República, capital humano y nación, por Alfonso López Chau
Los temas del presente artículo pocas veces han sido resaltados en la obra de José Carlos Mariátegui.
Sobre el primero, dijo: “El mayor cargo contra la clase dominante de la república es el que cabe formularle por no haber sabido acelerar, con una inteligencia más burguesa de su misión, el proceso de transformación de la economía colonial en economía capitalista”.
Sobre el segundo tema, señaló: “Los que arbitraria y simplistamente reducen el progreso peruano a un problema de capital áureo razonan y discurren como si no existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de capital humano (…) La riqueza de los EEUU no está en sus bancos ni en sus bolsas; está en su población. Nos enseña, además, que en este material el número ha sido menos importante que la calidad. La levadura de los EEUU han sido sus puritanos, sus judíos, sus místicos. Los emigrados, los exiliados, los perseguidos de Europa. Del misticismo ideológico de estos hombres desciende el misticismo de la acción”.
En cuanto a la idea de nación, Mariátegui reiteró: “Pero, aplazando la solución del problema indígena, la república ha aplazado la realización de sus sueños de progreso. Sin el indio, no hay peruanidad posible”. La palabra indio, poco usada hoy, podría ser cambiada, sin afectar su esencia, por ande, provincia o región, pues “el error y el pecado de los profetas del progreso peruano y de sus programas han residido siempre en su resistencia o ineptitud para entender la primacía del factor humano sobre todos los otros factores”.
Y en un mensaje que parece escrito para hoy, afirmó: “A la nueva generación le toca construir, sobre un sólido cimiento de justicia social, la unidad peruana”, pues “la idea de nación —lo ha dicho un internacionalista— es en ciertos periodos históricos la encarnación del espíritu de libertad”.
Se prueba que construir una nación de ciudadanos sigue siendo el problema primario del Perú y justifica que los jóvenes de hoy levanten su voz.