Jaque al pequeño dictador
No puede haber dictador grande, aunque ellos suelen figurárselo. Normalmente, los dictadores se visualizan como personas de gran calado, o unos gigantes que pasarán a la historia como líderes inevitables. Lo que no se imaginan, porque se consideran inmaculados, es que sucede lo contrario con el paso del tiempo, y sus nombres se van oxidando y anidando en el sentimiento popular del repudio.
La mayoría de esos personajes pregonan ser el sello de la magnanimidad. Frecuentemente, su autoritarismo lo disfrazan con discursos rimbombantes y mentirosos, mientras sus gobernados viven en la miseria, sin libertad ni oportunidades.
Es el caso del cada vez más pequeño dictador, Nicolás Maduro, su presente ha terminado y ahora se enfrenta al abismo de un futuro incierto: quizá hacia el exilio, quizá hacia el atrincheramiento de un gobierno ya fallido, o incluso, víctima de lo que tanto ha censurado: la libertad.
Cada día que pasa, su legado se obscurece y la comunidad internacional decidió apartarlo al exigirle lo que no podrá otorgar, transparencia en el proceso electoral celebrado el pasado 28 de julio. Y lo que no puede comprobar, porque hizo fraude, es uno de los pilares fundamentales dentro de cualquier democracia.
Los países de la Unión Europea, 15 de América y uno de África, urgieron a Maduro a “que se respeten los principios democráticos, así como los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los venezolanos y, en particular en el derecho a manifestarse pacíficamente y a ejercer la libertad de expresión” en Venezuela.
En efecto, entre las naciones que firmaron la “Declaración conjunta sobre Venezuela”, el viernes 16 de agosto, destaca entre ellos el liderazgo de Marruecos dentro del concierto internacional al adoptar una postura firme para que se resuelva lo que ha quedado en evidencia, “la represión a manifestantes” y la “violencia que ha costado la vida de muchos venezolanos en el contexto poselectoral”.
Es el único país africano que se suma a esta solicitud de transparentar la “inmediata publicación de todas las actas originales y la verificación imparcial e independiente de esos resultados”, lo cual lo convierte en un actor relevante en el futuro de las relaciones internacionales y como socio fundamental para los países del continente americano.
Coherentes a su política interna, se suman para que las democracias en el mundo impulsen el respeto a los derechos humanos, “la democracia, la justicia, la paz y la seguridad”.
También firmaron este llamamiento a “la sensatez y la cordura en Venezuela”, países como Italia, Países Bajos, Reino Unido, España, República Checa y Portugal, que desde Europa han emprendido una consolidación, sinigual para sus democracias y para el bloque europeo, poniendo como ejemplo instituciones fuertes y el irrestricto respeto a la voluntad de sus pueblos en cada elección para elegir a sus representantes.
Dentro del continente americano, quienes también se sumaron y exigieron que se retiren del territorio venezolano, de manera segura, a las “seis personas asiladas que permanecen en la residencia oficial de la República Argentina”, se encuentran Canadá, Estados Unidos, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Guyana, Panamá, Paraguay, República Dominicana (donde se firmó el acuerdo), Surinam y Uruguay. Más de 22 países que piden poner fin a la inquietante y dolorosa situación que viven los venezolanos, y que exista un cambio de gobierno ante el fallido sistema impuesto hace más de 25 años por el chavismo, ahora encarnado en Nicolás Maduro.
A este grupo de países inquietos, hay que agregar a México, Colombia y Brasil, quienes han exigido transparencia en el conteo y veracidad en la presentación de las actas electorales computadas. Incluso en el camino del multilateralismo, los gobiernos de México y Estados Unidos han coincidido en que se “publique un recuento completo y transparente”, a partir de un diálogo sostenido por la canciller Alicia Bárcena y el secretario de Estado, Antony Blinken. Lula da Silva, por su parte, incluso propuso la posibilidad de nuevas elecciones.
Vemos un caos creciente en Venezuela, que difícilmente va a detener el eje o Alianza Bolivariana encabezada por Cuba, Bolivia y Nicaragua, de la cual otras dos de esas dictaduras viven dramáticos problemas sociales.
Esos países en llamas no podrán revertir el aislamiento internacional del pequeño Nicolás. Mucho menos Rusia, que agazapados en un conflicto que pronto cumplirá 3 años el próximo 24 de febrero, piensan más en su sobrevivencia que en lo que sucede en el lejano cono sur del continente americano.
Difícilmente presentarán las autoridades electorales venezolanas, manipuladas por Nicolás Maduro, pruebas contundentes de que el proceso electoral fue transparente. La derrota en las urnas del chavismo tendrá que hacerse valer en un nuevo gobierno. ¿Cómo? Eso está aún por verse.