Esta semana, carta blanca a la destrucción
Nunca debieron creerle cuando ofreció ser respetuoso de la separación de poderes y renunció a su militancia en Morena para subrayar que gobernaría para todos.
Se equivocaron al darle el beneficio de la duda.
López Obrador podrá sonreír satisfecho si la votación en el Senado este miércoles le resulta favorable: tendrá asegurada la continuidad de la destrucción.
El segundo piso de la ‘4T’ será la disolución del Tratado de Libre Comercio (T-MEC) y el fin de la autonomía del Banco de México.
Volverá el reparto agrario, para destruir la extraordinaria actividad agroindustrial que se generó a partir del TLC y de la certeza jurídica en la tenencia de la tierra.
¿Es una exageración? ¿Amarillismo? ¿Campaña del miedo?
Lo mismo decían cuando algunas voces (muy pocas, por cierto) advertían que de ganar AMLO la Presidencia ocurriría lo que, en efecto, sucede en el país.
Desde que abandonó Tabasco su lucha ha sido contra las “reformas salinistas”. Luego agregó “las reformas neoliberales”, que incorporaban las de Acción Nacional y las de Peña Nieto.
Ya echó abajo las del gobierno anterior.
Media docena de organismos autónomos están a días de caer.
De ganar el miércoles sus propuestas de reformas constitucionales, los candidatos a jueces, magistrados y ministros de la Corte serán propuestos por un solo puño, el de Morena y lo que resulte de sus arreglos internos.
Lo harán sin necesidad de dialogar y llegar a consensos con quienes piensan diferente. ¿Para qué? Es el fin de la pluralidad.
El segundo piso de la ‘4T’ es destruir lo que López Obrador, en todas sus campañas presidenciales, ofreció acabar: las “reformas salinistas”.
Se refiere al Tratado de Libre Comercio con América del Norte, la autonomía del Banco de México y la reforma del artículo 27 constitucional que terminó con el reparto agrario y dio certeza jurídica a la propiedad de la tierra.
Hasta ahora no había podido tocar ninguna, y no porque haya cambiado de opinión, sino porque la correlación de fuerzas en el Congreso se lo impedía.
AMLO necesitaba de la buena relación con Estados Unidos para que no se le cayera la economía y asegurar la Presidencia para Morena en 2024.
Ya no es así. Ganó con holgura. Consejeros del INE y magistrados del Tribunal Electoral le regalaron una sobrerrepresentación aplastante en la Cámara de Diputados.
Si AMLO gana el miércoles en el Senado –o el día que sea la votación del paquete de reformas al Poder Judicial–, habrá logrado tener mayoría calificada en las dos cámaras legislativas.
Adelante con el segundo piso que le encomendó a Claudia Sheinbaum.
Tendremos crisis económica y crisis política.
A López Obrador no le importa ninguna de las dos.
Más de 300 mil muertes en la pandemia pudieron evitarse y no le importó. A los votantes tampoco.
Cerca de un millón de Pymes quebraron por falta de apoyos, y las cúpulas empresariales (salvo Coparmex) no dijeron ni pío.
La economía cayó -8.7 por ciento en 2020, contra una caída de -3.1 en la media mundial. Al Presidente no le importó. Los electores lo olvidaron y apoyan eso de que “por primera vez en 50 años no tenemos crisis sexenal”.
Al quitar la autonomía de los órganos reguladores, y elegir jueces por voto popular, nuestros socios comerciales no tendrán en México una justicia imparcial para sus litigios.
En 2026 es la revisión del T-MEC con Estados Unidos y Canadá. Nos la van a cobrar con aranceles o, en el peor de los casos (aunque no descartable), con la cancelación del tratado.
La presidenta Sheinbaum culpará a Estados Unidos y a Canadá de la crisis. En realidad, se estará cumpliendo el anhelo de AMLO.
Después vendrán el Banco de México y el 27 constitucional.
Si Morena y aliados logran esta semana sacar adelante el paquete de reformas al Poder Judicial, es muy posible que la Corte invalide el proceso legislativo por violaciones a la ley.
¿Le va a importar al Presidente una resolución de la Corte y se abstendrá de expedir las reformas en el Diario Oficial?
Desde luego que no.
Es decir, también tendremos crisis política.
Salvo que el miércoles las senadoras y los senadores de oposición no le fallen a la patria.