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Август
2024

Madres que deciden ser arquitectas de su futuro

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La culpa y un ingrato señalamiento social son el precio que muchas mujeres pagan por intentar hacer cuanto les es posible para perseguir sus sueños: ser madres, profesionalizarse y cumplir con sus responsabilidades, tanto dentro como fuera del hogar.

Estas guerreras demuestran una fuerza excepcional al manejar múltiples demandas cotidianas con admirable determinación, aun cuando al final del día queden exhaustas y tiradas en la lona debido al agotamiento.

Como educadora con más de 30 años de experiencia, he tenido el privilegio de ver a cientos de mujeres convertirse en madres desde temprana edad y continuar sus estudios, o progenitoras que en una etapa más avanzada de sus vidas deciden tomar el camino de la profesionalización.

Me quito el sombrero porque, con su valentía y determinación, buscan satisfacer su desarrollo y, al mismo tiempo, proporcionar un mejor futuro a sus hijos. Su capacidad para equilibrar las demandas de la maternidad con el rigor académico y profesional es verdaderamente inspiradora y un verdadero ejemplo de fortaleza y resiliencia femenina.

Ser madre, trabajar y estudiar es un viaje lleno de tropiezos, desafíos y culpas, pero también de grandes logros y enseñanzas que modelan el presente y el futuro de nuestras familias.

Convertirse en madre no es el fin de los sueños, como muchas veces se nos hace creer. Al contrario, la maternidad es el comienzo de nuevos horizontes y la oportunidad de conquistar nuevas cimas.

En las universidades hay muchas mujeres que, tras haber dedicado una parte significativa de sus vidas al cuidado de sus familias, deciden retomar o comenzar sus estudios. Sabemos que enfrentarán desafíos únicos, tales como la adaptación a nuevas tecnologías y a un entorno académico que puede parecer ajeno después de años fuera de él.

Sin embargo, nunca es tarde para aprender y desarrollarse, pues el conocimiento es un regalo que no tiene fecha de caducidad. El camino hacia la profesionalización no está exento de sacrificios.

Las madres afrontan el reto constante de equilibrar las tareas académicas, el trabajo y la crianza. Las horas de estudio robadas al descanso y al tiempo en familia a menudo provocan sentimientos de culpa, que es el precio que muchas pagan por intentar hacerlo todo, pero es también un reflejo de su compromiso y amor por sus hijos.

Es necesario que la familia, la sociedad y las instituciones educativas comprendan y apoyen estas luchas ofreciendo programas de asistencia académica y emocional, así como políticas de flexibilidad para que ellas alcancen sus objetivos sin sentirse abrumadas.

Cada examen aprobado, cada clase completada, cada curso y ciclo superados son pasos significativos hacia la realización personal y profesional.

A lo largo de mi trayectoria en la docencia, he tenido el privilegio de colocar birretes de graduación y entregar títulos a mujeres que decidieron ser las arquitectas de un futuro más prometedor.

Cada una de ellas demuestra una determinación inquebrantable y un compromiso con su educación que las ha llevado a alcanzar sus sueños, a pesar de los numerosos obstáculos. Su éxito es un testimonio del poder transformador de la educación y un ejemplo inspirador para quienes desean superar barreras.

Las madres que luchan por sus sueños deben seguir adelante porque sus hijos y el mundo las necesitan.

La autora es rectora de la Universidad Fidélitas.