El ginecólogo que acabó con los fracasos
Le quedó grabado un buen día leyendo uno de los escritos del doctor Marañón: El médico que solo sabe de medicina ni de medicina sabe. A esas alturas, más que marcarle el camino, la sentencia no hacía más que confirmar una sana obsesión por el saber que se le instaló desde niño. Con todo, fue la medicina la ciencia que acaparó su atención desde que, con pocos años, a su padre, representante de comercio afincado en el alicantino barrio de El Pla, se le ocurrió regalarle un bonito libro de tapa dura con el título “El cuerpo humano”, que contenía un gráfico detallando el recorrido del espermatozoide hasta el ovocito y que completaba la secuencia con el nacimiento de un pequeño ser. Impactado con la ilustración, no es difícil adivinar que en aquel instante despertó en él la vocación por la medicina y la ginecología, ciencia que acabó encumbrándolo como uno de los mejores especialistas que ha dado el país.