Electa la presidenta, ¡viva la democracia!
Han sido años complejos para el sistema democrático de nuestro país. El proceso electoral de junio, en el que se eligieron a más de 20,708 cargos públicos, entre ellos presidente, senadores, diputados, ocho gobernaturas y la jefatura de gobierno de la CDMX, revivió las quejas ciudadanas que durante el actual sexenio señalaron la participación del Ejecutivo en los procesos electorales, particularmente con comentarios nada anodinos desde las famosas mañaneras.
En este tiempo, el INE se volvió tema de interés nacional. Se habló del INE, ciudadanos se movilizaron para defender su autonomía y a la democracia. Después del 2 de junio nuestro instituto electoral demostró una vez más su valía.
Puede sonar abstracto cuando hablamos de democracia. La participación ciudadana, acudir a las urnas, elegir a nuestros representantes… Pocas veces entendemos el profundo valor que le da a los países y lo que implica para el desarrollo de las naciones. Repasemos algunos ejemplos comparativos con base en indicadores medibles.
En una democracia como Nueva Zelanda, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) es muy alto (0.939 en 2022), y se refleja en altos niveles de educación, esperanza de vida y estándares de vida. Venezuela, con un gobierno cuestionado por su respuesta autoritaria tras las recientes elecciones, ha visto una caída en su IDH (llegó a 0.699 en 2022) debido a la crisis económica, la corrupción, y la mala gestión del gobierno, lo que ha deteriorado la calidad de vida de sus ciudadanos.
Si hablamos de corrupción, Dinamarca es una de las democracias menos corruptas del mundo. En el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International de 2023, Dinamarca se ubicó en el primer lugar con una puntuación de 90/100. Rusia, cuyo presidente se mantiene en el poder de manera intermitente desde hace décadas, tiene niveles mucho más altos de corrupción, con una puntuación de 26/100.
Canadá, país democrático conocido por su alto nivel de libertades civiles, incluyendo libertad de prensa, expresión, y derechos políticos, según Freedom House, obtuvo una puntuación de 98/100 en libertad en 2023. En el mismo ranking, China tiene un puntaje muy bajo en libertades civiles, con fuertes restricciones a la libertad de prensa, expresión y asamblea. Freedom House le otorgó una puntuación de 9/100 ese mismo año.
En este contexto, como parte de nuestro Debate Puntual, podemos analizar objetivamente la situación de México, que es una democracia “parcialmente libre”, en la que Freedom House refiere problemas serios en cuanto al respeto por el Estado de derecho, la independencia judicial y la protección de periodistas y defensores de derechos humanos.
Con el triunfo del partido en el poder y de la presidenta electa Claudia Sheinbaum, resurge ese miedo de los cambios constitucionales y el ataque a las instituciones. Es fácil señalar a los otros como los enemigos, pero al hacerlo evidenciamos lo poco que entendemos de democracia. En las elecciones del 2024, sólo participó el 61% del electorado. En números más claros: de los 98.3 millones de electores, sólo participamos 58.9 millones. ¿Acaso el resto, 39.4 millones de mexicanos, no son responsables de elegir a sus gobernantes? Si todos nos quejamos, ¿por qué no todos participamos?
Es imposible saber si una participación del 100% habría cambiado los resultados. Lo que sí sabemos es que ningún resultado sería cuestionado con una participación abrumadora de los electores. Hoy nos queda aprender de nuestra historia, involucrarnos y construir una ciudadanía participativa. Respetemos los resultados de nuestro sistema democrático.
Las caras más conocidas de la oposición hoy, tristemente, pecan de incongruencia. Como ejemplo, el tema del PRI que tratamos en otro Debate Puntual. Tener a un partido de oposición que promueve la reelección de sus dirigentes atenta más contra nuestra democracia que los votos que le dieron la victoria contundente a nuestra presidenta electa; amenaza más con debilitar la oposición; se aleja incluso de la verdadera representación de las minorías políticas de hoy.
La oposición requiere un nuevo rostro, uno que no sea de enemigo del partido en el poder sino de un nutrido grupo activo, consciente, que cuestiona al tiempo que propone. Un grupo que exija, desde la ciudadanía, el respeto, respaldo y fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas y autónomas, la independencia de poderes; que defienda todas las libertades que se han ganado con el paso del tiempo.
Esta oposición debe exigir dirigentes y candidatos que sean preparados, no payasos de redes sociales que juegan con el electorado, que no comprenden el privilegio de ser representantes de los mexicanos. Estoy cierto en que merecemos más y mejores gobernantes, y esto no se dará sin la participación de todos.
Reconstruir la oposición será tarea ardua y de victorias paso a paso, pero lo importante será dar pasos firmes, con instituciones democráticas fuertes y con la independencia de los poderes de la unión. Una oportunidad de oro para la presidenta electa será fomentar esa democracia, gobernar para todos, ser jefa de estado y no líder de partido. Por hoy, celebremos nuestra libertad democrática y, desde ya, participemos en la construcción del México que todos queremos ser.