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Una medalla grabada, 44 llamadas perdidas y una tarjeta bancaria: cronología de un doble asesinato

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Abc.es 
Faltaban pocos minutos para la medianoche, cuando la Guardia Urbana recibió un aviso. Fue el 24 de agosto de 2019. Varios vecinos llevaban días conviviendo con un fuerte hedor que provenía de un piso de su edificio , el 6º 2ª de la calle Mossèn Amadeu Ollé, 34, en Barcelona. Los agentes trataron de acceder al inmueble pero nadie les abrió, así que a través de la sala de coordinación alertaron al hijo de la pareja de octogenarios que residía en la vivienda . A su llegada, abrió la puerta con una copia de llaves y los policías le hicieron esperar en el rellano mientras inspeccionaban el piso. No había luz porque los plomos habían saltado, así que guiaron sus pasos con una linterna y en el salón localizaron los cuerpos sin vida del matrimonio, Manuel y Piedad . El cuerpo de ella, en una butaca, con una decena de puñaladas. El de él, en el suelo, con otras 14 cuchilladas. «La experiencia permite deducir que hay algún tipo de vínculo entre autor y víctimas , por el número de puñaladas . Para matar a alguien no hacen falta 14», ha detallado este miércoles el cabo Bosch, del grupo de Homicidios de los Mossos que investigó el crimen. Lo ha hecho a preguntas del fiscal, durante la tercera sesión del juicio al acusado de haber matado al matrimonio , Marcos F., un comercial de productos sanitarios, con una condena previa por estafa , que los había conocido unos meses antes, cuando consiguió cerrar varias ventas. Ahora se enfrenta a dos peticiones de prisión permanente revisable por sendos asesinatos con enseñamiento y alevosía pero, hasta llegar a sentarlo en el banquillo, la Policía catalana abrió varias líneas de investigación. La mañana siguiente al hallazgo de los cadáveres, los agentes volvieron al piso para proseguir con la inspección ocular. «Hacía falta luz diurna para buscar objetos, material, huellas, hacer fotos, y conseguir el máximo de información para empezar con las líneas de trabajo», ha precisado el investigador. La escena del crimen era un domicilio familiar, donde residía el matrimonio de octogenarios. El piso estaba muy ordenado, también el comedor, donde se localizaron sus cadáveres. Pero hubo un detalle que llamó la atención de los investigadores: sobre la mesa había dos documentos bancarios en los que constaban una serie de movimientos y también la cartera de Manuel . El teléfono de la casa tenía 44 llamadas perdidas . Luego comprobarían que a partir del 15 de agosto nadie volvería a usarlo. La primera hipótesis que se descartó fue la de la violencia doméstica, la del homicidio-suicidio. « El arma no se encontró allí [ninguno de los cuchillos del piso era compatible con las lesiones], es imposible que ocurriese», ha apuntado el cabo, a preguntas del fiscal, Félix Martín. En cuanto a un posible robo, en la habitación del final del pasillo, los agentes localizaron una hucha con 350 euros . Siete billetes de 50. Pero también unas anotaciones manuscritas de cada vez que Piedad o Manuel añadían un nuevo billete. La cantidad total debía ser el doble. Lo que faltaba lo tenía el fallecido en su bolsillo. «En principio puede no ser un robo, pero pueden haberse llevado otras cosas. Avanzamos conforme avanza la investigación», ha precisado el mosso. Y es que el acusado sí se llevó pertenencias de las víctima s. Varias joyas, entre las cuales, una medalla grabada con la fecha de nacimiento y las iniciales de su único hijo , Fernando. El sospechoso de haberlos matado la empeñó al día siguiente del crimen, el 17 de agosto de 2019, aunque esa información la recabaría la Policía catalana tiempo después, ya avanzadas las pesquisas y con Marcos F. en el punto de mira. Primero, en paralelo al trabajo de los forenses, los investigadores trataron de determinar la fecha de la muerte del matrimonio, dado que sus cuerpos se localizaron en avanzado estado de descomposición. A los testimonios de vecinos -que, pese a que intentan ayudar, pueden ser imprecisos, tal y como ha constatado el cabo-, se unieron las grabaciones de diversas cámaras de seguridad de la zona , así como el registro de llamadas . La mañana del 16 de agosto, Manuel acudió a su banco, una oficina de Caixabank, a recoger una nueva tarjeta bancaria. ¿El motivo? Una semana antes había dado de baja la anterior al haber detectado varios movimientos que él no había realizado. Quien sustrajo la tarjeta a Manuel fue el comercial, ahora acusado de matarlos: Marcos. Primero intentó retirar dinero de un cajero próximo al domicilio del matrimonio . No lo consiguió porque introdujo mal el pin. Luego hizo lo propio en Sant Boi (Barcelona), y ocurrió lo mismo. « Su teléfono lo posiciona en el lugar donde se hicieron los intentos de extracción », ha certificado el mosso, durante su declaración en la Audiencia de Barcelona. El 7 de agosto, su titular la anuló, pero la tarjeta «de manera misteriosa, volvió a la cartera de Manuel». Los Mossos la encontraron en su interior, durante la inspección ocular, después de que el matrimonio hubiese sido asesinado. Los agentes investigaron también a un vecino, después de que la Científica encontrase en el pomo de la puerta de las víctimas un resto que luego resultó no ser lo que parecía: sangre. Además, la limpiadora del inmueble certificó que ella los había limpiado el 22 de agosto. Los cadáveres se localizaron el 24, y los habrían matado el 16. Ergo, quedaba descartado. Lo mismo pasó con los operarios que, días antes, habían realizado tareas de mantenimiento en el edificio -y a los que extrajeron muestras de ADN, por si acaso-. Para aquellas fechas, ya habían terminado y ninguno estuvo en el inmueble cuando mataron a Manuel y Piedad . «No había ningún tipo de vínculo, ni nada incriminatorio». El hijo del matrimonio estuvo de viaje en Croacia varios días. Lo demostró con facturas de alojamientos y restaurantes, por lo que quedaba igualmente fuera del radar de los investigadores. Fueron otras facturas las que llevaron a los policías hasta el único sospechos o, que ahora se sienta en el banquillo: Marcos F., que había vendido al matrimonio un masajeador de pies y una butaca eléctrica, entre otros objetos. En los documentos constaba su número de teléfono. Cuando los agentes analizaron las comunicaciones de las víctimas, vieron que con dicho número habían intercambiado 50 llamadas durante los últimos meses. Un contacto que finalizó «a mediados de agosto», coincidiendo con la fecha del crimen. Poco antes, el 9 de ese mes, Manuel llamó a Marcos porque se dio cuenta de que le había robado la tarjeta . Hablaron durante 20 minutos. Tres días más tarde, el acusado realizó búsquedas sobre comprar burundanga. El 14 de agosto fue la última vez que llamó al matrimonio. Dos días después [el del asesinato] y sin aviso previo, se presentó en la casa, según ha demostrado el posicionamiento de su móvil , y permaneció allí durante tres horas. «Concluimos que la muerte se produjo entre las 15.00 y las 18.00 horas del 16 de agosto de 2019. Marcos se apoderará [entonces] de las joyas y las venderá el 17, 21, 27 y 30» de ese mes, ha indicado el investigador de Homicidios. Fue así como los Mossos llegaron a la conclusión de que el asesino de Manuel y Piedad «no podía ser otro» que el acusado. La tesis de las acusaciones es que lo hizo para evitar ser descubierto, tras haberles robado. El juicio continuará mañana, jueves, con las periciales. Se espera que el acusado declare durante la última sesión.