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Август
2024

Lo que nunca debes decir a alguien con ansiedad

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Abc.es 
Nos supera, nos agota y nos agobia. A veces nos pone de los nervios tener cerca a una persona que muestra signos de ansiedad. Perdemos la paciencia, nos parece que exagera, nos da la impresión de que «se ahoga en un vaso de agua» y casi siempre restamos importancia a todo aquello que atormenta, angustia o preocupa a esa persona. Al fin y al cabo todos tenemos problemas, ¿verdad? Pero lo cierto es que a menudo usamos la palabra «ansiedad» sin saber lo que realmente significa padecer este trastorno. Según define psiquiatra Yolanda Morant la ansiedad es una reacción física, emocional y comportamental que da información sobre la existencia de un cambio en el medio o en las circunstancias que pueden poner en peligro nuestra integridad física o mental. Ese compendio de sensaciones y/o de síntomas que podemos presentar sirven para prepararnos ante la adversidad, bien sea mediante la lucha o mediante la huida . No obstante, cuando aquello que creemos que puede alterar nuestro bienestar no existe en realidad o bien nuestros síntomas son de una intensidad excesivamente elevada, en lugar de prepararnos para la lucha o la huida de una forma evolutiva, nos bloquea, impidiendo que usemos nuestras herramientas adaptativas para enfrentarnos al problema. Podría decirse, por tanto, que la ansiedad es equivalente al miedo pero ante algo o alguien que o no es real, o algo que al menos no debería generarnos tal desasosiego. Al no ser real y no poder «controlarlo» nos vemos desprovistos de estrategias defensivas resolutivas, generando en nosotros una autopercepción de escasa suficiencia y capacidad.   Algunas personas tienen ansiedad en forma de crisis ante situaciones o ante objetos específicos, y es lo que conocemos como fobias específicas, según aclara Morant. En otras ocasiones la ansiedad se presenta como una sensación de inquietud interna que permanece todo el día y que nos lleva a estar preocupados continuamente por cualquier cosa que pueda ocurrir, pero sin que haya una preocupación concreta. Esto se conoce como «Trastorno de Ansiedad Generalizada». En este caso el componente más evidente es el cognitivo o rumiador. También puede ocurrir que suframos crisis de ansiedad repetitivas , que aparecen y desaparecen sin motivo aparente. Es lo que se denomina, según indica la psiquiatra, «Trastorno de pánico» o «Ansiedad Paroxística Episódica». «Esta forma de presentación es una de las más invalidantes, dado que no existe un factor que la persona pueda identificar como disparador de la crisis, por lo que quien lo sufre va limitando sus actividades por miedo a sufrir una crisis en cualquier circunstancia. A esto lo denominamos ansiedad anticipatoria», aclara Morant. En los casos de ansiedad aparecen tres componentes que no siempre son fáciles de diferenciar, según indica Yolanda Morant: Lo que sí se sabe a día de hoy, según plantea la psiquiatra, es que una «crisis» de ansiedad aparece de forma súbita y posteriormente y sin hacer nada desaparece, es decir que es autolimitada se administre o no im tratamiento; si bien la experta aclara que conviene no olvidar que el momento de mayor expresión clínica de la ansiedad es angustiante y genera malestar tanto al que lo sufre como a quien está a su lado. Por eso es aconsejable entender qué es una crisis, cómo y por qué aparece, qué se va a sentir, qué se puede hacer si se da y cómo se pueden atender a las señales físicas y emocionales que provoca pues todo eso ayudará, según plantea la experta, a dotar a esa persona de mayor seguridad y capacidad para manejar esa ansiedad y autoregularse. Cuando estamos ante un caso de ansiedad es frecuente escuchar frases del tipo «no te preocupes», «ya se te pasará», «seguro que se soluciona solo», «no te pongas así», pero en realidad tal como aclara la psiquiatra éstas son frases que no ayudan pues este tipo de mensajes invalidan las emociones de esa persona, que los traduce así: aquello que estás sintiendo no es tan importante; aquello que estás sintiendo es excesivo ante la situación o aquello que estás sintiendo no deberías sentirlo. La cuestión es que nadie puede decir si lo que siente otra persona es o no adecuado a la situación, puesto que las emociones son propias de cada uno. Por eso lo que conviene ante este tipo de situaciones es abordarlo desde la empatía y la validación emocional. Tal como explica la psiquiatra, cuando una persona sufre ansiedad solo necesita que estemos presentes, que realicemos esa función de sostén y que devolvamos una mirada de comprensión. «La mayoría de veces no es necesario decir ni hacer nada, sino solo estar. Una vez pasado el episodio de angustia, sí que podemos ofrecerle buscar alternativas y ayuda profesional de cara a poder resolver aquello que le atormenta o que nos aterra y así poder trabajar la ansiedad», aconseja. Por su parte, la psicóloga Laura Fuster, aporta algunos consejos que pueden ayudar a las personas que sufren ansiedad: - Empatiza: Intenta ponerte en su lugar y entender por lo que está pasando esa persona y compréndela. - Escucha: a veces nos empeñamos en dar consejos cuando sería suficiente con prestar atención a lo que nos dice la persona. - Valida sus emociones con frases como: «es normal que te sientas así», «entiendo por lo que estás pasando»... - Escúchale, a veces basta con callar mientras te explica cómo se siente. - Acompáñale, déjale claro que estás ahí y que puede contar contigo. Puede ser suficiente con estar al lado de la persona en una actitud empática. - Pregúntale de qué manera puedes ayudarle: ¿qué puedo hacer para que te sientas mejor? A menudo cuando se intenta actuar, aportar soluciones rápidas o minimizar lo que la otra persona está pasando para que se sienta mejor, puede producirse el efecto contrario, según plantea Fuster. En definitiva, saber actuar de una forma tranquila, educada, empática, presente y paciente puede cambiarlo todo. Tanto para la persona con ansiedad como para todo aquel que esté a su lado.