Inteligencia artificial y abogacía: ¿Tendremos jueces virtuales?
Socio del grupo de práctica fiscal de Baker McKenzie México
En medio de la discusión sobre la aprobación de la reforma al Poder Judicial, otro movimiento continúa tomando fuerza. Uno que promete cambiar la vida como la conocemos: la Inteligencia Artificial (IA). Y es que en el último par de meses hemos presenciado las primeras formas de cómo la IA podría sustituir al ser humano en distintas labores. Desde mi posición como socio de Baker McKenzie, considero que esta tecnología impactará en la forma en que se desarrollará la práctica de la abogacía y la impartición de justicia.
Jueces virtuales
La Inteligencia Artificial nos brindará la posibilidad de la creación de jueces virtuales. La IA parte de algoritmos planteados con capacidades humanas que pueden, con la ayuda de información, generar resoluciones judiciales. Partiendo de silogismos lógicos-jurídicos, cuyas premisas y conclusiones se encuentren sustentadas en la legislación aplicable, jurisprudencias, precedentes aislados, doctrina, así como en la información argumentativa y, probatoria que las partes presenten ante un juez virtual, se podrá contar con una sentencia a un caso concreto.
Existen ventajas que esta nueva tecnología puede aportar a la humanidad, los jueces virtuales podrían evitar situaciones de corrupción, intimidación o errores como falta de apreciación o de estudio de determinados argumentos y/o pruebas. Esta IA podría generar resoluciones con una técnica jurídica impecable, en donde la aplicación de la norma e impartición de justicia se realice apegada a los precedentes, legislación aplicable, y pruebas.
Estaríamos en presencia de los nuevos pretores, que como en la antigua Roma, se les darán los hechos para que den el derecho, de manera justa y apegados a la normativa aplicable.
Algunos podrán argumentar que los jueces virtuales aplicarán un derecho deshumanizado. Sin embargo, la aplicación de la ley muchas veces se encuentra alejada del sentido de justicia que se pueda considerar como humanizado. Un ejemplo de ello sería en la dictadura de Franco en España, en la cual se tipificó como delito a la Masonería, en donde se estableció una ley de Represión de la Masonería y el Comunismo en marzo de 1940.
En este sentido, considero que serán los legisladores quienes deberán de crear leyes que sean humanizadas y justas, y la IA o jueces virtuales quienes únicamente realizarían los silogismos lógicos-jurídicos cuyas premisas se encuentren sustentadas en la legislación aplicable, argumentos, hechos y pruebas que se brinden para así dictar sentencias.
Mahatma Gandi decía: “Cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer”.
En este punto, los invito a pensar sobre la IA en un sentido más global y económico, en el que, si recordamos las huelgas en Hollywood por el remplazo de muchos actores que participaban como extras en las películas, por personajes creados a través de la IA, podemos imaginar que este fenómeno podría extenderse —y de hecho, se está extendiendo— a otros sectores.
Con la implementación de la IA en distintos sectores económicos, se pone en riesgo 27% de los trabajos, ya que uno de cada cuatro empleos puede automatizarse, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Mi conclusión es que, sea en la abogacía o en otra actividad económica, la IA debe ser una herramienta al servicio de la humanidad, por lo que será importante que, tanto el sector público como el privado, tomen medidas protectoras para los trabajadores ante esta nueva realidad.
Algunos ya están considerando el salario universal como una posible medida de contrarrestar la eminente pérdida de empleos entre los diversos sectores de la población; sin embargo, aún nos encontramos muy apegados al paradigma económico actual y no hay un consenso para afrontar esta nueva realidad que, manejada de una forma correcta, podría traer muchos beneficios para la humanidad.