Dos titanes en el Alcázar
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El público llegó al Real Alcázar en la creencia de que iba a presenciar un duelo de titanes, tales eran los protagonistas de la noche. Cada uno en su territorio es un rey coronado. La guitarra de José Antonio Rodríguez, el cante de El Pele y el baile de Antonio Canales. Dos cordobeses y un sevillano para una cita que la Bienal había titulado 'Maestros', y con razón. Y le habían puesto el broche de 'Noche única'. Pero poco antes de comenzar el espectáculo me dicen que el encuentro entre las tres figuras, que era el deseado para que la noche de verdad fuera única, no se iba a producir. No íbamos a tener en la retina para siempre el insólito momento en que tres titanes del flamenco actuaran juntos. Sin embargo, hay que tener fe y pensar que el flamenco puede con todo, y así ocurrió. Abrió la noche José Antonio Rodríguez, impecable con su guitarra y manejando un sampler con el pie con los sonidos pregrabados que introdujo en determinados momentos de sus temas. Con un siempre impecable toque comenzó en la fría noche, sí por fin pasamos frío en la Bienal, con el tema 'Nana para un niño grande ', en el que sí introdujo sonidos ajenos. Siguió la soleá 'Guadalcazar' y continuó con una rondeña titulada 'Athena'. Preciosos los ritmos por colombianas del tema 'Cabo de Vela' y culminó con su bulería, 'Manhattan de la frontera'. La guitarra de Rodríguez siempre nos hace vibrar, y aunque empezó algo frío, su toque fue cogiendo altura hasta llegar a lo más alto en los picados y en los remates, cada día más originales. Cuatro temazos para comenzar la noche, de uno de los grandes guitarristas de nuestro flamenco hoy. El Pele llegó con su sempiterna mascota puesta del revés y vestido de blanco. «Tengo que dar las gracias a todos los aficionados del flamenco para que esto siga adelante, porque esto es lo que adoramos, el flamenco», dijo el cantaor, y se embarcó por malagueñas desplegando su voz hacia arriba con la impresionante guitarra de Niño Seve, que está en estado de gracia. El Pele no tiene voz, tiene un regalo en su garganta. Y hace las melismas y los remates en susurros como si fuera algo natural. Canta por soleá y por seguiriyas, y el público se levanta de la silla y aplaude con fervor, ya no se nota ni el frío. Y llega su alegría, esa que tantas veces hemos podido escuchar y de la que nunca nos cansamos. Embarca el cante y entonces el escenario se ilumina con su voz hacia arriba y los quiebros donde quiere meterlos. Inmenso. No quiere despedirse, pero los tiempos están medidos, y ha llegado su hora de decir adíós al público, y lo hace por lo bajini, cantando el 'tirititrán, tan tan', y diciendo adiós con la mano como si estuviera rematando con el baile su propia alegría. Un disfrute. Había algunos parones entre actuación y actuación para recolocar el escenario, momentos que por cierto y como anécdota, el publico aprovechaba para descansar las posaderas de las habituales duras sillas de madera. Salen al escenario cuatro hombres vestidos de blanco. Son David de Arahal, David El Galli, Manuel de la Tomasa y José Carrasco. En eso nunca se equivoca Canales, los 'atrás' tienen que ser un delante. David de Arahal nos regala una introducción portentosa , y comienza Canales a bailar por abandolaos, rematando duro, cortando el viento, bailando al cante. Canales rotundo. Cantan pregones El Galli y de la Tomasa y el toque por soleá anuncia la vuelta del bailaor trianero al escenario. Y entonces le cantan una letra, baila Canales con flamencura, con esos brazos inmensos , y de repente, cuando han cantado una letra, se escucha una voz por detrás del público. Era El Pele, ya cambiado para irse, que se va para el escenario, y desde abajo, le canta a Canales, que va hacia la esquina y baila al cante del Pele, y ahí sí, ahí sí estuvo la Noche Única. Qué dos titanes juntos, qué gozada de cante y de baile. El bailaor le pide al Pele que suba, y mientras va, la madre de Canales, Pastora, abraza al Pele con emoción. Ahora ya están los dos en el escenario, Antonio Canales y El Pele, y éste se disculpa: «Pido perdón a mis compañeros, es que no me he podido aguantar», se ríe Canales. Saludan y continúa la soleá donde la dejamos. Remata el trianero a placer, y el espectáculo ha terminado. No se produjo el esperado encuentro de titanes, pero al menos vimos a dos ellos y la gozamos. Menos mal.