Aquí vivieron Nelly y Nadine: el amor de dos mujeres de la resistencia a los nazis que nació en un campo de concentración
Dos de los adoquines denominados ‘Stolpersteine' que rememoran la memoria de las víctimas del fascismo en toda Europa homenajean en Bruselas y Madrid a una cantante belga y a la hija de un embajador chino acusadas de espionaje por el régimen de Hitler
Stolpersteine: las tres fases para curar el olvido
El amor nació en la Nochebuena de 1944 en uno de los peores lugares imaginables: el campo de concentración de Ravensbrück ideado por los nazis exclusivamente para mujeres. “Una mariposa se alza ante mí. Su pelo negro. Su piel de marfil. Sus ojos rasgados. Nadine”, dejó escrito de aquel momento en su diario Nelly Mousset-Vos, una cantante de ópera belga que fue detenida en París en 1943 acusada de espionaje.
La mujer de la que habla es Nadine Hwang, que en medio de los villancicos le pidió que cantara Madame Butterfly. Ella también estaba encerrada en Ravensbrück por su colaboración con la resistencia. Nadine había nacido en Madrid, donde su padre era el embajador de China, pero más tarde volvió a su país con la familia, y allí participó en diversos conflictos bélicos, en los que llegó a tener el rango de coronel. Tras vivir en varios países, acabó instalándose en París. Allí se movía en un ambiente liberal e incluso tuvo una relación con la escritora Natalie Barney, una adelantada a su tiempo, abiertamente lesbiana y contraria a la monogamia que albergaba una tertulia literaria en el salón Barney. Nadine, con rasgos y modos muy masculinos porque desde pequeña sus padres –que querían haber tenido un hijo– la vestían como a un niño, trabajó para ella como secretaria y chófer.
Poco después de comenzar el romance en medio de la barbarie, los nazis trasladaron a Nelly a Mauthausen, pero su diario siguió recogiendo el amor que sentía hacia Nadine, a la que no sabía si volvería a ver. De hecho, las posibilidades de salir viva de ese campo de exterminio no eran muchas. Se calcula que entre 90 y 100.000 personas fueron asesinadas allí. Contra todo pronóstico, ambas consiguieron sobrevivir.
Una vez liberadas, las dos mujeres se reencontraron en Bruselas, donde Nelly había dejado atrás a sus dos hijas al ser deportada. Así comenzaron una vida juntas que las llevó a Caracas. Nadine trabajó como secretaria del presidente de un banco y Nelly, en la embajada francesa. Allí estuvieron hasta que Nadine enfermó y regresaron a la capital belga.
En el número 384 de Chausée de Boondael en el que ambas vivieron hasta el final de sus días es donde se ha colocado este jueves una placa con el nombre de Nelly Mousset-Vos. Siguiendo la tradición del proyecto del artista Gunter Demnig, los adoquines denominados ‘Stolpersteine’ con los que se honra a la memoria de víctimas del Holocausto se sitúan en el último domicilio en el que vivieron antes de ser deportadas. Ya hay más de 105.000 en toda Europa.
Sylvie Bianchi, la nieta de Nelly, ha vuelto a ese lugar en el que tan buenos momentos vivió. “Veníamos aquí a verla a Bruselas, en el segundo piso de este edificio, y nos hacía gofres, tejía, tenía su gato en el regazo. Y esa es la imagen que yo tenía de mi abuela”, ha relatado ante varias decenas de personas que han acudido al acto, entre ellos los embajadores de España y Alemania, amigos y dos grupos de alumnos de colegios de la ciudad a los que las autoridades del distrito de Ixelles siempre invitan a la colocación de esas placas para que conozcan los horrores del siglo XX.
“Hablábamos de todo, pero no de eso. No de los campos de concentración y de la homosexualidad. Eso no se decía en esos tiempos. También por el trauma de mi madre, que se quedó abandonada durante dos años y luego también por lo que supuso en esa época tener que compartir a su madre con otra mujer”, ha reconocido Sylvie. Ella pensaba entonces que su abuela y Nadine eran amigas, pero siempre supo que había algo más.
Una vida silenciada
La verdadera historia la conoció hace solo unos años, cuando desempolvó los documentos que tenía en el desván desde la muerte de su madre, dos décadas atrás. Poco antes de fallecer le entregó el diario de su abuela, pero no se había atrevido a leerlo hasta que el director sueco Magnus Gertten se puso en contacto con ella para hacer un documental sobre la pareja. [Se puede ver gratuitamente aquí, en francés].
“Nelly se resistió a todas las convenciones sociales. Se enamoró apasionadamente de un hombre con el que estuvo casada durante 17 años [se divorciaron años antes de la guerra]. Luego vivió una gran pasión durante 25 años con una mujer, Nadine. Nunca eligió lo que era más cómodo. Tenía que hacer absolutamente lo que su valiente temperamento le dictaba. Y eso era amar, escribir y cantar. Esas fueron las tres cosas que la ayudaron a vivir y, sobre todo, la ayudaron a sobrevivir en los campos de concentración”, rememora Sylvie, quien reconoce que se quedó sin hacer “miles” de preguntas a su abuela y a su madre.
Nelly murió en 1987 y fue enterrada en el cementerio de Ixelles, en el que también descansa Nadine, fallecida 15 años antes. Ella también tendrá una placa, pero en Madrid. Así lo han decidido Isabel Martínez, Jesús Rodríguez y su hija Aida, que han impulsado esta iniciativa. La familia lleva varios años colocando ‘Stolpersteine’ en Madrid desde que conocieron el proyecto durante un viaje en Friburgo (Alemania). En otoño habrán homenajeado a 97 víctimas del fascismo, entre ellas a Nadine, cuya placa, no obstante, ha viajado junto a la de Nelly a Bruselas para honrar su amor y su memoria ante la casa en la que compartieron sus últimos días.