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Август
2024

Manzanares y Aguado: Puerta Grande en honor del toreo (y en contra del levante)

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Por si fuera poco con el levante el de El Freixo vino a poner el desorden en la plaza de El Puerto. Derribó al piquero de Morante dejándolo debajo del caballo y deambuló de un lado a otro hasta que José Antonio se puso serio y pulseó la embestida zurda con el capote para perder la cabeza. Una vez. No. Dos. Y otra verónica por el otro pitón. Que tiempos. Estos y los de Ortega te hacen pensar que se puede vivir a otra velocidad. El comienzo de faena de Morante fue una película de otro tiempo. Torería en plenitud. Belleza extrema para calores aplastantes. Se olvidan. Hasta el nombre. Y las miserias. Cómo torea este hombre. El toro tuvo virtudes porque no se despegó del engaño del de La Puebla y repitió con franqueza, no siempre con ritmo. Morante dejó una faena bonita con ese embroque tan suyo y tan nuestro. Y lo gozamos. Verle en este momento es encaminar el paraíso.

El cuarto fue toro mediocre y Morante no estuvo ni se le esperó. Para qué.

Manzanares y un lote...

Extraordinario fue el segundo, que no se cansó de repetir con entrega en la muleta de Manzanares, siempre por abajo y con franqueza. Una delicia de toro de El Freixo con el que José María se tomó su tiempo primero por el viento, que molestó mucho, y luego para componer las series de tres y remate. El toro era de rebozarse y hartarse. Lo hace bonito y eso si le pegó una estocada y paseó trofeo.

El Jandilla que salió en quinto lugar fue una puñetera locura. Qué manera de embestir. Fantasía el comienzo de faena de José María Manzanares, que lo gozó con la embestida de este toro, siempre entregado, por abajo y repetidor. No levantaba la vista de la arena, muleta más muleta. Estaba a un tris de rajarse, pero en honor a la verdad fue toro de toros. Y Manzanares se encontró con su mejor versión, se relajó, se rebozó por momentos con el toro, se adueño del inmenso ruedo de El Puerto para sentirse torero, que como dice Martín, mi hijo, "no hay nada más bonito que ver a un torero feliz en el ruedo". Manzanares lo fue ayer. Una felicidad que no encuentra límites, que se multiplica como el pan y los peces. La faena conectó con el público, como antes lo había hecho con el toro, y entonces la espada hizo el resto. Y hubo mucha más gente que se subió a ese universo de felicidad. Qué buen reencuentro torero.

Pablo Aguado en El Puerto

El tercero de Jandilla no fue toro fácil, tenía ese punto de meterse por dentro, de embestir con todo, pero a su vez toda la importancia. Por el izquierdo acudía con más largura, claridad y profundidad. Pablo Aguado anduvo centrado, cogiendo muy bien la distancia del toro y disfrutando de ese embarque tan profundo que tenía el toro porque la embestida del animal pesaba, no era un regalo. Medido en la faena encontró el final en un espadazo y el trofeo. Dejó momentos buenos.

Preciosa fue la manera de parar el toro de Aguado al sexto. Después tuvo menos ritmo el toro, más bronco, queriendo Aguado. La tarde era para eso. Cumplió con creces. El levante no se llevó la tarde. De hecho, había sido en honor del toreo. Un toreo que puso de pie Morante, recuperó la felicidad de Manzanares y gustó Pablo Aguado. Tarde de tardes.

Ficha del festejo

El Puerto de Santa María (Cádiz). Se lidiaron toros de El Freixo, 1, 2 y 6 y Jandilla, 3, 4, 5. El 1, manejable; 2, buen toro, bravo y repetidor, con clase; 3, encastado; 4, deslucido; 5º, extraordinario; Tres cuartos largos de entrada.

Morante, de buganvilla y oro, pinchazo, estocada (saludos); media en los bajos, descabello (pitos).

José María Manzanares, de burdeos y oro, estocada (oreja); estocada (dos orejas).

Pablo Aguado, de rioja y oro, estocada (oreja); estocada (oreja).