El vodevil de Llarena
Sucede que cuando se entra en la pendiente de no ser absolutamente estricto con la ley, de ver terrorismo donde obviamente no lo hay, y tantas otras cosas, luego es facilísimo deslizarse por una pendiente resbaladiza en la que algunos jueces parecen estar en una trinchera personal.
"Sometidos únicamente al imperio de la ley"
Ahora que ya se ha desfogado todo el mundo hablando del estrambote, el ridículo, la cobardía y lo grotesco del mete y saca de Puigdemont va siendo hora de que hablemos del vodevil y el esperpento del juez Llarena. Es un poco más difícil, hay que tener memoria y algo de conocimientos, está peor visto, pero no por eso deja de ser más evidente. Iremos de menos a más, por darle emoción.
Un juez serio no suspende sus vacaciones -según han contado los colegas- avisa a las partes incluida la teniente fiscal del Supremo y a su propio gabinete de prensa previendo que le van a detener a un requisitoriado por muy figura pública y política que sea, dado que por la gravedad del delito no era. Un juez que no está buscando sanar una herida personal se queda donde está y cuando el juez de instrucción del lugar de detención avisa al Tribunal Supremo de que le han puesto a disposición al individuo en cuestión, entonces y solo entonces, ordena que se lo lleven a su despacho en el día y hora que elija. Lo del momentazo de gloria, cuando te has creído que un tipo que te lleva plantando cara jurídica en Europa siete años se va a dejar detener por la cara para que tu lo enchirones, es muy revelador de las ganas que te corroen que a todas luces van mas allá de lo profesional.
Luego tenemos la pataleta a posteriori. No se ha dejado detener. Yo lo ordené. ¿Qué han hecho? Tengamos en cuenta que en España puede haber, no sé, ¿3000 personas en busca y captura? No tengo claro que se pueda exigir que el Estado ponga todos los medios posibles, incluso los reservados para delitos gravísimos, para detener a uno concreto de ellos por un delito no tan grave. Lo de la jaula de quita y pon es de hacérselo mirar. Oficia Llarena a Interior sobre el control de fronteras del espacio Schengen, en las que normalmente no se hace ese control ¿es proporcionado instalarlo en plenas vacaciones, parando y revisando todos los vehículos, porque un requisitoriado concreto ha dicho que va a entrar? ¿Sólo por La Junquera o hay que hacerlo por todos los pasos fronterizos pirenaicos? ¿Dónde acaba la inacción respecto a la orden judicial? Lo digo también porque, oigan, a los jueces de Málaga se les escapó un líder de la Mocro Maffia que amenaza a la hija del jefe del Estado de Países Bajos y nos dijeron que eran “cosas que pasan” o cuando a las juezas de Benidorm dejaron en libertad a la mayor red de mafiosos rusos ya en prisión preventiva por un olvido, también, cosas que pasan. Lo gordo es lo de Puigdemont y su amnistiada malversación.
Esa malversación tan importante de perseguir, tan relevante, tan europeísima que el propio juez renunció a perseguir cuando Alemania le dijo que le aceptaba la euroorden pero solo por ese delito. Entonces la malversación le pareció un chichinabo porque lo quería por una rebelión que ya nos dijo el propio Tribunal Supremo que no existió. Eso por no hablar del momento activo la euroorden, la desactivo, la vuelvo a activar... que casi deja en una broma las zozobras de los Mossos. ¿Debemos pedirle cuentas a Llarena de por qué no aceptó esa entrega por malversación? ¿No tenía obligación de hacerlo? Ah, es que no me lo dan por lo que yo quiero ñiñiñi. Es lo que hay, así funciona la colaboración europea y es una forma de control del poder judicial. Esos controles que algunos no quieren asumir.
Vayamos a la realidad de que el Tribunal Supremo ha decidido no aplicar una ley promulgada por las Cortes usando subterfugios difíciles de aceptar. Que la ley quedó mal redactada, te explican. La interpretación de las leyes debe hacerse en su literalidad, en el sentido que quiso el legislador y, en último caso y si eso no las aclara, en la interpretación judicial. He visto a jueces recurrir a las actas del Congreso para asegurar el sentido e intención del legislador. Aquí la literalidad existe, la intención legislativa es clara pero en la Sala II han decidido reinterpretar su posición respecto a la malversación de nuevo para lograr el objetivo de no amnistiar a Puigdemont.
El derecho no se está aplicando, más bien se está utilizando como excusa.
Y ahora, en pleno vodevil y en lo que un castizo deslenguado llamaría un ataque de cuernos, vamos a asistir a un intento de represión sin respaldo legal. Han sido detenidos tres mossos -alguno en excedencia o de baja- y leo que buscan a la persona con discapacidad que conducía el coche adaptado en el que se fue el ex president. Digo que la buscarán para cortésmente preguntarle si quiere colaborar, porque no ha cometido ningún delito. Lean el artículo 451.3 del Código Penal donde dice que se considera encubrimiento a los que ayuden a sustraerse de una busca y captura SI (condicional o sea que establece condiciones) se trata de delitos de traición, homicidio del Rey (y el resto de parentela), genocidio, lesa humanidad, delito contras las personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado, rebelión, terrorismo, homicidio, piratería, trata de seres humanos y tráfico ilegal de órganos. Venga, vuelvan a leer: ¿dónde pone malversación?. Pues eso. Respecto a los funcionarios el 471 nos habla de los que dejen fugarse a un condenado, preso o detenido -no se da el caso- si fueran los encargados de la conducción y la custodia, pero han detenido mossos que ni siquiera estaban en activo.
No queda aquí la cosa. Que han apuntado a Interior y no sé si al propio Marlaska que está aforado al Supremo y es astilla de la misma madera. Sólo cabe esperar que no comience una nueva espiral de despropósitos jurídicos en torno a este episodio del que, insisto, gran parte de la responsabilidad es del propio Llarena. Sucede que cuando se entra en la pendiente de no ser absolutamente estricto con la ley, de ver terrorismo donde obviamente no lo hay, y tantas otras cosas, luego es facilísimo deslizarse por una pendiente resbaladiza en la que algunos jueces parecen estar en una trinchera personal.
Esté uno a favor o en contra de la amnistía, incluso de que se diera por siete votos, la cuestión es que está publicada en el BOE y sólo el Tribunal Constitucional está facultado para decidir su anulación. Todo lo demás es entrar de domador o de payaso al circo de varias pistas, lo que te inhabilita para criticar a Puigdemont, al que se empeñan en llamar cobarde. Incluso personas que opinan que intentar impedir que te encarcelen injustamente es más una heroicidad que una cobardía y este proceso penal es injusto desde el primer momento, dado que lo que la legislación española tenía previsto para este caso era el artículo 155 de la Constitución. Sí, ese que ahora parece nada pero que suponía y supuso anular la soberanía popular, destituir a sus representantes y tomar el control en su lugar. Ahí es nada en una democracia, si es que saben qué es eso.
No sé si Puigdemont ha hecho el ridículo, si lo ha hecho España -ese país en el que según la prensa anglosajona se amnistía y no se aplica la amnistía- pero tengo claro que el ridículo hace tiempo que se ha instalado en las togas de algunos jueces -de algunos concretos y sin que nada tenga que ver con el puñetero franquismo- cuyos motivos y razones he desgranado en otras ocasiones y seguiré desgranando en el futuro. Lástima que todos los de su condición que lo saben, a pesar del bochorno que experimentan, prefieran callar.