Los riesgos para la economía mexicana
Estamos frente a momentos particularmente inciertos, nadie sabe qué esperar para las principales variables económicas de nuestro país. En todo caso tenemos suficiente evidencia sobre un importante enfriamiento en la actividad económica de México, aderezado con muchos cuestionamientos sobre el desenlace e impacto que tendrán ciertos eventos ceñidos en el calendario en los siguientes meses.
La presidencia que encabezará la doctora Claudia Sheinbaum el próximo 1 de octubre será sumamente poderosa. Tiene mayoría calificada en la Cámara de Diputados y se presume que también la tendrá en la de senadores. Además tendrá 24 gobernadores de Morena y 26 congresos estatales. Posiblemente, tendremos la mayor concentración del poder elegido por la vía democrática en la historia de México. La dominancia en el frente político le otorga una enorme responsabilidad y el compromiso de dar resultados, aunque los riesgos son muchos y de diferente índole, al tiempo que enfrenta un gran obstáculo pues los recursos son limitados.
Posiblemente la mayor controversia que existe en estos momentos, tanto en el ámbito local e inclusive internacional, es la aprobación de las reformas constitucionales. El impacto final de los cambios constitucionales los habremos de conocer en el mediano y largo plazo, ya que la reglamentación secundaria podría matizar los efectos en la economía y más importante aún en las relaciones comerciales que mantiene México con varios países. En ese tenor, podríamos estimar una desaceleración más pronunciada, e inclusive no resulta descabellado esperar una recesión en el 2025 pues el efecto inicial sería una pausa en la inversión productiva.
Siguiendo la línea del tiempo, la discusión y aprobación del paquete económico del 2025 en octubre y noviembre respectivamente, pudiera levantar varios cuestionamientos tanto de los mercados como inversionistas, pues el panorama es retador. La posibilidad de tener menores ingresos ante la disminución en la actividad económica, frente a un gasto rígido y creciente, dificultará el regreso a un déficit sostenible y por ende lograr la consolidación fiscal. En ese tenor la visión holística de Pemex será uno de los puntos de dolor, pues los constantes apoyos del gobierno incurridos en esta administración hacia la petrolera no han contribuido a solucionar el problema de fondo: pérdidas operativas y falta de liquidez para sus obligaciones en moneda extranjera; al tiempo que, la nueva dirección de Pemex ha manifestado que buscarán un mayor enfoque hacia la transición energética.
Los cambios en materia constitucional, seguidos por la evaluación del paquete económico y el posible deterioro en los fundamentales del crecimiento de nuestro país, podrían tener un efecto en las calificaciones crediticias de México. Las agencias calificadoras Fitch y Moody’s han sido vocales en que revisarán la calificación del soberano antes de terminar el 2024. Los mercados financieros han venido incorporando un mayor riesgo país en México que en sus pares, reflejado en mayores tasas en moneda local, en dólares y en prima de riesgo soberano. Es posible estimar un cambio en las perspectivas, que den como antecedente una rebaja en los escalones de repago del crédito.
Y en noviembre, nos enfrentaremos con las elecciones en Estados Unidos, en donde dadas las casas de apuestas y las encuestadoras señalan que será una elección cerrada, y se espera sea muy polarizada. Dependiendo de quien resulte ganador, la relación comercial con nuestro principal socio comercial podría modificarse. Las exportaciones son uno de los motores de la economía mexicana, ya que el 70% de lo que producimos lo exportamos hacia Estados Unidos. En todo caso, lo que consideramos son algunas de las principales preocupaciones de ambos candidatos, es la elevada migración que se ha convertido en una problemática a nivel nacional, el cumplimiento del T-MEC, así como el narcotráfico y la guerra contra el fentanilo. Todo ello pudiera poner entredicho la relación bilateral entre ambos países.