Alain Delon, el gran amante seducido por los bellos automóviles
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Alain Delon se ha ido el pasado domingo 18 de agosto. En sus primeras incursiones en el mundo del cine, su encanto y su determinación característica, le ayudaron a triunfar. Esto último también se hizo evidente cuando Delon tuvo que luchar con los productores para conseguir el papel protagonista en «Plein Soleil», la adaptación de René Clément de la novela de Patricia Highsmith, «El talento de Mr. Ripley». Su interpretación sensual, en la que su personaje es el epítome de la duplicidad, fue el papel que hizo a Delon triunfar. Después de eso, el actor apareció en una serie de obras maestras, demostrando que su talento iba más allá del físico. Los años sesenta, época dorada del cine, le vieron escalar las cumbres del arte cinematográfico, protagonizando «Rocco e i suoi Fratelli» («Rocco y sus hermanos») en 1960, y «Il gatopardo» («El gatopardo), de 1963 –ambas dirigidas por Visconti– y «L'Eclipse» («El Eclipse») de 1962, dirigido por Antonioni. A esto se suma «Les Felins» («Los felinos) de René Clément, junto a Jane Fonda, en 1964; «Mélodie en sous-sol» («Gran jugada en la Costa Azul») en 1963, de Henri Verneuil y, sobre todo, «Le Samouraï» («El Samurái») de 1967, un escalofriante thriller dirigido por Jean-Pierre Melville. Y no olvidemos «La Piscine» («La Piscina») de 1968, de Jacques Deray, otra película de cine negro, pero esta vez rodada bajo el sol abrasador de la Riviera Francesa y coprotagonizada por Romy Schneider. En la década siguiente, siguió destacando, interpretando papeles protagonistas en «Le Cercle Rouge» («El círculo rojo») de Melville, y «Borsalino & Co». de Deray , entre muchas otras. Trabajó con los más grandes directores de cine y tuvo en sus brazos a las mujeres más bellas. Pero también por las manos de Alain Delon pasaron los volantes de automóviles de excepción, pero no solo como bellos objetos para contemplar, o como una imagen para trasmitir como sucede en muchos casos de actores. Todo lo contario, amaba conducir. En el cine, muchas de sus interpretaciones han quedado asociadas a la imagen de un automóvil. En «Plein Soleil», aparece con un Alfa Romeo Giulietta Spider. En «Le Cercle Rouge», lo encontramos con un Plymouth Fury; un Maserati Ghibli en «La Piscine»; el Citroën DS en «Le Samouraï», o el Lancia Delta que conduce en «Pour la peau d'un flic» («Por la piel de un policía» )dirigida por el propio actor en 1981. Y no se puede olvidar el Rolls-Royce Phantom II Sedanca de Ville Barker, del año 1931, protagonista de la película de Anthony Asquith «The Yellow Rolls-Royce» («El Rolls-Royce amarillo») de 1964: una comedia en tres episodios, unidos por el hilo conductor del coche de lujo regalado por un marqués a su esposa, que pasa de mano en mano entre Italia, Yugoslavia y América. Tantas películas de culto para un actor legendario al volante de coches que han pasado a la historia. Pero en la vida real también el automóvil jugó un importante papel. Por su garaje pasaron Citroën SM; Iso Rivolta; AMC Pacer; dos Mercedes-Benz (un 300 Alas de Gaviota y un 190 SL); Porsche 911 o un Range Rover 3,5 L V8, en color Bahama Gold, matriculado el 1 de junio de 1976. Este Range de primera generación sería subastado en Retromóvil 2022 por Artcurial Motorcars, con un precio estimado de salida de 80 000 euros y adquirido por 95 360 euros. Pero el intérprete francés tenía una debilidad: los Ferrari. Fue dueño de un Testarossa de 1987, que curiosamente fue matriculado por primera vez el 19 de septiembre de 1989 a nombre y dirección personal de Alain Delon en Ginebra. Se vendería en una subasta de Artcurial, el 8 de febrero de 2013, con sólo 19.000 kilómetros recorridos y el libro de mantenimiento firmado por el actor con una nota de su puño y letra a la atención del futuro comprador. En este caso, la combinación «modelo de leyenda-propietario de leyenda» duplicó con creces el precio estimado de 80.000 euros: una guerra de ofertas en la sala, por teléfono y en Internet, llevó el precio de venta hasta los 171.500 euros. El actor tenía muchas amistades en el mundo del Cavallino como Jean Todt, o los pilotos Alain Prost, Jean Alesi y Michael Schumacher. Y, por cierto, no faltó al Gran Premio de Japón de Fórmula 1 de 1990, para apoyar a la Scuderia durante un fin de semana, en Suzuka , que pasó a la posteridad a causa de la lucha fratricidio por el título mundial entre Alain Prost, piloto de Ferrari, y Ayrton Senna , en McLaren. Ya que hablamos de carreras, recordar su papel como patrocinador, a través de su firma de perfumes, del Lancia Beta Montecarlo n°51 que participó en la edición de las 24 Horas de 1980, con Hans Heyer, Bernard Darniche y Teo Fabi al volante. Por cierto que Delon sería invitado por el «L'Automobile Club de L'Ouest» (ACO) para dar la salida de la 64 edición de las 24 Horas de Le Mans en 1996: ha sido el primer actor (antes que Brad Pitt) en tener este honor. Pero hablamos de Ferrari y esta historia quedaría incompleta sin un modelo muy especial. Viajemos a enero de 2015, al famoso Salón Retromobile que se celebra en París. Muchos ojos se centran en un Ferrari 250 GT SWB California subastado por la casa Artcurial. El bello automóvil no solo tiene el valor de ser uno de los únicos 37 ejemplares producidos de este modelo, sino también de contar con un pedigrí curioso, con una de esas historias que entre el morbo y la pasión terminan por hacer subir hasta cantidades astronómicas su precio antes de que el martillo del subastador (en este caso el experto en arte y expiloto Hervé Poulain) marque el fin de la puja. En efecto, este Ferrari es uno de los 95 automóviles encontrados en la propiedad del empresario francés Roger Baillon, hombre que hizo fortuna tras la II Guerra Mundial comprando y reparando camiones militares de desecho, y más tarde creando una de las empresas de transporte más importante en la Europa de los años sesenta del pasado siglo, centrada en el transporte de productos químicos. Pero la crisis del petróleo de 1973 marcó el declive de la misma, que terminó cerrando sus puertas en 1977 y con enormes deudas que obligaron a subastar en dos ocasiones (1979 y 1985) muchos de los bienes de Baillon, incluida parte de su colección de automóviles clásicos, formada con la idea de crear un museo que nunca se hizo realidad. En una finca de Baillon (fallecido en el año 2000 y para quien perder sus coches clásicos era el mayor drama de su ruina) permanecieron en el olvido y casi escondidos unos 95 automóviles. A la muerte del hijo de Roger Baillon, Jacques, acaecida en 2013, sus herederos se pusieron en contacto con la casa de subastas Artcurial, y la colección salió a la luz. La mayoría de los coches, algunos muy valiosos y de indudable valor histórico (Delahaye, Bugatti, Panahrd-Levassor o un Talbot Lago personal del famoso carrocero y artista Saoutchik), almacenados en naves y cobertizos casi en ruina, estaban en una situación de abandono absoluto. Dos de ellos (un Ferrari y un Maserati) se conservaron mucho mejor gracias al hecho de permanecer guardados en un garaje de la finca menos afectado por la ruina. Sobre todo, el Ferrari, un 250 GT SWB California, estaba en buen estado, gracias a la protección que le brindaron los fardos de revistas del motor, muchos de ellos de la prestigiosa «L'Automobile», que le cubrían. Este precioso descapotable, presentado en el Salón de París del año 1961, había sido adquirido en su día por el actor y director de cine francés Gérard Blain («El amigo americano», «Hatari»…), que a su vez se lo vendió a Alain Delon en 1962. A su volante aparece el galán francés en inolvidables fotografías acompañado por la mismísima Jane Fonda o por Shirley McLaine, durante los rodajes de «Los Felinos» y «El Rolls Royce Amarillo», respectivamente, e igualmente en Los Ángeles, acompañado en este caso por su mujer Nathalie Delon. En julio de 1965, Alain Delon se separó de este automóvil. Con este pedigrí, y el enfado del mismísimo Delon incluido, el Ferrari 250 GTSWB California Spider tenía un precio estimado entre 9 y 12 millones de euros. Y Poulain, (el hombre a quien se debe la idea de los famosos Arts Cars de BMW, pintados por Warhol o Calder) en una puja que arrancó en los 6millones de euros, lo terminó por adjudicar en 16,3 millones de euros. A partir de los años ochenta, Alain Delon pasa cada vez más tiempo en la gigantesca finca Douchy, a 120 km de París, transformada con su compañera Mireille Darc en un oasis de paz donde recargar pilas, lejos de la jet set, y disfrutando de los animales, su otra gran pasión. Y aquí su «partenaire» de cuatro ruedas era un pequeño Mini Moke , en el que el actor gustaba montar a sus perros para los paseos diarios por la gran propiedad inmersa en el bosque del Loiret, donde el actor ha permanecido hasta sus últimos días.