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Сентябрь
2024

La mejor ruta gastronómica por la comarca de las Cinco Villas

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Elegir un destino porque se come bien en él se ha convertido en una de las tareas obligadas de cualquier viajero que se precie. Sin embargo, cuando llega el otoño y toca buscar escapadas diferentes, ese criterio resulta, si cabe, aún más tentador.

Ahora que el cuerpo y la mente nos piden rincones especiales, de esos que sirven para desconectar del mundanal ruido y respirar aire fresco lejos de la gran ciudad, merece la pena aventurarse a coger el coche y recorrer una de las comarcas más bellas de la provincia de Zaragoza. Hablamos de las Cinco Villas, una comarca tan rica por su historia y su legado patrimonial como por su deliciosa gastronomía. El secreto está en la generosa despensa que emerge en los campos y bosques de su alrededor, puesta al servicio de cocineros jóvenes con mucho talento y buenas ideas, pero también de grandes maestros que han sabido mantener la esencia de la tradición.

La ruta gastronómica por la comarca de las Cinco Villas puede arrancar en Ejea de los Caballeros con uno de los restaurantes más prometedores de la escena culinaria zaragozana. Se trata de Gratal (Paseo de la Constitución, 111), un pequeño local dirigido por la batuta de David Fernández, quien consigue sorprender visualmente al comensal, pero también engatusarlo con sus sorprendentes sabores. Recomendado por la Guía Repsol, sentados a su mesa merece la pena decantarse por su menú degustación y realizar un sabroso viaje por la comarca, ya que cada plato está inspirado en alguno de los municipios vecinos, con materia prima de proximidad y trampantojos que resultan difíciles de olvidar. La explosión de colores, sabores y texturas no defrauda, mientras que la cantidad, en su justa medida, resulta todo un acierto, muy bien maridada con vinos de gran calidad.

[[QUOTE:PULL|||Resulta ideal para una escapada otoñal que combine historia y paisaje]]

La pasión y el entusiasmo por la cocina también caracterizan los fogones de El Caserío, en el número 20 de la Calle Mayor del coqueto pueblecito de Biel, en medio de la montaña. Este acogedor restaurante es culpa de Luis Romeo, un joven cocinero que ha sido capaz de dejarlo todo por perseguir el sueño de disfrutar de la cocina en la tierra de sus abuelos. Y lo consigue con matrícula de honor, ya que no solo disfruta él, sino que hace las delicias de quien se sienta a su mesa, sobre todo en otoño, cuando su carta se convierte en un festín de setas y de recetas a base de caza. Todas las piezas son cazadas y preparadas por él, lo que garantiza un sabor y una textura tan suave como sorprendente. Imprescindible probar, por ejemplo, el canelón de pasta fresca relleno de jabalí estofado en ragout de vino tinto o las albóndigas caseras de corzo en salsa de cebolla caramelizada, aptas tanto para los apasionados de la caza como para los que no, pues su sabor resulta una maravilla. Las migas elaboradas con pan del horno de leña de Biel y huevo Valdelobos tampoco defrauda, aunque hay que dejar hueco para el postre, pues todos son caseros, como la irrepetible tarta de queso o la de Lotus.

La otra parada obligada que debe hacerse en un viaje a la Comarca aragonesa de las Cinco Villas es, sin duda, Sos del Rey Católico, una villa tan histórica como turística, pues parece sacada de un cuento gracias a su arquitectura a base de piedra. No en vano, está declarada Conjunto Histórico-Artístico, por lo que perderse por sus calles y recorrerlas a pie nos permite descubrir rincones y paisajes que quedan grabados en la retina. Y esos pasos nos llevarán, probablemente, al centro del pueblo, donde espera Fernando Almarcegui en el Hostal Las Coronas (Calle Pons Sorolla, 2) con los brazos abiertos para agasajar al viajero. En su carta ofrece platos combinados con productos de la zona, pero sobre todo sorprende por su menú del día marcado por la cocina tradicional, aunque cargado de innovación, ya que, aunque es un maestro de los fogones desde hace décadas, sigue innovando en cada plato.

El mejor ternasco de Aragón

El broche de oro a la ruta gastronómica por la comarca de las Cinco Villas queda un poco más lejos, pero de vuelta a casa, ya sea dirección Madrid o Barcelona, hay una parada imprescindible en Calatayud. Allí toca reponer fuerzas en la Hospedería Mesón de la Dolores (Calle Sancho y Gil, 4), probablemente el hotel y restaurante más famoso de la ciudad. Su restaurante es el vivo ejemplo de la tradición, con platos típicos de Aragón, servidos en un espacio decorado con un estilo muy particular que nos transporta al pasado, gracias a los trajes de época de su personal. Entre los platos que no hay que dejar de probar destacan los garbanzos con congrio a la bilbilitana, las borrajas con arroz y almejas y, por supuesto, la paletilla de ternasco al barro, una delicia que ha sido reconocida con el Premio al mejor ternasco asado tradicional de Aragón. Sin duda, el colofón ideal para regresar con un buen sabor de boca.