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El pueblo aprendió que estaba solo

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“El pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza” Rodolfo Walsh, periodista y escritor argentino

El camino hacia el 28 de julio no fue fácil. De manera similar, el editorial del diario El Nacional del 5 de mayo destaca que todos o la mayoría de los venezolanos sabíamos de antemano los innumerables obstáculos con los que irremediablemente nos íbamos a topar. Dentro del menú de posibilidades poselectorales, muchos contemplábamos un gobierno derrocado y sin brújula; un candidato oficialista rechazado por la inmensa mayoría que deseaba un cambio de sistema y el retorno a la libertad. Asimismo, cabe acentuar, que el régimen intentaría por todos los medios torcer tanto la voluntad popular violando los compromisos asumidos con la oposición en presencia de actores internacionales como las normas fundamentales que no son negociables, relativas a la libertad de elegir y de decidir nuestro propio destino.

El desafío en estos nuevos lapsos, fraccionando la historia en un antes y un después de la elección primaria del 22 de octubre de 2023, los venezolanos logramos por propia voluntad, en directo, sin mediadores, con la decisión definitiva de rescatar para nosotros los principios de la democracia, del progreso, bajo la tesis del liberalismo, base programática “Venezuela Tierra de Gracia”, en la cual sin ninguna duda estuvo presente la mano de María Corina Machado (MCM). Cabe decir, la filosofía del liberalismo que alcanza la libertad individual, la igualdad ante la ley, la separación de poderes, la defensa de la propiedad privada y la restricción del todopoderoso Estado. Desde luego, es el dorso, el revés, de lo que ha resultado de los fundamentos de estos veinticinco años donde lo absurdo siempre ha prevalecido. Cosas tan singulares como “ser rico es malo”, que en contraposición significa que ser pobre es bueno. En oposición a este desatino: malo es ser pobre, lo ideal sería que todos fuésemos ricos. Es decir, un país donde nadie, ningún compatriota viva en la miseria, alimentándose de las sobras en una pelea a cuchillo con el hambre para no morir de mengua; esa competencia con el infortunio por culpas a las ideas, a las proposiciones añejas del socialismo.

Afortunadamente, el venezolano se ha levantado, se ha sacudido de ese mal que han dado en llamar el “pesimismo aprendido”. Donde todo es una oscurana, una noche tenebrosa, donde siempre afloraba una palabra, una frase, para derrumbar cualquier elemento, cualquier argumentación que significaba salir del régimen a través de elecciones o de cualquier otro método que se moviera dentro del círculo de la violencia. Como de manera incansable lo viene repitiendo MCM, Venezuela cambió, los venezolanos no son los mismos a partir de la elección primaria que, para bien de la libertad y la democracia, se llevó a cabo el 22 de octubre de 2023 con una altísima participación de nuestros compatriotas. Ese día, se partió la historia en dos pedazos y catapulta a MCM, mientras hunde en el barro del disparate a quienes han gobernado el país estos últimos veinticinco años. Mientras tanto, la comunidad internacional observa de cerca el desarrollo del proceso, alejando cada vez más del actual gobierno la legitimación que tanto ansía. Esta imperiosa necesidad de legitimarse fue, precisamente, lo que permitió se llevaran a cabo las elecciones presidenciales del 28J, tanto así es de importante esa legalización.

En definitiva, nuestro país no está aletargado y menos aún acobardado; si bien cauteloso y prudente, mantiene su espíritu de lucha. Lo que sucede es que el régimen emplea toda su maquinaria en disgregar las fuerzas que puedan poner en peligro el mal uso de su autoridad y poder. Se ha dedicado a la fragmentación de cualquier esfuerzo unitario que se pueda producir. Por eso echa mano de la represión para apresar a esa inmensa mayoría que anhela y merece un país mejor. Nuestra sociedad está especialmente necesitada de momentos de sosiego, de ilusión y de esperanza. Pero, por piedad, si la esperanza es arrebatada, nuestra sociedad queda inerme y desamparada, sin porvenir siquiera. Tenemos ilusiones. Pero no podemos simplemente esperar a que esas esperanzas se hagan realidad. Debemos llevarlas a ser tangibles en las realidades de nosotros mismos. Quizá, entre otras cosas, recurriendo a aquellos que tienen influencia, pero permanecen quietos en vez de actuar. O bien como expusiera nuestro poeta, AEB, en su poesía, Presentación mural del hombre honrado: “Representas muchos intereses, pero nunca recuerdas el interés del pueblo. Que roben, que asesinen, que recluten, pero que tú y la cárcel se saluden de lejos. La honradez de la patria no habrá sufrido nada mientras tú no estés preso”…

garciamarvez@gmail.com

La entrada El pueblo aprendió que estaba solo se publicó primero en EL NACIONAL.