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Сентябрь
2024

¿Por qué la fruta madura es más dulce?

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Abc.es 
Recuerdo cuando era niño, una manzana era un evento. Crujiente, un poco ácida, con ese punto justo de dulzor que te dejaba con ganas de más, pero sin empalagar. Ahora, las manzanas parecen haber sido sometidas a un tratamiento de spa en un resort de lujo, emergiendo con una dulzura tan intensa que casi podría servir como sustituto del azúcar en el café. ¿Y las fresas? Antes eran pequeñas joyas rojas, ácidas y perfumadas, que exigían ser paladeadas lentamente. Hoy en día, son bombas de azúcar disfrazada de fruta, tan dulces que casi puedes sentir cómo se te pega en los dientes. Por no hablar de las uvas. Esas pequeñas esferas de néctar que parecen haber sido diseñadas en un laboratorio para activar nuestros centros de placer. Cuando una fruta madura, experimenta una serie de transformaciones bioquímicas que alteran su sabor, textura y aroma. Uno de los cambios más notables es el aumento de su dulzor. Pero, ¿por qué ocurre esto? En el interior de la fruta inmadura, se encuentran grandes cantidades de almidón, una molécula compleja de azúcar. A medida que la fruta madura algunas enzimas descomponen este almidón en azúcares más simples, como la glucosa y la fructosa. Estas moléculas son mucho más dulces al paladar y, por lo tanto, hacen que la fruta sea más agradable de comer. Todo esto lo consiguen con la ayuda del etileno , una hormona vegetal que desempeña un papel fundamental en la maduración. Esta hormona desencadena una cascada de reacciones químicas que aceleran la conversión del almidón en azúcares y promueven otros cambios asociados a la maduración, como el ablandamiento de la pulpa y el desarrollo del aroma. Además, a medida que la fruta madura, su pH tiende a aumentar, haciéndose más alcalino. Este cambio también contribuye al aumento de la dulzura percibida, ya que influye en la forma en que las papilas gustativas detectan los sabores. La evolución ha dotado a las frutas de esta capacidad para volverse más dulces a medida que maduran por una razón muy sencilla: para atraer a los animales y alcanzar la inmortalidad. Y es que, al ofrecer un premio dulce, las frutas animan a los animales a comerlas y a dispersar así sus semillas a través de sus excrementos. De esta manera, las plantas garantizan la supervivencia de su especie. Ahora bien, no todas las frutas maduran del mismo modo. Algunas como, por ejemplo, los plátanos y los aguacates, continúan madurando después de ser recolectadas; mientras que otras, como las cerezas y las uvas, alcanzan su máximo nivel de dulzor en el árbol. Las condiciones climáticas durante el crecimiento de la fruta también pueden afectar significativamente su contenido de azúcar. Se ha observado que las frutas cultivadas en climas cálidos y soleados tienden a ser más dulces que aquellas que son cultivadas en climas más fríos. A este complejo polinomio hay que añadir que los agricultores utilizan diversas técnicas para acelerar o retardar la maduración de las frutas según les interese. Por ejemplo, pueden exponer las frutas al etileno para inducir la maduración o almacenarlas a bajas temperaturas para ralentizarla. En fin, ya solo nos queda esperar que la próxima fruta que comamos nos sorprenda con su dulzura. ¡Suerte!