La Princesa Leonor, tercera guardiamarina de la Familia Real
La incorporación de la Princesa Leonor a la Armada da continuidad a la tercera generación de la Familia Real española y sigue una tradición que expresa muy bien el compromiso de la Corona con la Marina de nuestro país.
Y aunque la Academia Naval es la más antigua de los tres ejércitos que se ha dedicado a la formación de los militares españoles, el paso del Rey Juan Carlos por las instalaciones y aulas de Marín tiene poco que ver con el que experimentó el actual Monarca, el Rey Felipe VI, y posiblemente esa misma experiencia será muy distinta a la que vivirá la Princesa de Asturias.
En el caso del anterior Jefe del Estado, las circunstancias nada tienen que ver con las que vivió su hijo, treinta años más tarde, ni con las que vivirá Leonor de Borbón, a partir del momento actual, cuando acaba de ingresar en la Escuela Naval ubicada en la localidad gallega de Marín. La principal diferencia está marcada por el momento político en que se produjo el ingreso del entonces Príncipe, en un país regido por un dictador militar, Francisco Franco, enemigo acérrimo del padre de Don Juan Carlos, Juan de Borbón, depositario de los derechos dinásticos de la Casa Real española.
El jovencísimo Príncipe, conocido familiarmente como Juanito, entró a formar parte del ejército antes de cumplir los veinte años. Tras las puertas de las Academias de Zaragoza, Marín y San Javier, el ambiente era para el hijo del Conde de Barcelona hostil o de ninguneo absoluto, no solo no gozaba de privilegio alguno por ser un miembro de la realeza hispana sino que había cadetes e incluso algunos mandos que se permitían insultar a su padre, el heredero frustrado de la monarquía española.
Insultos, sobre todo en la etapa inicial en la Academia General de Zaragoza, que su hijo no quería ignorar y que le llevaban a batirse a puñetazos con los que habían atacado el honor de su padre y responder a las ofensas que proferían contra su progenitor. En la Academia de Marina, los ataques verbales contra Don Juan amainaron un poco y eso le hizo vivir su paso por la Escuela de Marín como una experiencia inolvidable, especialmente la travesía con el buque escuela de la Marina española: el «Juan Sebastián de Elcano».
No es que la instrucción como guardiamarina fuera un camino de rosas ya que el Rey Juan Carlos, cuyo carácter abierto y sociable es bien conocido de todos junto con su actitud un poco bromista y de cierta rebeldía, gustaba de salirse a veces de la disciplina estricta que marcan los mandos del ejército. Algo que le valió tener que cumplir con actos disciplinarios que le exculparan de sus faltas.
Pasemos ahora a cómo vivió el padre de la heredera de la Corona, su paso por la Academia Naval de Marín, del que conocemos todo tipo de detalles: desde la programación detalladísima de cómo iba a ser su año de instrucción en la Armada, cuantos días –de mar y de puerto– iba a permanecer en el buque escuela «Juan Sebastián Elcano», cuántas millas iba a recorrer en total en ese viaje iniciático que recuerda con gran agrado –16.022 millas náuticas– en cuántas ciudades iban a hacer escala.
Todo ello pactado y consensuado por los Reyes Juan Carlos y Sofía, sus padres, el Gobierno encabezado por Felipe González y los mandos castrenses deseosos de que todo saliera perfecto.
Don Felipe ha confesado a veces la emoción de las noches de guardia en la goleta en la que los aspirantes a marinos aprendían a serlo de verdad.
Algunos de los compañeros de Don Felipe en ese viaje estrecharon unos lazos de amistad tan fuertes que tres décadas más tarde siguen siendo muy activos y permanecen inalterables.
La exigencia en esa etapa de guardiamarinas, desde el punto de vista disciplinario y puramente formativo, fue enorme. La superaron gracias a su voluntad firme y a la creencia de que la conexión de la Jefatura del Estado, de la monarquía, con las Fuerzas Armadas no solo es necesaria sino también imprescindible. Es una cuestión de confianza mutua que se tiene que compartir para hacer más fuerte al Estado.
Esa misma razón es la que ha llevado a los Reyes actuales a decidir que la Princesa de Asturias debía seguir el mismo camino que su padre y que su abuelo en lo relativo a su formación castrense. Leonor de Borbón se convierte, así pues, en el tercer miembro de la dinastía real española en seguir los pasos de sus antecesores a la hora de prepararse para ser la futura reina de España.
Su voluntad de servicio, su sentido del deber y su afán de superación seguro que le ayudan a superar las dificultades con las que se va a enfrentar en su experiencia marinera.
Las carencias que pudiera tener por falta de conocimiento del medio marino quedarán atrás y ella será la tercera generación de la dinastía en ser una excelente guardiamarina.