Crítica de "Wolfs": Brad y George: lobos ladradores, poco mordedores ★★ 1/2
Viendo “Wolfs” es fácil pensar en los tiempos en que Cary Grant y James Stewart eran razón suficiente para pasar por taquilla, apelando a todo tipo de público. Su carisma, sus manierismos, su manera particular de expresarse bastaban para crear un aura, esa condición etérea que los elevaba por encima de lo humano y, por supuesto, de la realidad de sus personajes. Si, entrados en la sesentena, George Clooney y Brad Pitt son lo más parecido a una estrella masculina de los viejos tiempos que podamos disfrutar en una pantalla, lo son desde una autoconsciencia metamoderna de la que Grant y Stewart carecían.
Es decir, lo importante es hacer visible lo que representan, el colegueo extradiegético de dos actores que han trabajado juntos en siete ocasiones y que son amigos para siempre, y que no tienen ningún interés en encarnar a otro personaje que no sean ellos mismos. Es significativo que, en “Wolfs”, interpreten a dos ‘facilitadores’, especialistas en limpiar la escena de un crimen sin dejar rastro, que visten igual, que compiten por el liderazgo de una misión imposible y que, en fin, son prácticamente intercambiables.
En realidad, “Wolfs”, que está articulada alrededor de la iconicidad de ambos actores, es una película sobre la supervivencia del estrellato en el cine contemporáneo, en un entorno en el que no hay una correlación directa entre la petición de autógrafos en las alfombras rojas y el éxito en taquilla; en una época en la que vales lo que valen los likes de tus seguidores en tiktok. Que AppleTV haya decidido estrenarla directamente en su plataforma -con un limitado lanzamiento en salas de una semana en Estados Unidos- debería valernos como diagnóstico del estado de la cuestión.
Por lo demás, el filme se reduce a establecer una dinámica de guiños cómplices entre los actores, añadiendo a la ecuación a un secundario cómico, un joven con el que emprenden un descenso a los infiernos urbanos (con un alijo de droga como ‘macguffin’) que parece un “Jo, qué noche” pasteurizado. Podría pasar por un ‘spin off’ de “Ocean’s Eleven” pero le falta el toque ‘cool’ al que Steven Soderbergh nos tiene acostumbrados.
Lo mejor:
Austin Abrams aprueba con nota su papel de ‘sidekick’ cómico, oxigenando la densidad estelar de la película.
Lo peor:
Resulta cansino que Clooney y Pitt repitan la misma broma cómplice cada dos minutos