Una evolución por pelotas
Son muchas las culturas y los países que han practicado algún juego de pelota. Existen muchas modalidades. El tamaño, los materiales y la utilización del balón han variado a lo largo de la Historia. Una de las pelotas más antiguas del mundo fue fabricada de lino y cuerdas prensadas, y encontrada en una tumba de un niño egipcio del 2500 a.C.; posiblemente era uno de sus juguetes. En el año 2019 se encontraron varias del tamaño de un puño en unas tumbas de jinetes datadas en 2000 a.C.: se trataba de objetos esféricos confeccionados en cuero y rellenos con pelo de animal y otro material suave. Tras múltiples investigaciones, también se cree que ya fueron utilizadas en un juego de equipo similar al polo en el que los jinetes golpeaban la bola posiblemente a caballo. Y en las culturas mesoamericanas existen evidencias de su uso desde 1600 a.C., sin que conozcamos las reglas del juego aunque se conservan mayoritariamente los escenarios de los partidos, como el sitio arqueológico del Paso de la Amada, en Chiapas, y alguna de caucho.
El juego de pelota se practicaba tanto en la vida cotidiana como forma de resolver conflictos y hasta en celebraciones religiosas, donde simbolizaba un complejo ritual en el que Huitzilopochtli, el dios sol, vencía a su hermana la luna para dar lugar al amanecer. El juego se mantuvo entre los diferentes pueblos mesoamericanos a lo largo del tiempo y se han encontrado evidencias en Montealbán, capital de los zapotecos (500 a.C.-500 d.C.), y en Chichén Itzá, donde se conserva uno de los marcadores del juego.
Pero la pelota tuvo otros usos y formas en el mundo mediterráneo antiguo. En la Grecia clásica existieron múltiples deportes, como el epykiros, reconocido por la FIFA como antecedente del fútbol y en el que se fomentaba el trabajo en equipo. Se jugaba con un esférico hecho a partir de la vejiga de un animal recubierta de cuero y pintada con brillantes colores llamada «follis». Requería de dos equipos de 12 a 14 jugadores cada uno que trataban de lanzar el balón por encima del equipo adversario. Aunque en principio lo jugaron los hombres, también fue practicado por mujeres, como refleja Homero en la «Odisea». Plutarco menciona en la «Vida de Alejandro» una escena donde los macedonios juegan a la pelota y en la que Serapion recrimina al poderoso Alejandro que nunca atinaba en el tiro. Había otros juegos como el feninde, donde la habilidad consistía en engañar al contrincante con respecto a la dirección que la pelota iba a seguir, evitando así que pueda devolver el tiro.
En 146 a.C., los romanos conquistan Grecia y heredan deportes como el epykiros, adaptándolo al entrenamiento militar y cambiando su nombre por harpastum. El terreno de juego era un rectángulo delimitado con cuerdas y el objetivo consistía en llevar una pelota al otro extremo del campo utilizando toda la violencia que fuera necesaria, excepto matar. Cada punto se conseguía al llevar y tocar el balón con la cuerda, y las peleas entre los jugadores acababan en dicho punto.
Al mismo tiempo, el deporte con pelota se popularizó en Roma; el médico de Pérgamo, Galeno, comentaba los beneficios de su práctica: «Incluso los más pobres juegan con una porque ella no necesita de redes, armas, caballos, ni perros de caza... Y lo que es más conveniente, todos pueden jugar independientemente de su propiedad y su trabajo. El juego de pelota no solo es un buen ejercicio para las piernas, sino que también es bueno para las manos. También se ejercita la vista, ya que cualquiera que no pueda calcular su órbita ni siquiera puede atraparla».
Un peligro público
Las distintas modalidades se popularizaron de tal manera que llegaron a ser un peligro en el tráfico rodado, exigiéndose que se estipularan días de uso del Campo de Marte, donde los entrenamientos militares debían sustituirse por actividades lúdicas. Otra modalidad de juego era con palas, lo que daría lugar durante la Edad Media al tenis, un deporte que causaba sensación en las diferentes cortes. Encontramos así pelotas de tenis del siglo XV. Por su parte, el harpastum romano pudo ser la base del calcio florentino, cuyas normas se publicaron en 1580 por Giovani di Bardi: dos equipos de 27 individuos de los que cinco eran porteros. Hacían un agujero en el suelo del campo rival y se debían lograr más puntos que el contrario. El calcio era para aristócratas que lo practicaban entre la Epifania y la Cuaresma, llegando a jugar hasta los papas (Clemente VII, León XI y Urbano VIII).
Muy diferente era el fútbol de carnaval, en el que, a veces, participaban pueblos enteros. Cualquier forma de trasladar el balón hasta la meta contraria era válida, incluso hasta cuando esta se encontraba en el municipio rival. De forma paulatina se fueron creando leyes que regulasen la actividad del fútbol de carnaval, se crearon escuelas y las reglas de Cambridge fueron tomadas como base para la creación de la Football Association en 1863. El esférico sigue levantando pasiones en nuestros días.