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Октябрь
2024

Austria desata el temor en la UE a un frente pro ruso que amenace la ayuda a Ucrania

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Bruselas se ha despertado conmocionada tras la victoria incontestable del partido ultraderechista FPÖ en Austria. Aunque los partidos considerados euroescépticos y con posturas radicales frente a asuntos como la inmigración, han dejado de ser un rara avis en el panorama europeo, es la primera vez que una formación fundada por ex miembros del partido nazi y de la SS consigue ser la fuerza más votada y tiene opciones serias de gobernar.

Tras las elecciones europeas del pasado 9 de junio, el mensaje oficial de las instituciones europeas intentó ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Si bien era imposible obviar los buenos resultados de lo ultras en muchos países, la proporción entre partidos pro-europeos en el hemiciclo permitía establecer un poderoso cordón sanitario que mantenía la gran coalición de populares, socialistas y liberales a salvo.

Pero el comienzo del curso político no ha podido ser más desalentador después de la victoria de la ultraderecha de AFD en el Lander alemán Turingia y los buenos resultados en Sajonia. Los riesgos son muchos. Uno de los principales temores reside en la formación de un eje pro-ruso en la UE que ponga en cuestión el apoyo a la ayuda a Ucrania que puede ser más necesaria que nunca si Donald Trump vuelve a la presidencia de Estados Unidos tras los próximos comicios del 5 de noviembre. Hasta ahora, era el primer ministro húngaro Viktor Orban el principal caballo de troya en el seno de los Veintisiete, pero ahora pueden unirse otros países como el eslovaco Robert Fico o la República checa según lo que suceda en los comicios del año que viene.

Esto supondría un serio revés para el segundo mandato de Ursula von der Leyen al frente del Ejecutivo comunitario ya que ha hecho del apoyo a Kiev una de las principales apuestas geopolíticas de un club comunitario que aspira a convertirse en un actor global influyente frente a EEUU y China.

Las buenas relaciones entre la ultraderecha austriaca y Orban no son ningún secreto. El mandatario húngaro se ha apresurado a felicitar a su líder, Herbert Kickl, por una “vitoria histórica”y ha asegurado que esto supone un nuevo “triunfo para los Patriotas”, en referencia al nuevo grupo formado en la Eurocámara y que se ha convertido en el tercero más numeroso del hemiciclo.

Para Marine Le Pen, los buenos resultados de este partido en Austria “confirman el triunfo del pueblo”. El holándes Geert Wilders, cuyo partido se convirtió en el más votado en las últimas elecciones, ha asegurado que “los tiempos están cambiando. Identidad, soberanía, libertad y no más inmigración ni asilo ilegal es lo que decenas de millones de europeos anhelan”.

El Partido Popular Europeo austriaco se enfrenta ahora a la disyuntiva sobre pactar o no con la ultraderecha. Luís Montenegro, el líder del centro derecha portugués cuyo partido pertenece al Partido Popular Europeo (PPE), se ha convirtió en primer ministro sin pactar con Chega, siguiendo el ejemplo de la CDU de Angela Merkel que siempre se negó a cualquier acuerdo con la ultraderecha de Alternativa para Alemania y estableció un férreo cordón sanitario.

Pero no todas las formaciones de centro derecha europea han optado por aislar a partidos considerados populistas sino que otros no han dudado en pactar con ellos como, por ejemplo, en Finlandia, donde el partido conservador de los Verdaderos Finlandeses ha entrado en el Gobierno con 7 carteras.

En Suecia, el líder del Partido Moderado, Ulf Kristersson, también consiguió el poder en el 2022 gracias al apoyo del partido Demócratas de Suecia ( considerado de ultraderecha), aunque sin formar parte del Gobierno. En Italia, el partido Forza Italia, fundado por Silvio Berlusconi y perteneciente al PPE, también ocupa importantes carteras dentro del Gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni.

Sobre la dificultad de pactar con fuerzas eurófobas, el mejor ejemplo es lo sucedido en Holanda. Después de que el líder de ultraderecha Geert Wilders se convirtiera en el candidato más votado, se ha visto obligado renunciar a convertirse en primer ministro, pese a que su partido se impuso en los comicios con un 23,5% de los sufragios.

A pesar de esto, y tas unas negociaciones que han durado seis meses, se ha llegado a un acuerdo con cuatro partidos en el que los liberales de VVD (Renew, la misma fuerza a la que pertenece Macron) pactaran con la extrema derecha, aunque se ha buscado un perfil independiente como primer ministro.