José Luis Escrivá: asalto político al poder monetario
Nadie puede negar su solvencia y cualificada trayectoria como economista, auditor fiscal y experto en econometría, pero la decisión personal de Pedro Sánchez de nombrar Gobernador del Banco de España a un ministro de su Gabinete, José Luis Escrivá, rompe la necesaria imparcialidad y el tradicional consenso con la oposición para tan alto cargo. Escrivá es funcionario de la entidad, algo que recordó nada más prometer su nuevo puesto ante el Rey Felipe VI: «Es un inmenso honor volver ahora como gobernador a la casa en que empecé mi actividad profesional y donde aprendí las mejores lecciones aplicadas a lo largo de toda mi carrera». Primeras palabras de un hombre no militante del PSOE, pero fiel «sanchista» durante sus dos etapas como ministro primero de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que dirigió en medio de una gran polémica y descontrol en asuntos como las Pensiones y la Inmigración, y después de Transformación Digital y Función Pública. Su designación ha causado estupor y mucho revuelo entre el personal del Banco, que lo ven como «un asalto político» a la primera entidad monetaria del país, de cuya política es ya formalmente Supervisor. Precisamente Escrivá mantuvo duros enfrentamientos con su antecesor, Pablo Hernández de Cos, a quien acusó de falta de rigor por sus análisis críticos sobre la reforma de las Pensiones, el Pacto de Toledo o la gestión de la Seguridad Social.
José Luis Escrivá Belmonte es hombre de bandazos ideológicos, aunque él siempre se define como independiente. Fue un sumiso colaborador en los Gobiernos del PP a las órdenes del entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien le nombró presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef). Ello no impidió que en el año 2020 Pedro Sánchez le metiera en su Gobierno como ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, dónde realizó una gestión muy criticada, «desastrosa» en palabras de dirigentes del PP. Pese a todo Sánchez le renovó su confianza con otro ministerio y hace tiempo que tenía en mente llevarle como gobernador al Banco de España. Esto ha enojado a los populares, que han renunciado a designar al subgobernador, o en su subgobernadora, como tradicionalmente corresponde al primer partido de la oposición. Para el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, Escrivá es «el candidato idóneo», mientras que Alberto Núñez Feijóo opina que es escandaloso y «una injerencia política» inadmisible. Está por ver si el nuevo Gobernador desempeñará su cargo con «enorme responsabilidad», según él mismo ha dicho, o se convierte en una marioneta de Sánchez, controlador absoluto de altas instituciones del Estado.
Polémico, combativo y sin pelos en la lengua, Escrivá Belmonte conoce bien el Banco de España, dónde desempeñó diversos puestos en el Servicio de Estudios, para pasar luego a la División de Política Monetaria del Banco Central Europeo, Director para América del Banco Internacional de Pagos de Basilea y Asesor del Instituto Monetario Europeo. Nada que reprochar a este brillante currículum, pero sí a aterrizar como gran supervisor de la política monetaria española desde un ministerio de Sánchez, jalonado de vivas polémicas. Incendió el panorama social con su anuncio de subir las cotizaciones a la Seguridad Social para asegurar el pago de las futuras pensiones, en un claro desafío a los socios comunistas de la coalición. Como ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de España fue el permanente azote de Unidas Podemos, el implacable «bicho negro» con los ministros morados del Ejecutivo. Sonoras fueron sus trifulcas con el entonces vicepresidente Pablo Iglesias cuando afirmó que la polémica sobre las pensiones era «una absoluta serpiente» aireada cada cierto tiempo por los podemitas. Curiosamente su trayectoria política siempre estuvo ligada al PP, desde que su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, le nombró en 2014 primer presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad fiscal (Airef), órgano creado por el gobierno de Rajoy a instancias de la UE para fiscalizar las cuentas públicas. Después, su designación por Sánchez despertó recelos en sectores del PSOE y continuos enfrentamientos con Podemos en medidas como el ingreso mínimo vital, el sistema de pensiones, la exclusión social o la política migratoria. Con fama de ortodoxo y experto en econometría, Escrivá se define como un profesional independiente y ha estado muchas veces en la lista de cesantes del gobierno, pero Sánchez siempre decidió mantenerle en ese difícil juego de equilibrios, dónde nunca se achantaba en defender sus teorías. También su relación con Yolanda Díaz ha sido tormentosa al defender las nuevas realidades del mercado laboral y las «carreras más volátiles» donde, en su opinión, los últimos años de cotización no siempre son los mejores.
Nacido en Albacete, casado y padre de dos hijos, nadie niega su sólida formación tras pasar por diferentes cargos en el departamento de Econometría del Banco de España, Banco Central Europeo, Banco Internacional de Pagos y la Red de Instituciones Fiscales Independientes de la UE. En su entorno aseguran que es un hombre culto, campechano, muy directo, que solo «tuitea» sobre asuntos económicos. Apasionado del mar, veranea en Jávea, Alicante, dónde le gusta navegar y jugar al golf. Llega al cargo rodeado de otra polémica, según diversas informaciones, sobre su abultado patrimonio con algunos inmuebles de lujo en la sierra madrileña, la costa alicantina y el Pirineo aragonés. Lo cierto es que Escrivá, a quien los socios comunistas de la coalición llamaban «el ogro» del Gobierno, nunca se calla. Admite que este puesto es el broche de oro de su carrera y está por ver si como gobernador de la primera autoridad monetaria de España será un lacayo de La Moncloa o responde al rigor, independencia y neutralidad que exigen un cargo de tan elevada relevancia.