Lo que los inversores pueden aprender del último desplome de los mercados
Para ser sincero, la caída de los mercados de esta semana me pasó desapercibida al principio. Lo mismo me sucedió con los Juegos Olímpicos.
Por eso no me enteré hasta el día siguiente de que la Bolsa japonesa había sufrido su mayor caída desde 1987, como tampoco supe hasta la mañana siguiente que Armand Duplantis había saltado 6,25 metros en el salto con garrocha. Y tampoco tenía ni idea de que el índice Vix -el 'indicador del miedo', que determina la volatilidad implícita del S&P 500- se había disparado 42 puntos en un momento, el doble que durante el Covid y la crisis financiera.
Me lo advertí mí mismo. En mi último artículo, escribí que la rentabilidad mensual de la renta variable mundial durante los dos meses del verano boreal es menos de la mitad del promedio a largo plazo. Julio suele ser un buen mes, pero agosto ha sido malo las tres últimas décadas. Los jefes se van de vacaciones y dejan a los gestores de fondos subalternos al mando.
El desarme del carry trade todavía es una amenaza para los mercados, advierten los analistas
¿Es eso lo que pasó esta vez? Nunca sabemos exactamente quién gestiona nuestras carteras, pero la volatilidad de las acciones, los bonos y las divisas no es mayor de lo habitual durante los meses de verano. Además, ahora eso importa menos.
Eso se debe al auge del trading algorítmico y de las opciones a corto plazo. Con las primeras, las grandes caídas desencadenan automáticamente más ventas. En una centésima de segundo pueden perderse miles de millones.
Sin embargo, por su naturaleza, los precios de las opciones son muy volátiles. De hecho, esta es la razón por la que se han hecho tan populares entre los traders, especialmente las opciones a muy corto plazo que vencen en una semana o incluso en un día.
Por ejemplo, la cuota de inversores minoristas en el mercado de opciones estadounidense ha pasado de aproximadamente un tercio antes de la pandemia a la mitad en la actualidad, según datos de la Bolsa de Valores de Nueva York. Al mismo tiempo, las opciones a corto plazo han pasado de representar el 6% del mercado de opciones a una cuarta parte en la actualidad.
Si al nerviosismo tecnológico y a los bajos volúmenes de negociación en las vacaciones se le suma el (engañosamente) débil informe de empleo en Estados Unidos del viernes pasado, no es de extrañar que los precios se desplomaran. En Japón la historia fue similar, aunque algo diferente. Los extranjeros huyeron. Pero el Sr. y la Sra. Watanabe también entraron en pánico.
Ahora que las cosas se han calmado, ¿cuál es la forma correcta de analizar esta última crisis? He visto muchas y, en mi opinión, ésta no es diferente de las demás. ¿El S&P 500 ha bajado casi un 10% en dos semanas y media? Suele ocurrir.
Por qué los inversores se preparan para más volatilidad a pesar del rebote de Wall Street
La perspectiva es clave. Todos los titulares del lunes eran negativos. Sin embargo, a los tenedores de muchos bonos (un mercado mayor que el de las acciones) les fue muy bien. Mi aburrido fondo del Tesoro subió un 3% el mes pasado.
Del mismo modo, también hubo inversores que se beneficiaron del carry trade del yen: pedir prestado dinero en una divisa estable o que se deprecia a tasas de interés bajas para comprar activos más rentables.
Mi regla principal es analizar siempre las ventas masivas (o los rallys, para el caso) en el contexto de la valoración. Una gran caída de la acción de Nvidia desde junio o la reducción a la mitad de la de Tesla desde su máximo son muy diferentes a una repentina corrección de un 20% de la Bolsa japonesa.
La Fed no permitirá que los mercados le digan cuándo bajar las tasas
Los valores sobrevalorados no necesitan una excusa para caer, aunque siempre se mencionará alguna. Los ratios de valoración son uno de los pocos indicadores de las finanzas que revierten a la media. Puede que tarden un poco en hacerlo, pero se normalizan.
Los activos infravalorados o justamente valorados también caen sin motivo. Pero cuando esto ocurre, hay que comprar más activos rápidamente si se puede. Si no puede, no haga nada. Pase lo que pase, no venda.
Esto es crucial. La razón es que los días de rebote, como el que se produjo el martes, incrementan mucho la rentabilidad. Y suelen producirse tan pronto después de un desplome que es imposible preverlos.
De Japón a Wall Street: 5 claves para entender qué está impulsando la crisis en los mercados
Tomemos como ejemplo mis equities japonesas favoritas. En los últimos 15 años se han desplomado más de 5% en un solo día 10 veces. Se han producido subas del 5% o más en ocho ocasiones, y la mayoría de ellas han tenido lugar una semana después de una venta masiva, en promedio. Excluyendo dos rallys inesperados, si no hubiera habido los rebotes que siguieron a las fuertes caídas, la rentabilidad total durante el periodo habría sido del 160% en lugar del 184%.Es una suma considerable para perder en seis días.
Así que aguante. Mi cartera iba por detrás del S&P 500 en más de un 10% en lo que va de año. Ahora esa diferencia se ha reducido a la mitad. Diversifique. Tenga activos baratos.