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La emigración, Canarias y Vinicius

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El veloz en el césped e impulsivo o atolondrado en sus reacciones, nuestro admirado o vilipendiado Vinicius ha hecho unas declaraciones precipitadas que no comparto. Tachar a España de racista en la época en que vivimos y con la que está latiendo en otras latitudes, algunas cercanas, no es correcto.

Uno entiende la justa indignación del futbolista al ver que lo tratan de mono y cosas parecidas no dos o tres personas sino toda una franja de un estadio, pensemos en Mestalla; hay, pues, que momentáneamente comprender al jugador pero se equivoca : España, globalmente considerada no es racista.

Ahora bien, eso no quiere decir que los brotes de racismo no vayan a aumentar en un futuro próximo. El gobierno trata de camuflar que el porcentaje de delincuentes extranjeros en España es muy superior al de los ciudadanos españoles y ese dato irrefutable afortunadamente aún no se ha aposentado en la mente del hombre de la calle. La reciente llegada masiva de inmigrantes sí comienza, sin embargo, a permear la percepción de la gente y acabará, no falta mucho, haciendo aflorar la xenofobia.

Los cataclismos internacionales, la pobreza en el mundo son la causa de la avalancha migratoria pero el gobierno no ha sabido hasta ahora manejarla. En algún sentido la ha empeorado. Para comenzar, es responsable, ya en sus inicios, del efecto llamada. La acogida de aquel barco y el bombo y platillo que montó el gobierno para darle la bienvenida se corrió como la pólvora en los países emisores de personas. Luego, el gobierno miente, maquilla la situación, desprecia una vez más a la oposición y es incapaz de llegar a un acuerdo razonable con la autoridades autonómicas y menos aún de meterlas en cintura, pensemos en los remilgos hacia Cataluña, cuando se llegue a un pacto consensuado. Feijóo, de su lado, llega a un acuerdo interesante y realista con Clavijo que con Sánchez clama en el desierto.

En España crecerá el desconfianza hacia el emigrante y la xenofobia como hemos visto en sociedades muy cívicas y civilizadas. En Inglaterra alimentó decisivamente el Brexit, en Austria, Hungría, Italia, Alemania, Francia está alterando el panorama electoral y en Estados Unidos es la baza más importante de Trump ante la ahora leve favorita Harris.

Excelente ejemplo es Alemania. Un país que su pasado de remordimientos con el nazismo y su alto nivel de vida llevaron a permitir a Merkel la entrada de un millón de personas en época del drama sirio. De pronto, con el ascenso de la extrema derecha, ganadora en dos lander y con muy buenas perspectivas en Branderburgo, el gobierno de una coalición a priori buenista, Socialdemócratas, Verdes…, rebobina. No sólo restringe el asilo sino que resucita el control en las fronteras, haciendo trizas el Convenio Schengen. Los países limítrofes, Austria, Polonia, etc… ponen el grito en el cielo, no van a permitir que se rechace a nadie en las fronteras con Alemania pero hay algo de cinismo en varias naciones de la zona. Las citadas amén de Dinamarca, Suecia, Noruega, Eslovenia, Finlandia… ya empiezan a entrecerrar las puertas. Unas porque se han percatado de que la Rusia de Putin hace un dumping fronterizo con afganos, sirios, africanos…(con Putin, todo vale) para debilitar a países occidentales, otras por brotes de terrorismo, otras por la presión de una oposición que encuentra un caladero de votos en la emigración.

La señora Harris, de su lado, beatífica en otros momentos, ya ha reconocido que la permisividad angelical en la frontera es dañina y hasta habla de prolongar el otrora denostado muro. Ha dado a entender algo que no quiere oír nuestra izquierda: Una cosa es un refugiado que huye de la persecución, alguien irrechazable según el derecho internacional, y otra el emigrante económico al que hay que tratar con respeto pero que es totalmente rechazable. Es decir no tiene ningún derecho ni a entrar ilegalmente ni a quedarse aquí. ( Los menores son un caso aparte).

Lamento discrepar del Papa Francisco. Hay que acoger respetuosamente al que llega en patera o se cuela en Barajas. Pero después, no es creíble que sea “pecado mortal” rechazarlo, devolverlo a su país si ya está cubierto el cupo de acogida. Otra cosa es que se pueda ¿ pero, hombre, respetado Francisco, pecado mortal?