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Сентябрь
2024

Crítica de "No hables con extraños": fin de semana en el infierno del hogar ★★★ 1/2

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Honestamente, no he visto la película danesa de 2022 de la que, ahora, James Watkins presenta su espeluznante remake, pero les digo de entrada dos cosas: primero, que lo haré en cuanto pueda porque la historia es tan interesante como pavorosa, y, segundo, que, seguro, no puede resultar mejor que esta. Porque la actual se las trae en el mejor sentido del término. Veamos: una familia estadounidense afincada hace poco en Londres y que forma un lánguido matrimonio en crisis (ella le fue infiel vía móvil y fotos subiditas de tono) y su hija de 12 años a la que nadie consigue aún separar de su conejo de peluche, conoce de vacaciones en la bellísima Italia a otra pareja, esta británica, con un niño que padece cierta discapacidad.

El descarado tipo (cómo está James McAvoy, da miedo solo con mirarlo), que parece encantador, los invita entonces a pasar un fin de semana en la finca que poseen cerca de la capital inglesa, una propuesta que, no sin dudas, acaba aceptando la pareja. Pero cuando llegan allí, y aunque estén rodeados de un hermoso entorno, la solitaria y ruinosa casa los deja de piedra: parece congelada en los años 50, y no lo decimos en plan «vintage» moderno y eso, sino por decrépita, y las sábanas están sucias, y la niña debe dormir en un conchón tirado en el suelo, y la primera cena es a base de una gansa que tenía nombre propio cuando saben que ella, la de los cuernos vía tecnológica, es vegetariana...

Mientras tanto, las señales de alarma se activan: el nene no tiene lengua pero sí el cuerpo lleno de moretones, el otrora simpático anfitrión maneja formas de psicópata cuando le llevan la contraria, pone patas arriba las convenciones sociales a su antojo y asegura, con un rifle en la mano, que no le gusta matar, pero sí la caza... Y es precisamente lo que está intentando, darles caza. Las situaciones más puramente cotidiana se transforman, entonces, en instantes tensos, delirantes, peligrosos, y hasta hay un recuerdo a esos violentos «Perros de paja» (Sam Peckinpah, 1971) con un asedio postrero, un poco precipitado y determinante. Verdad: no hablen con extraños, a veces les puede costar la vida.

Lo mejor:

Un terrorífico James McAvoy y que la película consigue mantenerte clavado a la silla

Lo peor:

Que yo jamás habría vuelto al infierno para recuperar un conejito de peluche...