‘120 Minutos’: Esto es lo que no se ve del programa futbolero que más saca chispas
120 Minutos es el desayuno de miles de personas, que de lunes a viernes de 9 a 11 de la mañana no pueden perderse a Harrick McLean, Pablo Guzmán, Rodolfo Mora y Carlos Serrano en los micrófonos. Como todo fenómeno de este calibre, orbitan dudas, conjeturas y hasta morbo sobre qué hay tras bambalinas del programa que empezó en marzo de 2014 y sigue fuerte, 10 años después, en la parrilla mañanera.
Es probable que la mayoría de gente haya pasado por el puente Juan Pablo II y visto el edificio de Radio Monumental. Sin embargo, no todos han entrado en aquel misterioso planeta que alberga la mesa de discusión futbolística más mediática en Costa Rica. ‘Revista Dominical’ lanzó su sonda a explorar y transmitimos a la tierra de los futboleros de “a pie”, una vista 360 de 120 Minutos.
Para el aterrizaje se eligió una fecha a conciencia, para observar cómo pasa por el programa el asteroide del Clásico Nacional. Realicé dos visitas, la primera el pasado 30 de agosto (último programa previo al duelo Liga-Saprissa) y la segunda el 2 de setiembre, el lunes posterior al partido más esperado en el país.
Esta misión no la emprendí en solitario. Me acompañó don Marvin Caravaca, quien fue el editor de fotografía de La Nación durante décadas, hasta su retiro en diciembre pasado.
La previa del clásico en ‘120 Minutos’
La primera realidad que se devela es que la cabina es más pequeña de lo que parece en televisión. Aún así, ambos pudimos entrar y observar el programa desde un rincón de aquel estudio radiofónico, en el que impera un frío que hace tiritar a cualquiera; sobre todo a un alajuelense.
Un contraste total con la dinámica tan acalorada que se desarrolla en esos pocos metros cuadrados. Lo sabía de antemano: presenciar el programa era echarse “el pleito” en primera fila. Apenas cinco minutos y la mañana tan tranquila de viernes ya se había sacudido con una corta pero intensa discusión.
Carlos Serrano manifestó su inconformidad con el formato de la Copa Centroamericana, el cual permite que equipos que se enfrentaron en fase de grupos vuelvan a verse las caras en etapas posteriores. McLean aceleró el inicio y le lanzó el primer contraargumento: no hay de qué quejarse si las reglas del torneo están dadas desde el principio.
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Serrano trató de defenderse validando que está en un programa de opinión y que vino a emitir un criterio que, según él, ya había declarado en otras ocasiones. Poco valió su defensa, pues inmediatamente Pablo Guzmán lo desmanteló asegurándole que nunca había mencionado su disgusto con la organización de esta competencia.
El joven periodista soltó un par de “Pero, Harrick, opine” y dejó pasar el tema sin mayor drama. Al final, él lo sabe bien: los impactos van y vienen durante las dos horas de programa y así como le tocó a él, en otra ocasión le llegará su turno a los demás.
En el primer corte comercial, el experimentado locutor McLean siguió su tiradera graciosa y amistosa contra su compañero. “Ayyy, es que no me gusta el formato”, bromeó con su colega, quien se lo tomó con total buen humor.
He de confesar que tengo mal despertar y que mis ganas de quedarme pegado a la cobija se traducen en una imposibilidad total de mantener una conversación hasta ya entrado el almuerzo. Pero aquellos hombres están hechos de otra madera y entran a combatir verbalmente desde tempranas horas. Hasta correr a las 5 a. m. se me haría más fácil y por eso, siempre, al igual que muchos, me pregunté: ¿se pellizcan antes de entrar al aire?
Pues, nada más lejos de la realidad. Llegan con las pulsaciones bajas, como sin querer la cosa. Incluso, aquel viernes Serrano entró entre bostezos y una cara de adormilado con la que me identifiqué plenamente. Que no se malinterprete: al ser periodistas de Deportes Repretel, 120 Minutos es apenas el calentamiento de su jornada, que en muchas ocasiones se extiende hasta altas horas de la noche.
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Únicamente destaco la cara de mañaneado, por la impresión que da que una vez cruzan la puerta, toman asiento y encienden su micrófono, se transforman por completo y están listos para todo.
“La gente cree que pasamos todo el día discutiendo; pero somos como un grupo de trabajo que llega a opinar y debatir sobre fútbol, como muchos de nuestros oyentes. La diferencia es que a nosotros nos pagan por hacer lo que muchos en sus espacios de trabajo o círculos de amigos hacen a diario. Nos conocemos tanto que a pesar de los choques hemos logrado dividir lo que pasa al aire de la vida diaria. Tenemos una reunión casi todos los días en la tarde en la que vemos temas y ahí limamos asperezas”, comentó Guzmán.
Más allá del breve intercambio entre McLean y Serrano, ese día estuvo tranquilo. O más bien, no hubo fuego cruzado porque el objetivo común fue el argentino Horacio Elizondo, presidente de la Comisión de Arbitraje.
En momentos así se disipa toda duda de que exista algún problema personal y se remarca que los cuatro participantes son un equipo de trabajo. Aunque su día a día es de ‘agarrarse del moño’; no se pierde la parte periodística y cuando deben fiscalizar la labor de los involucrados en el fútbol tico, se unen para hacerlo de la mejor manera.
Esa mañana se llevó a cabo la conferencia de prensa en que Elizondo, como si estuviera dando fe de sus milagros, presentó con el pecho al frente la implementación de la Asistencia al Árbitro por Video (VAR, por sus siglas en inglés) en Costa Rica. En víspera del clásico, esa conferencia eclipsó el debate.
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120 Minutos enlazó la rueda de prensa, que empezó con un importante mensaje publicitario de la empresa que se alió comercialmente con la Federación Costarricense de Fútbol para poner a funcionar el VAR. “Golazo”, cantó McLean ante la pauta gratuita que les colaron.
La transmisión parecía estar en segundo plano. Los periodistas estaban en sus teléfonos y me respondían preguntas; lo que me hizo creer que no estaban poniendo atención a las piruetas discursivas que soltaba el exárbitro argentino. Nuevamente me equivoqué: el que no estaba concentrado era yo.
Pablo Guzmán y su capacidad de retentiva nos dejó asombrados al fotógrafo y a mí. Una vez que la cabina volvió al aire, el director del programa dejó en evidencia, punto por punto, cada una de las falencias en la argumentación del jefe de los árbitros en Costa Rica. “A dos días del clásico, Horacio Elizondo se robó el show”, lamentó Guzmán.
El gerente arbitral emitió la frase que fue comida de todas las discusiones de la semana, cuando fue consultado si un manotazo que Mariano Torres cometió contra un guardalínea en la Supercopa pasada, sería castigado con roja por el VAR. Elizondo defendió a su compatriota saprissista y le quitó peso a la agresión, argumentando que un árbitro es igual que un jugador y por ende, aquella acción no ameritaba más que una amarilla.
Esto dio para muchas críticas de los panelistas pero también reveló un rol fundamental que tiene Harrick. En menos de lo que canta un gol, el limonense ya había contactado con dos reconocidos exárbitros que dieron su criterio. El mismo Pablo Guzmán detalló que el narrador es quien provee su extensa cartera de contactos y que sin él sería imposible desarrollar 120 Minutos.
Terminaron con victoria su partido contra Elizondo, el cual se llevó la mayor parte del tiempo del show radiofónico. Los pocos minutos restantes se dirigieron a hablar de clásico y ahí sí, se oyó el grito de “puerta” para el tome y deme.
Bastó que la Liga y Saprissa fueran los dedicados de la conversación para que comenzara el fuego cruzado entre compañeros y sucediera lo esperado y tantas veces visto: tres de los cuatro miembros hablando a la vez.
Personalmente, escuchar estos momentos por radio o tele me aturde; ciertamente no soy un oyente del programa. Pero al presenciarlo ahí, “a ras de cancha”, me sentí como un niño en Disneylandia. Esas intensas discusiones son hipnóticas y levantan hasta las pasiones que están dormidas.
Ninguno de los dos representantes de La Nación que nos apersonamos el pasado 30 de agosto en Monumental, le seguimos de cerca la pista al fútbol ni mucho menos somos dados a discutir por este tema. Sin embargo, hay algo en el aire de esa cabina que empuja a cualquiera a desear tener un micrófono al frente y sumarse al debate.
De repente y sin querer, dejé de lado la observación no participativa y me encontré asintiendo, riendo y dominado por expresiones faciales que afloraban al escuchar cada argumento. La voz de mi mamá diciendo “sosiéguese” se reprodujo en mi cabeza y volví a tratar de no inmutarme.
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Finalmente, llegó otra sección inevitable y que yo sabía que sería material que entraría en combustión el lunes: los pronósticos para el domingo. Mora y Serrano sostuvieron que la Liga tenía todo para ganar, mientras que un zorro viejo McLean les advirtió que en los clásicos todo puede pasar y que únicamente veía favorito a Alajuelense por su localía.
Serrano y McLean coincidieron en pronosticar un 2 a 1 a favor de la Liga; Mora decretó un triunfo más amplio de los rojinegros con un 2-0 y Guzmán prefirió no referirse. “Ya yo no me animo a dar resultados con la Liga”, expresó.
Así concluyeron las primeras dos horas de observación que sentí apenas como un abrebocas de todo lo que quería conocer de la dinámica del programa. De regreso al diario de Llorente, Marvin Caravaca y yo compartíamos el asombro que nos dejó aquella oportunidad. Se nos contagió el entusiasmo y llegamos al acuerdo de que debía acompañarme también el lunes.
‘120 Minutos’ con el periódico del lunes en la mano
Lo sucedido el domingo 1° de setiembre es de conocimiento público. Un empate entre los dos archirrivales que se gestó en un partido aguerrido, que tuvo como figuras a un providencial portero Esteban Alvarado y a un Anderson Canhoto, que se presentó con personalidad en su debut en clásicos.
De nuevo, los primeros minutos de mi visita transcurrieron con la bandera blanca arriba, pero era evidente que esa no sería la tónica. Rápidamente, Mora sacó el chuzo diciéndole a McLean que estaba herido por el resultado, debido a su simpatía con el cuadro alajuelense.
Rodolfo demostró que la mejor defensa es el ataque. En el programa anterior fue él quien afirmó con vehemencia que los dirigidos por Guimaraes ganarían con solvencia a la escuadra de Vladimir Quesada. Además, el periodista es aficionado de la Liga. Es decir, tenía todas las de perder y logró que su compañero fuera el blanco de la artillería del programa. Touché.
Esa posición favorable, acuerpada por Carlos Serrano, hizo que Rodolfo Mora fuera más allá y afirmara que Saprissa ganó con “la banca de la banca”. Gallo viejo con el ala mata; y Harrick aprovechó para devolvérsela a su colega. “Usted es un mentiroso”, concluyó al dejar en evidencia que tan solo 2 jugadores del equipo morado no eran habituales.
Anderson Canhoto se confirmó como figura en su primer clásico en el Morera Soto
Guzmán entró con las cosas claras y un enfoque fuera del rifirrafe que dominaba la mesa. Metódico, sacó su libreta y la emprendió contra la actualidad de Alajuelense, al mostrarse decepcionado de que una barrida de Ronald Matarrita fuera motivo de celebración de la grada rojinegra y que ningún jugador liguista se veía molesto con el resultado.
Posteriormente, tras un tiempo de debate, el director propuso ponerle notas a los protagonistas del clásico. Esta sección, a todas luces, se la llevó McLean con su energía y humor; además de la interacción con el público, que participó mediante llamadas.
Cada una de las notas que otorgaba el locutor eran cuestionadas por Serrano y Mora, aunque ellos en algunas ocasiones terminaban dándole el mismo puntaje. Al corte, continuaron criticándolo por darle mejor calificación a Matarrita que a David Guzmán, a lo que el narrador, dirigiéndose hacia nosotros los invitados, expresó entre risas: “Ven, esto es lo que yo quería lograr, que se molesten”.
La dinámica llenó de carcajadas la cabina, especialmente porque se distorsionó y los oyentes comenzaron a sumar a sus calificaciones a los panelistas. “0 para Serrano”, “tarjeta roja para McLean”, “a Harrick le doy un 10″, fueron algunas de las intervenciones de la audiencia.
El momento cúlmen fue cuando una de las personas que llamó al programa se pasó de graciosa emprendiéndola contra McLean y hasta pidiéndole que lo volviera a ver. “Dios lo bendiga”, dijo el narrador mientras saludaba a la cámara con un carisma que hizo estallar de risa a todos los presentes.
La audiencia también aprovechó para recalcar su descontento con algunos comentarios al cuerpo que se realizan al calor del en vivo.
¿Quién salió airoso del debate? Probablemente, Mora y Serrano pudieron posicionar sus argumentos de manera más fuerte, aunque en términos generales, la discusión de aquel día estuvo bastante enmarañada y no tuvo conclusiones determinantes.
Sin embargo, de lo que no cabe ninguna duda es de que el show se lo llevó, positivamente, Harrick McLean. Llenó de vida una mañana para analizar un partido que dejó poco, con un resultado que no alegró ni a morados ni rojinegros. El empate era el marcador que menos juego iba a dar al partido aparte que se vive en 120 Minutos, y de no ser por la alegría, el sarcasmo y la potencia del locutor radial, el programa se hubiera quedado en un 0-0.
Esteban Alvarado montó otro show contra Alajuelense con baile incluido
No voy a mentir; al proponer este ejercicio de observación temía caer en una singraciada similar a la de explicar un chiste. Tenía dudas de si iba a terminar posicionándome como un “intruso” que revela los trucos. Sin embargo, estar inmerso en 120 Minutos, me demostró que no hay peligro de revelar secretos, porque no hay artificio.
Lo que sucede en esa cabina es, en efecto, magia y explica perfectamente por qué es el programa de discusión futbolera predilecto en Costa Rica. No es poco ese título; aunque parezca vana la fiebre por el balompié.
Bien lo dice una frase (que se atribuye, sin total certeza, al técnico italiano Arrigo Sacchi): “El fútbol es la cosa más importante de entre las cosas menos importantes”. La efusividad que propaga 120 Minutos es evidencia irrefutable de lo profunda y cierta de esta sentencia. A Costa Rica que no le quiten el fútbol, y a los cinco millones de técnicos que habitan el país, no nos dejen sin el bendito privilegio de discutir cada partido.
Las estrellas de ‘120 Minutos’ en detalle
Pablo Guzmán:
Es el ancla del programa, el cerebral; el que baja la bola al piso y pone a jugar con calma. Tiene una capacidad de retentiva y análisis enorme que le permitiría estar en mesas de discusión de cualquier índole. Su carrera la empezó en cobertura política, lo que explica perfectamente su naturaleza analítica.
Le da el balance necesario a un programa cuyas discusiones van a máxima intensidad. Cuando se trata de analizar temas a fondo, como el caso de la rueda de prensa para anunciar el VAR, toma la batuta con total autoridad. No obstante, cuando el debate entre los panelistas se pone caliente, pasa a un segundo plano.
A pesar de su experiencia y su rol de director, no es autoritario. Se suma como uno más y cuando llega el turno, le pone el pecho a las balas. Esto crea el ambiente perfecto para que sus compañeros se desenvuelvan sin restricciones.
Carlos Serrano:
Es todo frescura y desparpajo. El jugador que encara y va hacia al frente sin detenerse a temer por el fracaso. Sabe que la gloria no es para los prudentes y su dinamismo le da muchos réditos en el programa.
Además, su frescura es en el amplio sentido de la palabra, pues al igual que se lanza con irreverencia, tiene “memoria de pez” cuando se ensañan contra él. Llega al corte en total serenidad y no se toma a pecho las críticas, ni cuando hace unas semanas Rodolfo Mora lo tildó de “pendejo”. Situación que, por cierto, sirve para aclarar que la relación entre ambos es perfecta y que no podría ser de otra forma, pues ambos conviven demasiado tiempo. Incluso vivieron juntos por un mes durante el mundial de Qatar.
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Es quien ablanda la fachada “cascarrabias” de Harrick McLean y lo llena de vitalidad. Durante todo el programa lo molesta, tal cual como un hermano menor; y se nota que se tiene ganado el corazón (que quiere parecer de piedra) del narrador limonense.
Al primer corte del programa del viernes, le pidió el cargador de teléfono a Harrick, quien le respondió: “Diay, si usted quiere ir a traerlo a mi carro, vaya”. ¿Cuál fue el desenlace de este acto? McLean fue hasta al parqueo a traerle amablemente el cargador. Hasta se rió cuando Serrano bromeo con el deterioro de aquel artefacto electrónico.
Rodolfo Mora:
Es un esgrimista: punza por deporte. Confiesa ser liguista pero, al tenor del dominio del club saprissista en los últimos años, normalmente se posiciona del lado morado, sin que esto le cause ningún problema.
Aunque goza al ser punzante y llevar la contraria, personalmente es un “chavalazo”, como diría Pilo Obando. Tal vez sea que se apiadó conmigo porque me vio la cara de “mostacilla” y era quien tenía a la par, pero lo cierto es que se mostró extremadamente atento. Me explicó con paciencia y una sonrisa de oreja a oreja cada detalle por el que le pregunté.
El arte de discutir fue algo que desarrolló y, todo sea dicho, perfeccionó como ninguno. Me confiesa que antes no era así. Cuando empezó su arremetida contra McLean en el segundo programa me aclaró: “Aquí hay que ser así ¿sabe por qué? Porque cuando sea usted, no le van a tener piedad”.
Harrick McLean:
Sui generis. Sin demeritar a sus compañeros, McLean es único e irrepetible. Claramente yo sabía de él y su carrera, pero verlo haciendo de las suyas en directo, hizo que se ganara un adepto más.
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Su estilo es todo energía, pasión, humor y sarcasmo. Lo que nadie en su casa ve es que durante el programa está inquieto y no para de mover las piernas debajo de la mesa; como si quisiera salir disparado al igual que sus fuertes argumentos.
De entrada mira con cierto recelo, sin bajar la guardia. Probablemente su experiencia lo blindó al punto de tener las alarmas encendidas ante cualquiera. Cuando se siente fuera de peligro, comparte su calidez entre bromas. Nunca pierde su prestancia de hombre inquebrantable y bravo, aún cuando expresa su cariño y la siguiente escena lo describe a la perfección:
-”Harrick, te quiero”, le dijo Carlos Serrano.
-”Te quiero… te quiero ver debajo de la tierra”, le devolvió McLean, provocando las carcajadas de todos los presentes; incluida Febe Cruz, directora de Noticias Monumental.