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Сентябрь
2024

Álvaro Martín: derecho y empresa, pero no atletismo

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Abc.es 
No eran ni las siete de la mañana y Álvaro Martín ya estaba calentando y estirando junto a los Jardines de Trocadero, preparándose para competir en el relevo mixto de los Juegos de París junto a María Pérez. Solo cinco días antes se había colgado el bronce en los 20 kilómetros y estaba a escasas tres horas de proclamarse campeón olímpico . Cuando se cruzó con su entrenador supo que era el momento de decírselo: 'Jose, este es el último baile'. José Antonio Carrillo, el técnico de Cieza que ha dirigido los años más exitosos del marchador, no se sorprendió. No era la primera vez que hablaba con su pupilo de una posible retirada. «En noviembre, después de que se proclamara doble campeón mundial en Budapest, ya hablamos de esa posibilidad -explica el preparador a este periódico-. Él pensaba que si en París la cosa iba bien sería el momento ideal de dejarlo». Y la cosa fue bien en París. Dos medallas, una de ellas de oro, para rubricar un palmarés excepcional que cuenta también con dos títulos europeos. Martín, que en junio cumplió 30 años, entendió que había colmado todos sus sueños deportivos, pero que aún guardaba otras muchas inquietudes en su vida por cumplir. Fue en París, también, donde decidió que anunciaría al mundo su decisión el pasado 7 de septiembre, aprovechando que ese día le entregaban la Medalla de Extremadura y estaría acompañado por toda su gente. «Es hora de seguir conquistando cosas más allá de una pista de atletismo», dijo el de Llerena en su discurso, después de poner al auditorio del Teatro Romano de Mérida en pie. Martín tiene dos carreras (Políticas y Derecho) y se dispone a empezar un doble máster de Acceso a la abogacía y Derecho de la Empresa en una prestigiosa firma internacional. Intuía que su nivel de entrenamientos no podría ser el mismo que hasta ahora. «En la marcha todo eran incógnitas -corrobora Carrillo-. ¿Qué iba a hacer dentro de cuatro años en Los Ángeles? Tendría que demostrar lo mismo. O ser bicampeón del mundo otra vez… Él ahora tenía la opción de dejarlo en lo más alto y ejercer como abogado, que es para lo que ha estudiado». «No quiero que me encuadren solo como deportista -anticipaba el propio atleta a finales del año pasado, al poco de concluir los estudios de su segunda carrera-. Mis padres me han dicho desde pequeñito que además de entrenar y de competir, tengo que estudiar. Lo he visto como algo necesario». Por ahí quiere continuar su camino, pese a que eso suponga renunciar al dinero de patrocinadores o futuras becas. En la decisión de Martín no solo han pesado los estudios. El esfuerzo del deporte de élite, las largas temporadas fuera de casa, alejado de su familia y de Mar, su novia, y la propia situación de su disciplina, fueron minando su resistencia en los últimos tiempos. «No puedes evitar pensar que seguir es una tontería, que están jugando con nosotros y que es mejor dedicarse a estudiar o trabajar y a tomar por saco», reconocía a este periódico hace un año, cuando aún no se sabía si la marcha seguiría en el programa olímpico. Martín se ha convertido en los últimos meses en la principal voz autorizada del atletismo español en la lucha contra el dopaje. Fue él quien se reunió con el presidente del Consejo Superior de Deportes, José Manuel Rodríguez Uribes, cuando saltó la polémica de los expedientes de positivos irregulares por la CELAD, la Agencia Antidopaje Española. Y fue él también quien sacó el compromiso al Gobierno de reformar la institución. Por ese carácter reivindicativo, y también por su formación, se le ha situado muchas veces como un candidato ideal para suceder a Raúl Chapado al frente de la Federación Española. No van por ahí sus preferencias, al menos de momento, aunque su retirada no implica, ni mucho menos, que se desvincule de su disciplina. «Álvaro va a seguir defendiendo a su gremio, al de los deportistas, porque lo lleva en la sangre. Siempre ha salido a defender a cualquiera que le ha pedido ayuda. Él es así. No lo puede evitar», explica Carrillo, que aún se emociona al hablar de las virtudes del marchador. El preparador murciano, 68 años, también reflexiona si merece la pena seguir. En París logró su sueño de emular a Sam Mussabini, el entrenador de 'Carros de fuego', y romper su sombrero de paja de un puñetazo al ver a Martín en el podio . Cerró el círculo, y ahora también le cuesta encontrarle sentido a tanto esfuerzo.