La noche mágica de San Pablo
Su historia con la selección uruguaya esta cargada de auténticos episodios de heroísmo en los mundiales.
El agónico gol a los coreanos, bajo la lluvia en el alargue que le permitió a Uruguay, tras cuarenta años volver a situarse entre los ocho mejores del mundo. La mano para evitar la conquista en la hora de los ghaneses, que abrió la puerta a la clasificación por penales a las semifinales de Sudáfrica 2010. El gol a los rusos, en su propia casa, para ser primeros de grupo en 2018.
Aunque, quizás y sin quizás, su actuación más emblemática y hasta si se quiere épica se registró el 19 de junio de 2014.
El gran goleador, tuvo en vilo a todo el país, debido a una inoportuna operación de meniscos a tres semanas del inicio de la Copa del Mundo, ya que se temió por su ausencia en el plantel definitivo. Tras una recuperación “milagrosa” en la que contó con la ayuda invalorable del inolvidable fisioterapeuta Walter Ferreira, completó la rehabilitación física en apenas 18 días y dijo presente en Brasil. No pudo integrar el equipo en el debut, en la inesperada derrota sufrida ante Costa Rica.
Fue anunciado como titular ante los ingleses y la convirtió en su noche mundial.
Protagonista y máxima figura de Uruguay, anotó los dos goles del resonante triunfo 2:1 sobre Inglaterra. Después de cuarenta años se le volvía a ganar a un rival europeo y gracias a su formidable actuación.
El primer gol, a los 38 minutos con un cabezazo bombeado por encima de la humanidad del arquero Joe Hart. Y el segundo, a los 84 minutos, con un espectacular bombazo que explotó en la red y en el corazón del pueblo uruguayo que estalló de algarabía en los diecinueve departamentos.
El reino que lo había sancionado por supuestos hechos racistas que jamás se comprobaron y humillado con todo el peso de su aparato mediático, caía vencido a sus pies. Dulce venganza.
La imborrable fotografía de Luis Suárez, emocionado en el festejo del primer gol, marcando con su dedo índice al fisioterapeuta Walter Ferreira, en el abrazo cargado de agradecimiento, resultó ser el guion perfecto de la película que lo coronó con el título de indiscutido Rey Celeste, en el noche mágica del estadio Arena Corinthians.