El último pueblo del Perú donde aún se practica el 'trueque': se realiza desde el Tahuantinsuyo
El trueque, una forma ancestral de intercambio de productos sin dinero, ha sido una parte esencial de la vida en los Andes desde la época del Tahuantinsuyo. Aunque hoy en día esta tradición ha desaparecido en muchas comunidades, en el distrito de Sapallanga, ubicado en la región Junín, aún permanece vigente. Los habitantes de la comunidad La Unión siguen utilizando este método como una manera de preservar su cultura y tradiciones.
¿Cuál es el último pueblo del Perú que aún practica el trueque?
La Unión, situado a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, es uno de los pocos lugares en Perú donde el trueque sigue siendo una práctica común. La preparación para el intercambio comienza desde temprano. Los lugareños, con sus llamas, bajan hacia Sapallanga para efectuar las transacciones en el mercado local.
"Invitamos a revalorar esta importante tradición, ya que muchas de nuestras raíces se originan en ella. Nuestros ancestros venían de diversos pueblos arreando sus animales para realizar el trueque. (...) El trueque es un intercambio en el que no interviene el dinero, es el cambio de un producto que el poblador no tiene, con el fin de satisfacer sus necesidades", explicó el promotor cultural Julio Bendezú en el canal de YouTube de Francisco Arango.
A lo largo del trayecto, los habitantes de La Unión transportan sus productos en llamas, combinando el esfuerzo físico con el sentido de comunidad que esta tradición fomenta.
¿Qué productos se intercambian en el trueque?
David Paitán, uno de los principales participantes del trueque, relata cómo se prepara para esta actividad ancestral: "Voy a llevar papa, olluco, mashua y chuño. Son 40 kilos de producción natural, sin químicos. Voy a traer productos de abarrotes; canjeo arroz, azúcar o lo que haya". Para el señor, el trueque es una manera de mantener viva una costumbre transmitida por generaciones. Este intercambio no solo cubre sus necesidades diarias, sino que también refuerza los lazos comunitarios.
La señora Apolinaria, residente de La Unión, comparte su experiencia en este ritual: "Cada año voy, llevo papa, olluco, mashua y chuño. Aquí solo nos trasladamos caminando. Nuestros padres practicaron esta actividad toda su vida y se levantaban a las 3 a. m. para viajar, pero ahora está desapareciendo". Para ella, el trueque es más que una simple transacción económica; es una forma de honrar a sus antepasados y continuar una tradición que ya está desapareciendo en muchos otros pueblos.
¿A qué otros lugares han ido los habitantes de La Unión para realizar el trueque?
Florencio, uno de los residentes más antiguos de la comunidad, recuerda con nostalgia cómo, en tiempos pasados, realizaba el trueque en diferentes lugares de los Andes. "Íbamos a pueblos como Sapallanga, Cocharcas, Huallaspanca y Huancán para hacer el cambio con maíz porque aquí no hay, y llevábamos papa, olluco, mashua y otros productos".
"Nosotros aportamos un poco menos y ellos contribuyen un poco más, ya que el transporte y el trayecto implican un gran sacrificio que ellos aprecian", añadió.