su obra: “Trump fue el presidente más imprudente e impulsivo de la historia estadounidense, y está demostrando el mismo carácter como candidato presidencial en 2024”, escribe.

Trump también ha desmentido el relato. “Es un narrador de historias. Uno malo. Y ha perdido la cabeza”, explicó el expresidente, refiriéndose a Woodward, durante su última entrevista en ABC News. De hecho, el candidato republicano todavía tiene un contencioso legal con el periodista al que acusa de haber publicado sin permiso la entrevista que mantuvo con él para su libro "Rabia". Por su parte, Moscú también se ha desmarcado de las informaciones asegurando que las presuntas siete reuniones mantenidas después de su presidencia no sucedieron. “No, eso no es cierto”, indicó ayer el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

Las revelaciones de Woodward chocan de lleno con el reciente apoyo público de Putin hacia la vicepresidenta Harris. ¿Es esta una alianza improbable o una maniobra estratégica? A simple vista, la candidata demócrata no puede estar más alejada de la política y el liderazgo autoritario del jefe del Kremlin. Entonces, ¿por qué este se ha mostrado a su favor en la televisión pública rusa? Detrás del presunto apoyo existen razones estratégicas que van más allá de una simple inclinación política.

En los últimos años, y, sobre todo, a raíz del conflicto en Ucrania, el cual no comenzó con la invasión de 2022 sino con la de Crimea, todavía en manos rusas, en 2014, la estrategia geopolítica de Putin se ha centrado en debilitar la unidad de Estados Unidos, sembrar la discordia interna y promover candidatos o narrativas que puedan beneficiar la posición internacional de Rusia. De esta manera, el Kremlin busca avivar y extremar la división de los dos campos políticos estadounidenses, por lo que sus elogios hacia Harris tendrían como objetivo crear una fractura dentro del Partido Demócrata y del electorado en general.

Es decir, que el presunto apoyo a Harris puede ser un nuevo intento para socavar la confianza en la democracia estadounidense con el objetivo de repetir el caos político de los comicios de 2016, en el que las acusaciones de colusión rusa causaron una desconfianza generalizada en el proceso electoral. Sin embargo, según diversos analistas políticos, Putin simplemente está jugando a ambos lados porque, aunque prefiere a un candidato más aislacionista como Trump, también debe labrar un futuro espacio diplomático si la candidata demócrata se hace con la victoria.