Giacomo Roncagliolo: “Todos tenemos esta inclinación a saber más de la sexualidad de los demás”
Un repaso a la narrativa peruana reciente, a la comprendida desde el 2015 a la fecha (arco temporal caprichoso, por demás, pero que permite ordenar el panorama), arroja algunos nombres a tener en cuenta, lo cual me resulta inquietante, porque ese “algunos” no debería existir puesto que ahora hay más posibilidades de publicar y el número de autores a prestar atención tendría que ser mayor. Esto no quiere decir que habría que contarlos con los dedos, menos citar a todos como si tuviéramos plumas de primer nivel como cancha.
Lo que está sucediendo no tiene que ver con el talento, ni con la formación. Está más bien relacionado con una postura ante la escritura. Más de uno, sin importar la temática que esté desarrollando, está creyendo que “la influencia” (escribir como pide el mercado, plasmar los temas que quiere el mercado, seguir la onda de las escuelas de escritura y tantos fenómenos similares de ayer, hoy y siempre), es el camino, cuando en realidad es el asesinato de la voz interior, lo que define el estilo. Quizá me esté apresurando, pero es la impresión que tengo tras lo leído de no pocos nuevos autores peruanos. Lo mismo diría de los nuevos de la narrativa hispanoamericana.
En este orden de cosas, gratifica ver cómo un joven autor viene consolidando su estilo. Me refiero a Giacomo Roncagliolo, quien en el 2018 dejó una buena impresión con su novela Ámok y en esta ocasión confirma las expectativas con su nueva novela El fantástico sueño de aniquilar esto (Random House, 2024). De la ciencia ficción al thriller, esta novela es más que nada una exploración explosiva a los resortes de la psicología humana.
“Es un personaje que nace a partir de mis propias culpas, pero creo que es un tema que resuena con mucha gente, que es la sensación de culpa. Por ejemplo, Freud dijo que hay delincuentes juveniles que cometen actos delincuenciales para poder fijar la culpa que sienten antes de cometerlos. Entonces, yo siento que de ahí parte un poco el relato o la construcción de este personaje. Lo que hice fue tratar de hacerlo lo más culpable posible. Es un personaje que veía porno a escondidas, de ahí, digamos, fui agravando eso en el sentido de que veía porno al lado de su novia, después de que veía porno de alguien que su novia conocía, luego de que veía un video sobre la prima de su novia y por lo último: agregué que la prima era una adolescente de 13 o 14 años. Con ese combo, cualquiera puede sentirse realmente culpable, aunque en lo concreto no hubiera un acto que causara daño a alguien”, dice Roncagliolo de su personaje Jaime, su novia Paula y la prima de esta: Lucía. A ellos se suma Gerardo, amigo de Lucía y dispuesto a dar con su paradero, porque en este punto de la narración, Lucía ha desaparecido. Para dorar el contexto, en la ciudad se vive una ola de raptos de niñas y niños.
Si bien podríamos creer que esta es una novela sobre la sensibilidad de la generación actual, que ha tenido acceso a todo, la soltura del estilo contribuye a que nos remitamos a parcelas más universales, atemporales, como las zonas “prohibidas” de la dimensión humana.
“La novela podría ser una metáfora de la generación millennial, pero hay sentimientos que no surgieron a partir de internet, sino que internet ha sido una nueva forma en la que este tipo de sentimientos, o de actos de doble vida, empiezan a manifestarse. Es algo muy humano que atravesó generaciones, no estoy contando algo nuevo. Todos tenemos esta inclinación a saber más de la sexualidad de los demás”.
Esta humanidad acompaña al estilo en esta segunda novela de Roncagliolo y que lo diferencia de la moda, del cómo van los vientos y tanta cháchara de la que solo salen chancacas narrativas que, aparte de aburrir, no transmiten nada. Roncagliolo afianza su crecimiento con paso seguro. Recomendamos esta lectura.