El tren más alto de Europa para viajeros: túneles y acantilados sobre el nivel del mar y cerca de España

Un lago con aguas de color turquesa, unas montañas impresionantes y un trenecito rojo y amarillo que las bordea a la máxima altura posible en Europa. Hasta el 1 de octubre es la fecha límite para montarse en el tren de Artouste -su estación de partida se sitúa a 1.950 metros altitud- y adentrarse en los Pirineos franceses, justo al pie del imponente pico Midi d'Ossau. La temporada, por su parte, empieza en mayo.

El viaje se realiza por las escarpadas laderas del Artouste en unos 50 minutos y a través de las ventanas de los vagones del tren -sin cristal- se puede contemplar el majestuoso valle de Ossau y la belleza del lago de Artouste, que marca el fin del trayecto. Es un viaje ideal para internarse en lo más imponente de la montaña acompañado de toda la familia.

Artouste queda muy cerca de la frontera española: se encuentra aproximadamente a media hora de viaje por carretera desde Formigal (Huesca). También está a 45 minutos de la población francesa de Laruns. De modo que es posible alojarse en ambos lugares y conocer esta zona de los Pirineos Atlánticos que cuenta con otros enclaves increíbles.

Teleférico, túneles y vías de 50 centímetros

Para llegar a la pequeña estación de tren es necesario coger el telecabina de Sagette, a orillas del Lago Fabrèges, donde se encuentra un parking gratuito junto a unas mesas para hacer pícnic. Es un recorrido de 10 minutos en el que es imposible separar la cara del la cara del cristal. Las hermosas vistas de la ladera de la montaña son solo un pequeño adelanto de lo que vendrá en el resto del trayecto, un lienzo de verdes prados, recortado por los picos de las montañas.

De este punto parte el pequeño tren, que recorre la montaña y prácticamente sobrevuela sobre el valle de Soussouéou, recorre 10 kilómetros. El paseo en tren comienza atravesando los 365 metros del túnel d’Ours. La oscuridad y el ruido de la locomotora se mezclan hasta, prácticamente, convertirse en el tren de la bruja. El tren zigzaguea al borde del precipicio por una vía de apenas 50 centímetros de ancho de un solo sentido.

Al llegar al destino comienza un camino que, en unos 20 minutos, conduce al lago glaciar del mismo nombre que el transporte. Las aguas reflejan el color del cielo en una completa calma.

Durante el viaje en tren se pueden ver marmotas, rebecos, águilas, buitres y rebaños de ovejas y cabras. Desde el apeadero término, un sendero balizado lleva hasta la misma orilla del lago glaciar, de 150 metros de largo y 90 de profundidad. Una vez allí, se despliegan unas 35 rutas de senderismo.

Existen dos tipos de excursión de un día, ambas incluyen tanto el tren como el teleférico, tanto de ida y vuelta que se pueden reservar en su web. El billete 'descubrimiento' es para excursiones de medio día y cuesta 27 euros, mientras que el ticket 'escapada' para excursiones de un día y cuesta 33 euros.

Los tiempos de duración de la excursión son los siguientes:

Historia

El tren de Artouste no se construyó pensando en el turismo. La historia se remonta al descubrimiento del lago por parte del abad Ludovic Gaurier a finales del siglo XIX. A comienzos del siglo siguiente, lo que interesaba del lugar era el aprovechamiento de la masa de agua para generar electricidad con la construcción de una presa.

 El terreno montañoso era extremadamente difícil, y no había caminos que facilitaran el transporte de maquinaria y materiales hasta el sitio de construcción. Por esta razón, se decidió crear una línea ferroviaria de vía estrecha para facilitar el acceso a los ingenieros y obreros que trabajaban en la construcción. La presa de Artouste llegó a contar con más de 3.000 trabajadores activos en una construcción que duró casi 10 años.

De este modo, la línea fue construida originalmente en 1924 para transportar a los obreros con sus herramientas de trabajo y materiales de construcción para crear la presa en este lago como parte de una serie de centrales hidroeléctricas en el valle del Ossau entre los años 1920 y 1932.

Se utilizó como tren de servicio hasta 1929, cuando se puso en servicio la presa, luego para el mantenimiento de las instalaciones hidroeléctrica. Una vez finalizada esta obra, se vio el potencial turístico de la línea y se pusieron en marcha los primeros trenes turísticos en 1930.

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