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Сентябрь
2024

Pese lluvia y muros, marchan en memoria de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa

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Ni la lluvia, ni los muros de concreto pudieron contener 10 años de lucha. Y el reclamo por la falta de respuestas en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa volvió a sonar en el Zócalo de la Ciudad de México. Padres, madres y compañeros de los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgosparalizaron el primer cuadro de la capital.A la protesta se sumaron organizaciones estudiantiles, de profesores, campesinas, y algunos encapuchados que colorearon el reclamo con explosivos caseros, bardas pintadas y cristales rotos.Fueron convocados desde las 16:00 horas, pero se les hizo temprano, 22 autobuses repletos de estudiantes, arribaron una hora antes a Reforma. Los normalistas viajaron desde Tixtla, Guerrero, para volver a reclamar en las calles de la capital, como cada 26 de septiembre.¿Cómo fue la protesta por desaparición de normalistas?Las calles ya los estaban esperando; inmuebles tapiados, hoteles, bancos y restaurantes completamente blindados con tablas, y hasta muros de concreto que fueron colocados para impedir que los contingentes ingresaran a la Plaza de la Constitución.Un puñado de padres fue acomodado al frente, portando sólo una playera y una pancarta con los rostros de sus hijos, ahí estaban los retratos de Benjamín, Marco Antonio, Julio Cesar, de sus compañeros, de aquellos que fueron levantados en 2014 por la policía municipal de Iguala, y por quienes no se deja de marchar. Les rodearon organizaciones de la sociedad civil, defensores de derechos humanos, medios de comunicación que no los dejaron de acompañar.Atrás, le siguieron estudiantes normalistas, los cabezas rapadas de Tixtla, pero también había de Michoacán, Chiapas, y de otras entidades de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas, que desde hace 10 días han protagonizado una serie de protestas que precisamente concluirán el jueves 26 de septiembre con el reclamo frente Palacio Nacional.Se sumaron estudiantes de la Autónoma Metropolitana, del Instituto Politécnico Nacional, de la Universidad Nacional Autónoma de México, o de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, universidades capitalinas, qué hicieron suya la protesta. Atrás, macheteros de Atenco, y trabajadores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).Ya mezclados entre la multitud, aparecieron los encapuchados, no superaban los 50; mascadas, pasamontañas, o una playera envuelta en la cabeza para cubrir su identidad, de negro, con aerosol, palas y picos, listos para accionar.Aún no comenzaba la marcha de manera oficial, cuándo se escuchaban estallar los primeros artefactos explosivos. El reflector ya no fue para los padres, ni para las víctimas de este crimen de Estado, sino para los encapuchados que querían hacerse notar:“¡No graben! ¡Prensa Vendida!”, gritaban contra los medios, al tiempo que lanzaban pintura contra las cámaras de televisión que documentaban los desmanes y los reflectores se los llevaron los disturbios.Avanzaron los padres, que en ningún momento dejaron de reclamar al Estado mexicano, a la otrora procuraduría ahora fiscalía, a dos gobiernos, el de Peña Nieto, y el de Andrés Manuel López Obrador, al Ejército mexicano, y una década de mentiras. A la par, avanzaron las pintas y la catarsis contra todo lo que se ponía enfrente. Recuerdan a Yanki KothanSe dividieron en el antimonumento a los 43, la marcha retomó su rumbo y los encapuchados se dispersaron en el cruce de Reforma con Bucareli. Ahí, alzaron la voz algunos de los padres, contaron del 1 al 43, reclamaron por asesinatos como el del normalista Yanki Kothan en marzo de este año, y por el cumplimiento del artículo tercero constitucional.Juárez, Eje central, 5 de mayo sin contratiempos, hasta que literalmente toparon con pared. Autoridades capitalinas habían determinado que era buen momento para colocar baldosas de cemento e impedir el paso de los vehículos. Imposible moverlos sin maquinaria pesada, y ni la fuerza de un grupo de estudiantes normalistas pudo quitarlos del camino.Decidieron dejar los vehículos, el autobús con perifoneo se estacionó y los padres ingresaron por un estrecho espacio, los más habilidosos lograron saltar el muro, para finalmente ingresar a la plaza pública, sorteando un nuevo obstáculo en el camino por la verdad.Ya en la plaza, un templete, equipo de sonido y una planta de luz había sido montada. Ahí, activistas, abogados, representantes estudiantiles les cedieron el micrófono a los padres.Padre de víctima toma la palabraMagdaleno, padre de un normalista, tomó la palabra y le contestó su carta al presidente López Obrador.“Exijamos que cumplan como servidores públicos los compromisos y las demandas de nuestra gente (...) Tantos golpes, tantas represiones, tanta criminalización por parte del gobierno morenista (…) Si hoy nos ve señor Presidente nosotros no somos los enemigos del pueblo, no somos tontos, somos hijos de campesinos pero no tontos”.Desde el normalismo, se reclamó por la criminalización hacia las comunidades rurales, por quienes no pueden defenderse y por los padres.“No nos vamos a quedar callados, no nos vamos a quedar con los brazos cruzados viendo cómo los padres de familia sufren día con día preguntándose dónde está su hijo. Dónde está nuestro compañero”, fue el reclamo.Al final de la noche, la figura de un militar de cartón fue quemada en la explanada, y se volvió a dar un último pase de lista. Autoridades capitalinas confirmaron que hubo más de 10 mil personas en la marcha, y ningún enfrentamiento con fuerzas del orden, de hecho no se les vio en ningún momento del día.Nunca dejó de llover, igual que la noche del 26 de septiembre de 2014, fecha en la que cada año padres y normalistas salen a las calles para recordar que vivos se los llevaron.RM