Cuando éramos tan felices
Sin la omnipresencia del teléfono, sin televisores, sin satélites, sin aviones, sin computadoras, sin fregonas de última generación, sin cuartos de baño con sensores de movimiento... Hoy, sin toda esta compleja tecnología, que tanto —eso creemos— nos facilita la vida, estaríamos sentados bajo una encina, mordiendo una ramita de regaliz y contemplando el suave aleteo de una mariposa. Despojados de toda esta gruesa capa de artilugios, que nos envuelve dramáticamente como un grosero disfraz, como el odioso y plomizo estandarte del mundo moderno; despojados de las máquinas, decíamos, ...