La primera victoria española llega entre lágrimas
Pablo Castrillo lanzó un grito de rabia y golpeó el manillar de su bicicleta al cruzar la meta como vencedor en Manzaneda. Lleva toda la Vuelta intentándolo y lo ha conseguido en un día muy especial para él y para su equipo, el Kern Pharma. El mismo día en que se despedían para siempre de Manolo Azcona, el fundador de la estructura que nació como Agrupación Deportiva Galibier y que ahora compite como profesional con patrocinio farmacéutico.
Castrillo cerraba el círculo de una etapa que nació en Orense con un minuto de silencio en memoria de Manolo Azcona y que terminó con el abrazo de Marc Soler, compañero de fuga y uno de los muchos corredores criados en el equipo que ahora es el Kern Pharma y que han llegado al ciclismo profesional. Castrillo lloraba agarrado al manillar de su bici y compartía sus lágrimas con los miembros del equipo y con su novia en una videollamada.
Es una victoria especial, muy trabajada. La primera para los ciclistas españoles en esta Vuelta. La primera de muchas para Pablo, que ya ha firmado con el equipo Ineos para la próxima temporada. Un corredor de futuro, de sólo 23 años y que lleva el ciclismo en la sangre. Su hermano Jaime corrió en Movistar, pero él ha dado un paso más.
«No me puedo creer que haya ganado en mi primera Vuelta y le dedico esta victoria a todo el equipo, a mi familia y a una persona en especial, a Manolo Azcona, que ha fallecido esta noche», decía después de levantar los brazos en la meta.
Han tenido que pasar 12 etapas para que la Vuelta vea la primera victoria de un español. Probablemente ningún equipo se lo ha merecido más que Kern Pharma y ningún corredor más que Pablo Castrillo, aunque dudó de sus fuerzas en el comienzo del ascenso a la estación de Manzaneda. Un lugar que fue conocido en el deporte porque durante un par de años acogió al Real Madrid de la Quinta del Buitre en su pretemporada y que el ciclismo recuerda porque aquí acabó la primera etapa en la que Chris Froome vistió el maillot de líder de una gran vuelta.
El Real Madrid se concentraba en Cabeza de Manzaneda cuando el fútbol todavía se preocupaba en verano de la preparación de sus futbolistas más que de recaudar dinero en giras despersonalizadas que le alejan de su verdadero público.
El triunfo de Pablo Castrillo es un homenaje también al ciclismo de siempre, al de personas como Manolo Azcona, preocupadas por la formación y por el amor al ciclismo. Un triunfo de los modestos, de ciclistas y de equipos a los que admirar de verdad.
«He sufrido mucho», confesaba Pablo, que atacó a falta de diez kilómetros para el final y que consiguió mantener hasta el final, aunque fuera mirando hacia atrás en los últimos metros para vigilar a Max Poole, que llegaba por detrás.
Habían sido muchos los intentos en esta Vuelta y no quería dejar escapar una victoria en un día tan especial. «Desde el principio del día teníamos esa tristeza, pero también esa motivación por entrar en la fuga. Ha sido algo increíble, con muchas lágrimas en los ojos y le dedicamos la victoria [a Manolo Azcona]», confiesa. Destaca Castrillo todo lo que les ha dado Manolo Azcona en estos años. «Nos ha inculcado los valores de no rendirnos nunca, de luchar y de darlo todo». asegura.
Y eso es lo que ha hecho él desde el principio de esta Vuelta en la que ha intentado meterse en las fugas en varias ocasiones. A veces ha dudado de que lo fuera a conseguir, pero el esfuerzo ha tenido premio. Para él y para Manolo Azcona.