¿Cerrar las puertas?
Honestamente, cerrar las puertas al foráneo es una crueldad. Ahora bien, pensar que abrirlas acrítica e incondicionalmente es la ayuda que necesita es ingenuo, además de que decidir cuánta gente puede entrar en un país, que seguramente sea menos de la que despierta la solidaridad, constituye de por sí un asunto muy desagradable.