Rafael Velázquez: Un balance de la política exterior de AMLO
Es muy probable que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pase a la historia como el sexenio con mayores conflictos diplomáticos. Durante su periodo, tres países declararon persona non-grata a tres embajadores mexicanos, incluido el mismo presidente.
Asimismo, la administración de la 4T rompió relaciones diplomáticas con Ecuador, lo cual no es una práctica común por parte de México. Además, López Obrador decidió “pausar” la relación con España y en la última semana, con las embajadas estadounidense y canadiense.
La política exterior de AMLO fue inconsistente. Por un lado, el presidente se comprometió, en su discurso de toma de posesión, a mantener relaciones amistosas con todos los países y a defender los principios tradicionales que están contenidos en la constitución.
Sin embargo, su aplicación fue selectiva. López Obrador no quiso reconocer de manera inmediata el triunfo de Joe Biden; pero felicitó prematuramente a Lula Da Silva, cuando todavía faltaba la segunda vuelta.
El presidente mexicano criticó fuertemente a los gobiernos de Bolivia, Perú y Ecuador; pero rechazó las críticas del embajador estadounidense sobre la reforma al poder judicial.
Su gobierno aceptó utilizar a la Guardia Nacional para detener las caravanas de migrantes centroamericanos y convertir a México en un tercero país seguro por presión de Estados Unidos; pero en sus mañaneras declaraba que ningún país le podía decir a México qué hacer porque es un Estado soberano.
Su administración aceptó una cláusula en el T-MEC que le prohíbe a México firmar tratados de libre comercio con China; pero en sus discurso mantenía el argumento de que ningún país puede intervenir en los asuntos internos de México.
El fin de semana pasado, en su último informe de gobierno, presumió todos los logros de su administración, incluidos en materia de relaciones exteriores. No obstante, en sus últimas semanas de gobierno, el presidente López Obrador involucró a México en una controversia diplomática con el principal socio comercial y aliado estratégico.
En la parte de política exterior, el informe señala que “México centró sus acciones en fortalecer las relaciones con Estados Unidos de América (EUA) y Canadá.” (p. 98). No obstante, la “pausa” es contradictoria con esa información.
Es claro que “pausar” la relación con los socios comerciales no es una señal para Estados Unidos. Es un mensaje dirigido a los sectores sociales que lo apoyan para mostrarles que hay un presidente que defiende la soberanía nacional. Este tipo de actitudes le ayudan a legitimarse internamente entre los sectores nacionalistas.
La figura de la “pausa” no existe en el ámbito diplomático. Pero la interpretación viable es que se trata de una “pausa” entre el presidente y la embajada de Estados Unidos, no entre ambos pueblos. Es decir, es una decisión individual y no de Estado.
Respecto a la causa de la “pausa”, existen dos posiciones. Los nacionalistas plantean que México es soberano y que ningún Estado o gobierno extranjero se puede entrometer en los asuntos internos del país. El argumento es totalmente válido. Sin embargo, en un sistema internacional altamente interdependiente y globalizado, es necesario adoptar posiciones más “pragmáticas” y menos “principistas” para promover los intereses de la nación, como promover el crecimiento económico.
La reforma al poder judicial genera un ambiente de incertidumbre que está ahuyentando las inversiones externas y afectando al peso mexicano. Además, al firmar acuerdos de libre comercio, el país se compromete a mantener un ambiente democrático que facilite las transacciones económicas con sus socios.
En general, la política exterior del sexenio lopezobradorista fue principalmente para consumo interno. Es decir, sus acciones se enfocaban principalmente a fortalecer su posicionamiento político. En otras palabras, la de López Obrador fue una política exterior de gobierno, profundamente personalista, y no una de Estado.
El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Es doctor en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT y es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Es presidente del Centro de Enseñanza y Análisis sobre la Política Exterior de México (CESPEM).